Rosario de la Aurora Nuestro Emblema

Blusas y neskas se estrenan en La Blanca bajo un sol de justicia.

25.000 vitorianos acudieron ayer al Rosario de La Aurora Los Desiguales, que cumplen 50 años, arroparon a la Virgen Blanca durante el recorrido por el Casco Viejo

DAVID GONZÁLEZ /VITORIA
Miércoles, 5 de agosto de 2003

Los pies de Manolo delataban su nerviosismo. Con las agujas del reloj de San Miguel a punto de marcar las siete de la mañana, este veterano miembro de la sociedad gastronómica Eliz Azpe aguardaba impaciente, junto al 'farolón de Cuesta', la llegada de la Virgen Blanca. Solo -«los demás se han dormido», se quejaba- y con un florido ramo en sus brazos para entregar a la venerada patrona, que ayer volvió a ser arropada por 25.000 vitorianos durante el Rosario de la Aurora.

Sobre las 7.10 horas, Manolo cumplió su deseo. Fue el primer representante de un txoko en agasajar a la Virgen. A lo largo del recorrido, casi otra decena de sociedades siguieron su ejemplo. El integrante de Eliz Azpe realizó la ofrenda cuando aún no habían despuntado los primeros rayos de sol y cientos de jóvenes de ojos enrojecidos apuraban los últimos sorbos de la marcha nocturna.

Ajenos al alboroto, varios blusas portaban con sentida devoción la talla de Santo Domingo de Guzmán, que reposa durante el resto del año en el museo de Los Faroles. La representación más nutrida corrió a cargo de Los Desiguales, que congregó a medio centenar de miembros, idéntico número que los años que marca el carné de esta cuadrilla.

Con el soniquete de las letanías y 'avemarías' como único acompañamiento sonoro, la marea de feligreses se internó en el Casco Viejo por la calle Las Escuelas, a sólo unos metros de una 'Cuchi' sumergida en los ritmos embriagadores de la jarana festiva. Dos mundos opuestos. Dos formas antagónicas de entender la fiesta. Recogimiento, cabezas gachas y el sonido monocorde del rezo en la comitiva. Tumulto, alcohol y exceso unos metros más abajo.

La marea humana llevó en volandas a la patrona. Como el año pasado, atajaron por el cantón de Santa María, abierto para la ocasión, y enfilaron el último tramo por Siervas de Jesús. Minutos antes de las 8.00 horas, la talla de 1899 entró en la abarrotada plaza que lleva su nombre. Entonces les tocó a Los Desiguales portar la imagen, recibida con una salva de aplausos. El gesto de los blusas fue recompensado en las escalinatas con una lluvia de pétalos de rosa. «Es un sentimiento especial, no se puede explicar», comentaba su presidente, José Luis Tilve.

La protagonista

Como marca la tradición, el párroco de San Miguel, Juan Carlos Aguillo, ofició la misa. Sin embargo, el rezo de los cinco misterios fue roto por la actitud incívica de dos jovencitas -visiblemente ebrias- que lanzaron consignas a favor de la izquierda abertzale y fueron desalojadas por la Policía Local. ¿La respuesta del personal al desplante? Miradas devotas a la Virgen Blanca, la auténtica protagonista del día 5.

Más tarde, el obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, manifestó en su homilía que «nuestra sociedad sufre ante la incomprensión de unos gobernantes y la impaciencia de otros».


Artículo extraido de elcorreodigital.com

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(Última actualización 03/03/2003)