REFLEXIONES

Desiderata
Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, y observa la paz que se puede encontrar en el silencio, mientras se te sea posible procura estar en paz con todos, espón tu parecer en forma reposada y clara, y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, que el también tiene algo para contarte. Evita a las personas ruidosas y agresivas, que son una vejación para el espíritu. Si te comparas con los demás puedes volverte petulante o amargado, porque hay siempre quien es inferior o superior. Interésate siempre por lo que haces, por muy humilde que sea tu tarea siempre perdurará aunque las circunstancias cambien. Se precavido en tus negocios, porque el mundo está lleno de engaños, pero que la precaución no te impida ver donde está la virtud, porque hay personas que luchan por alcanzar grandes ideales y toda vida está llena de heroismo. Sé sincero, en especial no finjas el afecto y no seas cínico en el amor, porque a fin de cuenta la aridez y el desencanto son tan perennes como la hierba. Toma resignadamente el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de la juventud, y no te preocupes por temores imaginarios, pues muchos de ellos son producto de la fatiga y la soledad. Por encima de toda disciplina se benigno contigo mismo, tú eres una criatura del universo, no inferior a las plantas y a los planetas. Tienes derecho a existir, y lo entiendas o no el universo marcha como debiera, por lo tanto procura estar en paz con Dios, cualquiera sea la forma en que lo vieras. Y cualquiera sean tus obras y aspiraciones en la ruidosa confusión de la vida, procura estar en paz contigo mismo, porque con todo desequilibrio, con toda maldad, es sin embargo un mundo hermoso, ten cuidado, esfuérzate por ser feliz.


EL HIJO Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección; desde Picasso hasta Rafael. Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte. Desgraciadamente, el hijo fue a la guerra. Fue muy valiente y murió en la batalla mientras rescataba a otro soldado. El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo. Un mes mas tarde, justo antes de la Navidad, alguien toca a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre: "Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. Él salvo muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así instantáneamente. Él hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte." El muchacho extendió los brazos para entregar el paquete: "Yo sé que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto." El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. Él contemplo con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se arrasaron de lagrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro. ¡Oh no, Señor! Yo nunca podría pagarle lo que su hijo hizo por mí. Es un regalo." El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería. El hombre murió unos meses mas tarde y se anuncio una subasta con todas las pinturas que poseía. Mucha gente importante e influyente acudió con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección. Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeo su mazo para dar inicio a la subasta. "Empezaremos los remates con este retrato del hijo. ¿Quién ofrece por este retrato? Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación grita: "¡Queremos ver las pinturas famosas!" "¡Olvídese de esa!". Sin embargo el subastador persistió: ¿Alguien ofrece algo por esta pintura? ¿$100.00? $200.00?" Otra voz grito con enojo: ¡No venimos por esa pintura! ¡Venimos por los Van Goghs, los Rembrandts. Vamos a las ofertas de verdad!" Pero aun así el subastador continuaba su labor: "El Hijo! El Hijo! ¿Quien se lleva El hijo?" Finalmente, una voz se oyó desde muy atrás de la habitación: "¡Yo doy diez dolares por la pintura!" Era el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre, era lo único que podía ofrecer. "¡Tenemos $10! ¿Quien da $20?", grito el subastador. La multitud se estaba enojando mucho. No querían la pintura de El Hijo. Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeo por fin el mazo: "Va una, van dos, ¡VENDIDA por $10!" "Empecemos con la colección!", grito uno. El subastador soltó su mazo y dijo: "Lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llego a su final" "¿Pero, que de las pinturas?", dijeron los interesados. "Lo siento", contesto el subastador, "cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenia permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de EL HIJO seria subastada.

Aquel que la comprara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. "¡El hombre que compro EL HIJO se queda con todo!"

Dios nos ha entregado a su Hijo, quien murió en una cruz hace 2,000 años. Así como el subastador, su mensaje hoy es: "EL HIJO, EL HIJO, ¿QUIEN SE LLEVA EL HIJO?" Quien ama al Hijo lo tiene todo. Comparte este mensaje con quienes sean objeto de tus afectos. Mejor aun... con quienes están lejos de ti.