Rosaura
Guayaquil, Diciembre 20 de 1988
"-¿Volverás pa comer?"

Era lecho duro er der colchón viejoque encontramos hace tres años pu allá, cerquitica de la escuela fiscal; tuavía estaba en la esquina de sempre, ahí mesmito, diagonal a la puerta de nuestra casa... ¡qué casa, pué!, si má parecía una choza. Tuavía era de noche; ni siquiera el gallo enclenco de la vecinita había cantao, y por má quetú, Román, te movías, yo no abría los ojos, no por floja... sino porque no quería...

"- ¿Volverás pa comer?"

... porque no quería aguaitar cómo mi hombre se miba. La pregunta se me hacía dificilíjima
decirla y ya me había comenzao a dar cocotazos en la cabeza. Era la segunda vez que mi voz se hacía largotoca en cada palabra. ¿Te acordarás nomás cuando te mandaron desarmado?. ¡Cuenta - te dije - pelarás bien el ojo por ahí! Igual llegaste a mí pué, con las últimas, como perrito con sarna te quejabas... tremenda cueriza que te ganaste por irte pu allá, por el quince y medio, que te roben los sacos y te bajaran los choros, y ahí está, nos quedamos peor de lo que estábamos. Yo sí me acuerdo pué, si de ahí quisimos venirnos acá a la ciudad a vivir y que tú te acomodaste como portero en el Colegio República de ni sé cuanto. Lo que no te gustó fue de cuando me fui de empleada de don Severino y me comenzó a echar los perros. Por eso nos regresamos, así teniendo lo justo pa el pasaje y nos quedamos...
"- ¿Volverás pa la noche entonces?"

... nos quedamos dormíos y nos despertamos lejijísimos de nuestra casa, y como no teníamos má plata, nos regresamos en las dos patas, pué; tuavía me acuerdo que nos bajamos discutiendo y llegamos gozando la bobada que habíamos hecho y hasta palabreándonos cosas bonitas. Me dice que no son recuerdos bonitos. ¿Te recuerdas e cuando nos conocimos?. Yo miba a montar mi yegua Catita pu er cerro e Pilaya, y tú, hombrezote escansando bajo un árbol. "¡Er último e mis peones!", ecía mi pare de tu, "... er má vago, ya mesmo y te espido!", y esa mesma tarde er maldito animal se volvió loco, y tú me alcanzaste rapidíjimo en tu caballo y yo... caí en tus brazos asustada, y sentí por primera vé tu juerza, tu sudor y tu oca. Y nos encontrábamos ahí cada tarde y varias veces repetiste la escena. ¿Y e cuando me sacaste e la hacienda e mi pare?. Er viejo te siguió calientíjimo con pistola, machete, palo y toitos sus peones porque tú no tenías...

"- ¿Volverás... pa comer?"

... porque tú no tenías ni pa ónde caerte muerto pué. Y tú juiste pu er río y creyeron que yo iba contigo, pero yo me juí por er cerro e Pilaya, la vieja, y quedamos en encontrarnos pu allá onde termina Pedro Carbo, allá lejijíjimo. Casito me pierdo pué, si no juera porque ten contré en el mesmito carro que yo iba, ibas títo empapao. Pero la primera vé que me perdí jué la primera vé que juimos a Guayaquil, porque tú eras de acá; cuando pasamos por la plaza y de repente viré la cabeja y ya no tabas, me llegó la noche y me senté a llorar porque tenía hambre y no ten contraba, y como cuendo se esbocaba Catita, llegaste tú y me iste un pañuelo de los que te regalé pa tu cumpleaños y me tomaste en tus brazos y me llevaste a una casa bien bonita, con una gente bien bonita que eran tus amigos. "¿Quién iba contigo cuando te juiste a cruzá?, y me dijiste que por corré tan rapidíjimo te chocaste con er monigote que taba cerquita del río y te juiste con toito. Nuestra primera noche jué hermojíjima, pué, pero tú...

"- ¿Voverás..."

... pero tú me abrazaste juertíjimo y me llevaste ar suelo y yo cerré lo jojos. No tenías ni pa ónde caerte muerto, y ahora yo tampoco. Mi pare nos cojió odio a los dos. No tenemos ni pa comé, no tenemos ni siquiera er plato pa poné la jamita y sigo haciendo esta pregunta. Te pusiste encima los pocos trapos que tenías, sacaste un pollo hornaíto, de no sé ónde, enterito y lo dejaste sobre la mesa y te juiste...

"- ¿Román?"

... te juiste sin decí una sola palabra. Rosaura me decías, chinita me decías, pero ahoritica naa. Me acerqué, con lágrimas en lo jojos y gimiendo como un perro, a la puerta que dejaste abierta y aguaité cómo te alejabas por la ruta a Guayaquil. ¡Qué te costó decirlo, amor...

"- No chinita, ya no volverá pa comé nunca má"

... amor, qué te costó!. Ora desgraciado, despué que te seguí hasta la ciudad y no ten contré, te me acercas sin reconocerme, despué e haber pasado tantas cosas juntos, me ofreces dinero como los demás, por éste cuerpo que tantas veces gozaste...

- ¿Volverás pa comé... Román?.