Antología de mi primera teoría filosófica
por Annabell Bori
Mis padres se divorciaron cuando tenía cuatro años. Ese fue el suceso que cambió completamente mi vida y mi forma de ver el mundo. La certeza que tenía acerca mi vida y mi existencia desapareció. El acto de Dios me parecía reprobable. ¿Cómo podía alguien, supuestamente tan bueno, provocar tanto mal?
Cuando cumplí cinco años entré a preprimaria, no tenía amigos. Pasaba mis tardes en la esquina del jardín pensando. A veces mi alma se salía de mi cuerpo. Sabía que era Annabell, pero también sabía que pude haber sido cualquier otra persona. ¿Por qué Annabell y no Mariana? Entonces me sentía nada. La separación entre mi forma y mi esencia era tan vasta que de pronto me sentía como si no fuera real. Empezaba a apreciar el mundo como un espectador que no pertenece a la película y sin embargo, se siente un poco parte de ella. Y cuando esa lejanía me hacía sentir casi irreal, casi como una sombra…… un golpe de gravedad me hacía volver. Regresaba mi alma a ese pequeño cuerpo de niña de seis años. Ese cuerpo que encerraba una mente con muchos conflictos.
Alguna vez creí firmemente que el día de mi muerte podría llegar con Dios y hacerle la pregunta que albergaba mi mente y me causaba conflictos todas las noches: ¿Por qué existimos?
Realmente mi vida estaba resuelta. No tuve miedo ni incertidumbre. Porque si bien mi pregunta era algo muy complicado, tenía la certeza de que tendría la respuesta el día de mi muerte… pero siempre hay un “pero”.
Entre a primero de primaria. Me enseñaron que el sistema solar se creó a partir del Big Bang y por lo tanto mi vida también. Toda la ideología que la educación que había recibido hasta ese momento me había formado se desplomó. Fue un golpe impresionante. Fue la contradicción total. De pronto la seguridad que tenía sobre mi propia vida se esfumó. La existencia de Dios me pareció absurda, todo había sido una mentira. O… tal vez no. ¿En quién debía confiar? ¿Quién resolvería todos mis problemas existenciales? No había cumplido los siete años cuando ya había algo que me quitaba todas las noches el sueño.
Existo. Tal vez no. ¿Cómo saberlo? Podría ser mi vida (o lo que conozco como mi vida) un sueño, una película, el sueño de alguien más, el sueño del sueño de alguien más. Una fantasía. Todo esto me pareció aterrador. Me llenó de un sentimiento de inseguridad que jamás había estado tan exaltado. Y cada que mi alma se volvía a salir de mi cuerpo, moría de miedo.
Pero si realmente no existo, o no estoy viva. ¿A quién le importaría? ¿Qué diferencia habría entre mi vida o mi muerte? Podría ser sólo mi concepción. Entonces podría no ser. Y si no fuera, sería exactamente lo mismo que si siguiera siendo o de pronto dejar de ser.
Entonces comprendí que la vida nada es. Por tanto, algo es. Es decir que si no puedo comprobar ni resolver el grado (o nulidad) de la vida, entonces nada es. Y al ser nada, entonces es algo. No es no ser, si no nada ser. En pocas palabras podría decirle que el día que te des cuenta que la vida nada es, entonces te convencerás de que es algo y comenzará a tener un sentido más profundo.