Mi padre

Cuando era un bebé mis padres se habían separado, pasé a vivir con mis abuelas en una pequeña villa de pesca en la costa de Río de Janeiro y sostenido por mí padre. Hasta mi adolescencia mis contactos con papá estaba limitado a algunos días juntos en las vacaciones de la escuela y a las llamadas telefónicas semanales. A medida que crecí, comencé a pasar finales de la semana en la casa suya y donde descubrí que era un nudista por naturaleza. A la hora de la competencia para la universidad pasé a vivir con el porque en mi región no tenía universidad o buenos cursos.

Yo que todavía tuve gusto de ser apreciado por mis amigos en la adolescencia, sin nadie sospechar que fuera iniciado con el vigilante de una granja pequeña vecina a la nuestra, me quede asustado cuando descubrí que esperaba ansioso mi padre llegar del trabajo para admirar al cuerpo de él. El tiempo pasaba sin ése o mi familia sospechase de mi homosexualidad porque yo era siempre discreto, totalmente masculino y por otra parte, daba a entender que flirteaba con una colega del grupo con quién salía para hacer compras o a bailar. Así continuaba la vida a lado de mi padre que para la época, a los 45 años tenía el cuerpo perfecto, era un guapote, cada día más mi amigo y sin percibir, con su manía de la desnudez provocó en mi persona una atracción. La atracción para con él.

Nuestra casa era uno verdadero club de nudistas y en muchos fines de la semana algunos amigos de él también estaban con sus cuerpos en plena exhibición al sol. En una ocasión pude ver a mi padrino, un caballero de más de 60 años que es el mejor amigo de papá, estaba con la verga dura dentro de la piscina. Aunque nunca he hecho ningún comentario comencé a evitarlos por quedarme siempre excitado. Pero, en la sala de TV, de donde tenía visión total del área externa, simulaba que estudiaba. Bajo la mesa con una toalla, aún con los libros abiertos, me masturbaba a voluntad mirándolos, pero mas gozaba mirándole el pene a mi padre que siempre me atrajo como un imán.

Intentando sacar a mi padre del centro de mis deseos, comencé a frecuentar una playa que durante los días de la semana era prácticamente desierta y que por la ocasión descubrí unas rocas donde muchos "daddies" después del ejercicio o caminata matinal, se quedaban en pleno disfrute con unos muchachos. En esas rocas muchas chupadas recibió de mi boca un viejo vendedor de cocos; yo fui mamado por otros, participé de buenas cogidas, incluso me quedé acostumbrado a un negro que tenía la mayor verga que me he tragado en el culo hasta hoy, sin embargo fuera de allí todavía ocultaba mi preferencia sexual y principalmente mi pasión secreta.

A los 20 años conocí a Andrés, mi colega de la universidad que hasta tenia una novia. Por 2 años venia a la casa con la excusa de estudiar juntos pero, en verdad, él venia por el placer que ambos sentíamos al tener sexo. Para no levantar sospechas, durante el horario de la empleada de limpieza estábamos en la sala y realmente estudiábamos, pero una vez que la empleada se marchaba, nos pasábamos para mi habitación donde nos comíamos vivos hasta las 8 pues como no tenía carro la novia, que trabajaba como aprendiz en un laboratorio cerca de mi casa, venia por él. Después que los dos se iban yo volvía a ser el joven educado, lo mejor estudiante de la universidad, que es el orgullo de la familia.

En un sábado del verano, hacia el típico calor de Río de Janeiro. Mi padre salio y solamente volvería a la noche. De pronto invité mi amigo pues teníamos la casa entera a nuestra disposición. Después de muchos besos y caricias, llenos de deseos decidimos pasar para la piscina. Dentro del agua y enganchados en un beso de lengua muy caliente, y mientras Andrés me hacia lograr una buena empuñadura de mi verga y teniendo mi culo casi encajonado en su verga gruesa, escuché pasos. Abrí mis ojos y encontré mi padre inmóvil casi en nuestra frente.
Quedamos paralizados. Casi me desmayé. De inmediato nos separamos. Papa fue para dentro de la casa y mi amigo deseó vestirse para desaparecer. Papa volvió, como es habitual en el tiró su ropa al suelo se metió en la piscina. Sin decir una palabra por la escena que él vio, gentil como siempre, mi padre si quedó hablando con nosotros, nadó, trajo luego unas cervezas y otras cosas para comer.

Después que mi amigo se marchó, decidí hacer frente a la situación con mi padre. Entre en la sala y me senté delante de él. Después de un largo silencio, se acercó a mí, me abrazo y habló:

— "Hace tiempo tenia sospechas de que tenías un romance con Andrés. No te voy a recriminar ni prohibir nada, tu sabe cuánto deseo que tengas toda la felicidad del mundo, hijo." Como agradecimiento y por la comprensión, le dí algunos besos en la cara y nos quedamos en pie abrazados. Toda la "atracción" que sentía por mi padre me tomó, lo presioné más en mis brazos y le di un tímido beso en la boca. Sentí que correspondió y me puso en la búsqueda de su lengua que se entregó a mis besos. Nuestras vergas comenzaron a rozarse y me apreté más a su cuerpo, luego se desató de mis brazos y nos fuimos cada uno por separado a otras partes de la casa.

Por días nos evitamos al mismo tiempo que estabamos como si jamás hubiese ocurrido algo tan especial en nuestra vidas.

Hasta que un viernes por la noche, después de cenar, mi padre se metió en la piscina. Yo, que me mataba de ganas de tener de vuelta la atención que siempre tuve de él, unido ahora con la certeza de que me deseaba como yo lo deseaba a él, me desnudé y me metí en la piscina también.

Después de un largo silencio, me le acerqué y apoyé mis brazos en sus hombros, lo coloqué entre la pared de la piscina y mi cuerpo. Sintiendo la excitación que yo tenía, sin pudor pasó a rozar su verga con la mía mientras hablaba que se sentia culpable por lo sucedido entre nosotros. El roce constante de nuestras vergas me ponía cada vez mas loco… tenia mi verga apuntando a nuestros ombigos, y llevé su mano para que sintiese la hinchazón de mi miembro, con la cabeza pulsando entre sus dedos. Asomó una cómplice sonrisa, y comenzamos a besarnos, absorbiendo cada uno la lengua del otro. De allí nos salimos directamente para su habitación. Allí estuvimos besándonos salvajemente, luego estuvimos mamándonos todo el cuerpo: Vergas, tetas, culos…. Luego de todo eso, no sé si por instinto, mi padre se colocó en cuatro encima de la cama y se abrió todo. Ayudándome con su mano agarró mi verga a localizar el ojo de su culo. Yo lentamente comencé a metérselo hasta que encajó como se fuera un corcho en una carnosa botella y el por placer comenzó con algunos gemidos. Agarrado de su cintura, lo acercaba más hacia mí, mientras yo iba aumentando la fuerza de mis empujadas hasta que acabé en borbotones de tibia leche gocé bien adentro de él, dejándolo profundamente inundado. Después nos quedamos besándonos, haciéndonos cariño, como a el le gustaba… después de eso seguimos otros eventos de sexo caliente hasta quedar exhaustos.

Después de un buen baño en la ducha, nos tomamos un café en el patio y yo, que a mis 22 años era insaciable sexualmente, en ese momento deseaba más y mas... Él me dijo que no. Jugando como dos niños, hice de todo. Hablé como bebé, hice intentos y más intentos de pasar la mano en su pene y nalgas. Casi me salía ya de la habitación cuándo se alejó de mí, se tiró en la piscina. Me tiré yo también y de nuevo lo atrapé con mis brazos. Sentado en el borde de la piscina se abrió de piernas y mi boca comenzó a mamar su rolo palpitante hasta que estaba ya a punto de estallar. Me salí de la piscina, apoyé la barriga en la alfombras que utilizamos para las sillas y me abrí de piernas dispuesto a recibir la maravillosa verga gorda que mi padre tiene. Comenzó a golpearme pulsadamente dentro del ojo de mi culo mientras yo continuaba moviéndome a la misma velocidad con la que el se movía montádonme, así estuvimos un rato… hasta recibir el chorro de leche caliente y abundante que hacia años yo deseaba en secreto de mi padre.

Esa madrugada dormimos en la cama de él y a la tarde desperté con las voces que venían de la piscina. Pasé a mi habitación, y mirando por la ventana observé a mi papá actuando con su naturalidad de siempre. Poco después escuché cuando explicó que yo dormía aún porqué había llegado la noche anterior muy tarde a casa...

¡Buen mentiroso que es mi padre!


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