Revisiones
Diagnóstico y tratamiento nutricional de las enfermedades del ciclo de la urea
Pablo Sanjurjo Crespoa
aCoordinador de la Unidad de Metabolismo Pediátrico. Hospital de Cruces. Profesor Titular de Pediatría. Universidad del País Vasco. Bilbao.
Introducción y recuerdo bioquímico
Las enfermedades del ciclo de la urea (ECU) son un problema
frecuente en el contexto general de los llamados errores innatos
del metabolismo (EIM) y suponen un importante grupo de
atención crónica en las unidades de metabolismo
pediátrico, sólo la incidencia de una de ellas, el
déficit de ornitintranscarbamilasa (OTC) es similar al de la
fenilcetonuria (uno de cada 15.000 recién nacidos).
Constituyen, además, un magnífico ejemplo de
enfermedades crónicas con posibilidad de
descompensación aguda en forma de "crisis de hiperamoniemia"
que pueden comprometer la vida del paciente. Por todo ello, resulta
muy necesario que, al menos, el pediatra hospitalario esté
al corriente de los aspectos terapéuticos, en los que la
dieta y el empleo farmacológico de los llamados
quelantes
de amonio van a
desempeñar un papel preventivo y
curativo de primer orden.
Para comprender adecuadamente los principios clínicos del
diagnóstico, seguimiento y tratamiento que van a describirse
es necesario efectuar un recuerdo sintético del ciclo y,
sobre todo, de sus funciones.
El catabolismo de las proteínas/aminoácidos y, en
menor medida, las bacterias intestinales generan amonio; esta
sustancia en valores adecuados (inferiores a 80 ug/dl) participa en
la síntesis de aminoácidos y otros productos
nitrogenados, pero en concentraciones elevadas se convierte en un
potente tóxico. Por este motivo, existe un mecanismo de
transporte (el sistema glutamato-glutamina) que efectúa
más bien una labor de "almohadillado" y, sobre todo, un
ciclo específico (el ciclo de la urea) para eliminar el
excedente de amonio. Este
ciclo tiene lugar en el hígado y
fue inicialmente
descrito en el año 1932 por Kreebs y
Henseleit. Las enzimas que actúan en dicho ciclo fueron
descritas entre 1940 y 1950 por Grisolía et al1
(fig. 1).

Figura 1.
Componentes del ciclo
Estas enzimas se pueden clasificar en: a) mitocondriales
(parte alta del ciclo): n-acetilglutamatosintetasa (activadora
inicial), carbamilfosfato-sintetasa,
ornitín-transcarbamilasa; b) citoplasmáticas:
argininsuccínico sintetasa,
argininsuccínico-liasa y
arginasa, c) sustratos: acetilglutamato, carbamilfosfato,
argininsuccínico, arginina, citrulina y bicarbonato, y
d) otras: transportador de ornitina y citrulina, anhidrasa
carbónica y aspartato.
Un aspecto de interés del ciclo es su
compartimentalización. Así, la síntesis
de
citrulina es mitocondrial y la de urea y arginina
citoplasmáticas. En el déficit de OTC, el exceso de
carbamilfosfato se metaboliza hacia orotato, lo que explica su
elevada eliminación urinaria en esta enfermedad.
Funciones del ciclo de la urea
Aunque la función clásica del ciclo de la urea
consiste en la eliminación del excedente de amonio
procedente del metabolismo de los productos nitrogenados, es
necesario considerar otros papeles importantes como la
síntesis de citrulina y arginina
(aminoácidos que se
convierten en esenciales, en caso de alteración del ciclo de
la urea, para el funcionamiento parcial del ciclo y la
síntesis proteica, respectivamente). La síntesis de
arginina mediante el ciclo de la urea tiene lugar: a) en el
hígado, donde parece que es utilizada en la síntesis
hepática de proteínas, y
b) en la
combinación funcional intestino-riñón (en el
intestino se llegaría a la síntesis de citrulina y en
el riñón se completaría hasta arginina). Esta
arginina de elaboración intestinorrenal sería la
utilizada en la síntesis proteica general. Este hecho
explicaría que los enfermos del ciclo de la urea mantengan
necesidades complementarias de arginina en situación de
postrasplante hepático.
La utilización de bicarbonato en la
síntesis de la
molécula de urea explica el papel regulador sobre el
equilibrio ácido-base enfatizado por algunos autores.
Descripción de las diferentes entidades
clínicas
Trastornos primarios del ciclo de la
urea
Se han descrito seis entidades clínicas
diferenciadas
consecuencia de alteraciones génicas de los seis distintos
pasos enzimáticos descritos. De una manera funcional,
podemos distinguir las enfermedades de la parte intramitocondrial
(fase "alta" del ciclo) necesaria para la síntesis de
citrulina y que serán, por consiguiente, formas
"hipocitrulinémicas", y las de la parte
citoplasmática (fase "baja" del ciclo), que cursarán
con diferentes grados de hipercitrulinemia. Las formas
clásicas de las primeras son el déficit de CPS I y
el
de OTC, que diferenciamos bioquímicamente por la
excreción urinaria de orotato (disminuida en la CPS I y
aumentada en la OTC). Las entidades clínicas de las segundas
son la citrulinemia (donde se observan los máximos valores
de citrulina), la argininsuccinuria (con excreción elevada
de ácido argininsuccínico) y la argininemia
(única con valores
elevados de arginina
plasmática).
Todas estas entidades (salvo la argininemia) centran su
sintomatología clínica en la tendencia a la
hiperamoniemia y su cuadro neurológico consiguiente. El 40%
son de comienzo neonatal y el resto puede iniciarse incluso en la
época adulta.
Existen formas que podríamos considerar a caballo entre
las primarias y las secundarias del ciclo de la urea, como algunas
alteraciones del metabolismo de la ornitina (síndrome HHH),
que
comportan un aumento plasmático de la ornitina y del
amonio (hiperamoniemia/hiperornitinemia); la tercera "h" la
completa una elevada cantidad de homocitrulina
urinaria2
.
Alteraciones secundarias del ciclo de la
urea
Bastantes defectos metabólicos pueden interferir en el
adecuado funcionamiento del ciclo de la urea. En general, originan
un grado leve o moderado de hiperamoniemia aunque en ocasiones
pueden dar lugar a formas graves. Este es el caso de algunas
acidemias orgánicas, principalmente las acidemias
metilmalónica y propiónica.
Podría efectuarse una clasificación de las
alteraciones secundarias del ciclo según los siguientes
apartados:
Fenómenos de
inhibición enzimática
competitiva en el activador inicial (la acetilglutamatosintetasa)
que parece ser uno de los mecanismos de las acidemias
orgánicas.
Alteraciones del órgano principal en que asienta el
ciclo de la urea: hepatopatías graves.
Defectos de síntesis de alguno de los sustratos del
ciclo (p. ej., baja disponibilidad de acetil-CoA en los trastornos
de beta-oxidación, que dificultaría la
síntesis de acetilglutamato).
Causas no muy bien determinadas, como la hiperamoniemia
neonatal transitoria (con probable inmadurez enzimática de
una o varios catalizadores del ciclo).
Efectos yatrogénicos de ciertos fármacos
como el ácido valproico (que parece interferir la
función de CPS I).
Alteraciones del paso de membrana de
aminoácidos
dibásicos como en la intolerancia congénita a las
proteínas con lisinuria (IPL).
Sintomatología
clínica
La forma de presentación más clásica, que
comprende aproximadamente el 60% de los casos, es de comienzo
agudo
en el período neonatal3,4
. Puede no existir
intervalo libre de síntomas, pero lo habitual es que la
sintomatología se inicie entre las 24 y las 72 h de vida. En
el recién nacido5
comienza con:
succión
débil, hipotonia, vómitos, sonmolencia e
hiperventilación, progresando rápidamente a un cuadro
de coma y convulsiones. Existe alteración del
electroencefalograma (EEG) (habitualmente, lentificación
difusa).
Las formas de presentación del lactante/preescolar y
escolar suelen estar determinadas por la tendencia a presentar
episodios de hiperamoniemia con su cortejo sintomático de
vómitos, obnubilación, ataxia e
hiperventilación. Puede constatarse una relación con
la introducción de mayor cantidad de proteína en la
dieta. Existen también, durante el período
pediátrico, formas más paucisintomáticas que
comportan uno o dos síntomas, como elevación
idiopática de las transaminasas, vómitos, anorexia,
ataxia, trastornos de la conducta o rechazo de
alimentos
hiperproteicos. Cuando el comienzo sintomatológico tiene
lugar en la época adulta6
el cuadro suele ser
neurológico7
(migraña, disartria, ataxia)
o psiquiátrico (alucinaciones).
La hiperargininemia es una entidad infrecuente que no cursa con
una sintomatología como la descrita puesto que la
hiperamoniemia es leve o moderada. Se manifiesta
clínicamente como una diplejía espástica a
partir del segundo año de vida, retraso psicomotor y
convulsiones.
Fisiopatología
La encefalopatía hiperamoniémica domina el cuadro
fisiopatológico.
Existe una importante tendencia al edema
cerebral y a las convulsiones, que parecen depender de los valores
de glutamato-glutamina cerebral y del propio amonio. Los mecanismos
moleculares propuestos son: a) efectos de
excitación/inhibición de los potenciales
postsinápticos; b) efecto sobre la expresión
del transportador astrocitario de
glutamato; c)
acción del amonio sobre receptores periféricos de
benzodiazepinas; d) alteración energética
cerebral por inhibición de la
alfa-cetoglutárico-deshidrogenasa; e) acción
indirecta de la glutamina en la génesis del edema cerebral,
y f) acción del amonio sobre los neurotransmisores,
principalmente serotonina.
Otras alteraciones fisiopatológicas se centran en la
función hepática. Se ha descrito fibrosis periportal
en déficit
de OTC y argininsuccinuria. Existen diferentes
grados de alteración de la función hepática
con elevación de transaminasas y disminución del
índice de protrombina. Durante los episodios de
hiperamoniemia puede existir una progresiva e inquietante
elevación de las transaminasas que persiste incluso tras la
mejoría de las cifras de amonio y del
estado clínico
del enfermo, así como un consumo de carnitina.
Diagnóstico
Nos enfrentamos probablemente a un grupo de enfermedades con una
frecuencia infraestimada (alrededor de 1 * 25.000 recién
nacidos) debido a que bastantes casos (sobre todo de formas
paucisintomáticas) no son diagnósticados.
Además, todavía algunas formas clásicas de
comienzo neonatal son confundidos con procesos patológicos
más usuales, como sepsis o hemorragia
interventricular. Todo
ello comporta que el capítulo del diagnóstico resulte
de una especial relevancia.
El tipo de herencia puede ser orientador, en el sentido de que
la entidad más frecuente (el déficit de
ornitintranscarbamilasa) es de trasmisión ligada al sexo
(cromosoma X), aunque bastantes casos son deleciones o mutaciones
de novo.
En general, el
diagnóstico y diagnóstico
diferencial de estas entidades requiere: a) una fase de
sospecha clínica teniendo en cuenta las formas de comienzo y
sintomatología descritas; b) unos estudios
bioquímicos iniciales que comportan la determinación
de amonio y aminoácidos plasmáticos (además de
determinaciones hematológicas y bioquímicas generales
incluida gasometría) y orótico y
argininsuccínico urinarios, y c)
estudios
enzimáticos y genéticos específicos.
Las formas monosintomáticas correspondientes a formas
hemizigotas de OTC8
(la entidad más frecuente)
puede ser difícil9
y comporta estudios que
evidencien la alteración molecular, como el test de
alopurinol10
(que aumentaría la excreción
de orótico urinario) o el test de flujo de nitrógeno
(usando un isótopo estable de N2) que comprueba
tras la sobrecarga con ClN15
H4 su
distribución entre la glutamina y la urea.
Diagnóstico diferencial
Como el síntoma bioquímico guía del
diagnóstico de las ECU es la hiperamoniemia, la
mayoría de los algoritmos diagnósticos
clásicos parten de este síntoma. En todo caso es
necesario tener en cuenta que debemos enfrentarnos a dos tipos de
diagnóstico diferencial, el de las hiperamoniemias primarias
y secundarias, y el diagnóstico diferencial entre las
diferentes hiperamoniemias primarias (los trastornos del ciclo de
la urea propiamente dichos) (fig. 2).

Figura 2.
Algoritmo de la hiperamoniemia
neonatal.
Es necesario considerar que para el diagnóstico y el
diagnóstico diferencial de las formas de presentación
neonatal es necesario que el neonatólogo esté
sensibilizado con este posible diagnóstico11
y
también que todos los hospitales (al menos donde nazca un
número razonable de niños) ofrezca la posibilidad de
una determinación analítica de amonio en cualquier
momento del día. Ya se ha comentado la inespecificidad
inicial sintomatológica que enmascara estas entidades con
otras más habituales, como la sepsis o hemorragia
intracraneal, y que ciertos
signos como el intervalo libre o lo
inesperado pueden poner sobre la pista diagnóstica.
Observando el algoritmo, apreciaremos que existen dos situaciones
claves, la presencia o no de acidosis (que marca el
diagnóstico diferencial entre las formas primarias y las
secundarias) y los valores de citrulina (que apuntan el
diagnóstico diferencial entre las formas primarias).
Posteriormente, las determinaciones urinarias de orotato y
argininsuccinato completarán el diagnóstico
diferencial de las formas primarias
hipocitrulinémicas
(mitocondriales) e hipercitrulinémicas (citosólicas),
respectivamente.
Puesto que la medición de la citrulina implica la
determinación de un aminograma general, como ayuda
diagnóstica se deben observar los valores de otros dos
aminoácidos: la glutamina, (generalmente elevada en las
hiperamoniemias) y la arginina,
disminuida en casi todos los
trastornos primarios salvo hiperargininemia. También en el
período neonatal, pero sobre todo más allá del
mismo, se debe observar el estado de otros aminoácidos, como
la ornitina, cuya elevación precisará del estudio de
la eliminación de homocitrulina urinaria (para descartar el
síndrome HHH) y de la lisina cuyo descenso plasmático
y elevación urinaria pondrá sobre la pista del
diagnóstico de intolerancia congénita a las
proteínas con
lisinuria (IPL).
Respecto a la bioquímica general, una disminución
de la cifra de urea puede ser una pista diagnóstica de
importancia. La elevación de las transaminasas, el descenso
del índice de protrombina y la alcalosis respiratoria o
mixta (el ciclo de la urea detoxifica también bicarbonato)
suelen ser también
hallazgos habituales en los trastornos
primarios del ciclo.
Para el diagnóstico y el diagnóstico diferencial
de formas especiales (formas paucisintomáticas de
portadoras, comienzo en la edad adulta), además del cortejo
sintomáti
co descrito previamente para estas formas suele ser
necesario recurrir (como también se ha mencionado), a test
funcionales de alopurinol12
o sobrecarga con cloruro
amónico marcado con un isótopo estable (test del
flujo de nitrógeno).
Respecto a los estudios enzimáticos y genéticos es
necesario considerar: a) la posibilidad de estudio de la
actividad de CPS I y OTC en el epitelio intestinal (yeyuno), con lo
que, en la mayoría de los casos, se evitará la
realización de una biopsia hepática, y b) la
necesidad de establecer centros de referencia que centralicen estas
determinaciones.
Existe la posibilidad teórica de efectuar un cribado
neonatal para las ECU; sin embargo, pocos centros lo realizan. Ello
es probablemente
debido a que, en muchas formas de comienzo
neonatal (que suponen casi la mitad de todos los casos), no existe
intervalo libre suficiente, y los síntomas pueden
adelantarse a la posibilidad de diagnóstico
bioquímico. Algún programa canadiense
utiliza la
eliminación de orotato urinario como marcador
bioquímico después de la segunda semana de vida (con
lo que fracasa en la detección de las formas neonatales), y
otro norteamericano se centra en la detección de la forma
tardía de déficit en argininsuccinato-liasa
(argininsuccinuria).
Para ciertas poblaciones en riesgo (madres con un hijo afectado
de una OTC), se deben realizar estudios bioquímicos,
funcionales y, con un criterio más impreciso,
genéticos.
La probable heterocigosidad materna se incrementa mucho cuando
se tiene más de un hijo afectado, ya que las
mutaciones
de novo son frecuentes (sobre todo en varones). Las madres
portadoras suelen tener valores plasmáticos basales
levemente elevados de glutamina y de orótico urinario. Para
el estudio funcional de las mismas, se han abandonado los test de
tolerancia proteica en
beneficio de los de alopurinol y flujo de
nitrógeno, que son mucho más seguros y
específicos. Los estudios enzimáticos y
genéticos son de validez e interpretación muy
difícil, y estos últimos se reservan para la probable
existencia de ciertas mutaciones específicas.

Diagnóstico molecular
En España, el
Instituto de Biomedicina de Valencia
actúa como centro de referencia para el diagnóstico
molecular de las enfermedades del ciclo de la urea. Como fruto de
su experiencia, y en una reciente tesis doctoral13
, se
intenta establecer una interesante apreciación
diagnóstica que englobaría la sospecha clínica
compatible, los datos bioquímicos (hiperamoniemia,
hiperglutaminemia, hiperoroticoaciduria), los estudios
enzimáticos y los datos genéticos. Mediante la
valoración conjunta de estos parámetros, se proponen
los siguientes diagnósticos: 1) para el grupo de
varones (n = 14) se encuentra una casi completa concordancia entre
los diagnósticos mutacional y enzimático. Solamente
en un caso de no hallazgo mutacional existía una
sospecha
clínica-bioquímica sugerente (síntomas
compatibles e importante elevación del orotato), y 2)
para el grupo de mujeres (n = 32) se proponen cuatro grupos:
a) de certeza, cuando al hallazgo mutacional se combina una
actividad enzimática superior al 20%; b) muy
probable, cuando al
trastorno genético (mutación,
deleción) se añaden evidencias clínicas y un
estudio enzimático no realizado o si lo fue superior al 30%;
c) compatible, cuando existen evidencias
clinicobioquímicas pero sin hallazgos genéticos o
enzimáticos, y d) improbable, cuando existe
clínica sugerente sin datos bioquímicos,
enzimáticos o genéticos que lo corroboren.
Seguimiento de las enfermedades del ciclo de la urea
La pauta de seguimiento en general sugerida para las ECU en
fase
crónica es el de un mínimo de cuatro controles
anuales14,15
. En ellos se efectúan los controles
somatométricos, nutricionales y bioquímicos, que se
describirán a continuación. Sin embargo, es
importante recordar que en los casos graves se suelen precisar
controles más estrechos, bien por su tendencia a las
descompensaciones, que origina consultas extras a demanda, o por la
necesidad de tratamiento farmacológico, que puede precisar
pautas de seguimiento más frecuentes.
Valoración somatométrica
trimestral
Como controles mínimos se han
sugerido el peso y la
talla, dependiendo de la edad el perímetro cefálico.
Otras mediciones, como los pliegues subescapular y tricipital,
pueden ser de ayuda para el control evolutivo de la enfermedad, del
tratamiento y de la valoración del estado nutricional.
Valoración bioquímica
trimestral
Asimismo, se recomiendan parámetros mínimos como
amonio, transaminasas, aminoácidos, equilibrio
ácido-base, bioquímica y hematología general
con pruebas de coagulación.
Semestralmente: carnitina, prealbúmina, proteína
transportadora del retinol orótico y aminoácidos
urinarios. Anualmente: elementos traza, ácidos grasos
poliinsaturados de cadena larga.
El amonio es el parámetro analítico esencial en el
seguimiento de
estos pacientes. Durante los episodios de
hiperamoniemia debe valorarse diariamente hasta su
normalización. En las formas de comienzo neonatal y durante
el primer año de vida debe valorarse quincenalmente durante
el primer semestre y mensualmente durante el segundo. Idealmente,
no debe exceder de 120 µg/dl durante el
período
neonatal y de 80 durante el resto.
Los aminoácidos plasmáticos son una importante
ayuda en el seguimiento. Las cifras de glutamina pueden ser
indicativas del estado de saturación de los sistemas de
almohadillado/transporte de amonio, y las de citrulina y arginina,
por ser aminoácidos sintetizados en el ciclo y generalmente
suplementados en estas entidades. Los aminoácidos de cadena
ramificada como medición del grado de limitación
proteica. Se recomienda el rango deseable de valores de
aminoácidos expuesto en la tabla
1.
Se ha propuesto un tipo de correción general combinando
la posible hiper o normoglutaminemia (HGL/NGL) con el estado de los
aminoácidos esenciales (AEE), aunque presenta un valor
relativo como medida de caso individual (tabla 2).
Valoración
nutricional
trimestral
Además de las medidas somatométricas y
bioquímicas comentadas, para controlar el estado
nutricional, será conveniente efectuar una valoración
dietética para comprobar la ingesta proteica,
calórica y de micronutrientes. Es conveniente que el equipo
de nutrición-dietética efectue una encuesta semestral
y ayude a los padres en la elaboración de las dietas
respecto a composición y posibilidad de
diversificación.
Otros
parámetros de
seguimiento
Los estudios de radioimagen tipo densitometría
ósea y resonancia magnética cerebral pueden pautarse
en función de la edad y de la existencia individual de
posibles complicaciones/secuelas. El estudio del desarrollo
psicomotor en su aspecto clínico se efectuará
de
forma trimestral. La valoración del coeficiente intelectual
y de desarrollo puede ser anual.

Pronóstico
El pronóstico16
general referido en series
importantes de pacientes es
preocupante. Aunque la mortalidad
general de las ECU ha disminuido con las actuales posibilidades
terapéuticas, no lo ha hecho así la morbilidad, sobre
todo neurológica, en aquellos pacientes con
descompensaciones hiperamoniémicas de cierta frecuencia. Es
conocido que los varones OTC de comienzo neonatal tienen un
pronóstico grave17
, y se precisa, en la
mayoría de los casos, realizar un trasplante hepático
(se ha descrito recientemente una amplia serie de 74 casos de OTC
con inicio neonatal en que el 50% había fallecido antes de
los 4 años y el coeficiente intelectual medio de los
supervivientes era del 50%). Asimismo, la citrulinemia neonatal
presenta una elevada mortalidad y morbilidad (secuelas
neurológicas de mayor o menor gravedad en los
casos
supervivientes)18
.
Las mujeres padecedoras de déficit de OTC pueden
desarrollar formas graves de la enfermedad, aunque en general su
curso clínico es más benigno. En estas formas
heterocigotas de OTC, se ha descrito la posibilidad de presentar
problemas neurológicos en época adulta.
La dieta limitada en proteínas comporta una tendencia
reductora de alcanzar la talla genética máxima.
Hasta la actualidad no se han descrito relacionados
genotipo-fenotipo en las ECU, aunque dada la profusión
reciente de estudios genéticos es probable que se describan
en un futuro próximo.
Tratamiento dietético
A la espera de la posibilidad de terapia génica (en fase
de ensayo humano para el
déficit de OTC), el tratamiento
dietético es la medida más eficaz y relevante para
estos pacientes. El tratamiento dietético de
estos enfermos
no es sólo un tratamiento paliativo sintomático (como
en otros grupos de enfermedades metabólicas) sino que
representa una verdadera terapia etiopatogénica. En efecto,
a través de éste vamos a poder controlar la tendencia
crónica o intermitente a la descompensación
hiperamoniémica derivada del excedente de amonio que no se
metaboliza y a recuperar los aminoácidos que dejan de
sintetizarse y que, por tanto, estarán en situación
deficitaria. Asimismo, podremos actuar sobre la
amoniogénesis intestinal y la tendencia al desequilibrio
ácido-base. A continuación, describiremos en
diferentes apartados las posibilidades de tratamiento
dietético de estos
pacientes.
Limitación proteica: bases
teóricas, dosificación y prevención de
efectos
secundarios
La limitación proteica es la medida más importante
en el tratamiento general actual de estos pacientes.
Los elegantes estudios de Brusilow19
demostraron hace
algunos años cómo, con ingesta de proteína
baja (0,7 g/kg/día), la eliminación de
nitrógeno ureico era tan sólo del 25%; sin embargo,
con la ingesta de proteínas de la dieta habitual de un
niño (2 g/kg/día) la eliminación del excedente
nitrogénico mediante urea alcanzaba el 80%. Es decir que la
"necesidad" del ciclo de la urea se incrementa exponencialmente
al
aumentar las proteínas de la dieta. En esta misma
línea, y con estudios del mismo autor, se demostraba que el
recién nacido y el lactante pequeño utilizan la
mayoría de la ingesta proteica (si ésta se limita al
contenido nitrogenado de la leche materna) para el importante
anabolismo que tiene lugar en esta época de la vida,
derivando muy poca cantidad hacia la síntesis de urea. De
estos estudios básicos pueden extraerse
importantes
consecuencias terapéuticas: a) que la ingesta del
denominado mínimo proteico será imprescindible para
la menor derivación posible de amonio hacia una vía
metabólica (el ciclo de la urea) alterada y que trabaja a
muy bajo rendimiento, y b) que en los primeros meses de la
vida, la tolerancia proteica es más elevada debido al
potente anabolismo.
La dosificación de
la limitación proteica debe ser
idealmente individual, buscando lo que se denomina "techo de
tolerancia proteica", que podría definirse como aquella
cantidad de proteínas/día que permite mantener al
paciente libre de síntomas y con valores de amonio y
glutamina en límites adecuados (inferiores a 80 µg/dl
y 1.000 µm/l, respectivamente). En la actual
idad, existe un
test de sobrecarga de cloruro amónico marcado con un
isótopo estable (15
N) que mediante las
determinación de las curvas de distribución de dicho
isótopo entre el transportador (glutamina) y la propia urea
orienta con bastante precisión del llamado "flujo de
nitrógeno" y, por tanto, de la tolerancia proteica
individual.
Los casos más graves pueden
tener una tolerancia inferior
al denominado mínimo proteico y, en este caso, será
necesario recurrir a medidas farmacológicas adicionales que
proporcionen vías alternativas de excreción de amonio
diferentes a la de la urea. Es el caso del benzoato sódico
que, uniéndose a la glicina, forma ácido
hipúrico o el fenilbutirato, que se acopla al transportador
(la glutamina) para formar fenilacetilglutamina. Con ello, logramos
eliminar una y dos moléculas de amonio, respectivamente,
permitiendo de esta manera la posibilidad de aumentar la ingesta
proteica hasta
alcanzar, al menos, las necesidades mínimas
recomendadas. La dosis de estos "quelantes" de amonio es de 250
mg/kg/día. En el caso del fenilbutirato y en situaciones de
descompensación aguda puede elevarse hasta 600
mg/kg/día. Ambos productos incrementan el aporte de sodio
(160 y 147 mg/g
para el benzoato y el fenilbutirato,
respectivamente) que será necesario tomar en
consideración. El uso de benzoato sódico
obligará, asimismo, a efectuar controles de valores de
glicina plasmática.
La limitación proteica, además de ser
individualizada, debe adaptarse a la situación
clínica del paciente. En caso de descompensaciones
medias/graves es necesario suprimir temporalmente la ingesta
proteica (régimen 0 proteínas) que debe procurar no
mantenerse mas de 48 h. En descompensaciones leves, la ingesta
proteica se reduce un 50%
aproximadamente.
Las dosis medias de tolerancia proteica diaria en las ECU se
expresan en la tabla 3.
Como cabe deducir, la traducción práctica de esta
dieta limitada en proteínas conlleva que la ingesta de los
grupos de alimentos de elevado contenido proteico (leche,
huevos,
pescado, carne y legumbres) sea muy limitada. Para lograr una
ingesta calórica adecuada (que, como veremos, debe ser
superior a la estándar), es necesario recurrir a alimentos
de bajo contenido proteico (verduras, fruta, tapioca, aceites) o de
medio contenido proteico (patata, pasta, cereales). Sin embargo,
este tipo de dieta, que correspondería a un vegetarianismo
estricto (con limitación incluso de legumbres), sin ingesta
de proteínas de alto valor biológico,
provocaría a medio largo plazo una carencia de las vitaminas
(ácido fólico, vitamina B12, niacina) y
de
minerales (hierro, calcio, selenio, cinc), preferentemente
vehiculizados en grupos de alimentos de elevado contenido proteico.
Asimismo, la ingesta de ciertos aminoácidos, como la lisina
y metionina, podría estar comprometida. El crecimiento de
estos pacientes y su
mineralización ósea es, en
conjunto, menor que los de la población normal; sin embargo,
en nuestra casuística sólo los casos de
restricción proteica más severa crecen por debajo del
tercer percentil o presentan cierto grado de osteoporosis. Para
evitar estos efectos secundarios es necesario propiciar la
introducción en la dieta de cantidades limitadas de
alimentos ricos en proteínas, estableciendo una
rotación. La dieta base vegetariana de estos pacientes
proporciona aproximadamente 0,3-0,5 g/kg/día de
proteínas de bajo valor biológico; resta aún
una cantidad similar de
proteínas que podemos incorporar en
la dieta en forma de proteínas de alto valor
biológico (huevos, leche, yogur, carne, pescado). La ingesta
de alimentos de elevado contenido proteico en estos pacientes debe
ser limitada, rotatoria y repartida. Es decir,
ajustada a la
máxima tolerancia proteica del enfermo tras restar la
ingerida en su dieta vegetariana, rotando los diferentes alimento
s
ricos en proteínas y distribuyéndolos a lo largo del
día (aunque pueda parecer ridículo repartir un yogur
o un huevo en tres tomas al día). Existen unas medidas
generales para mantener una dieta limitada en proteínas
evitando sus posibles efectos secundarios que se describen en la
tabla 4.

Suplementación con arginina y
citrulina. Otras suplementaciones
Aunque en el apartado precedente se afirma que la
limitación proteica es la medida dietética más
relevante en el tratamiento de las ECU, ésta no sería
suficiente si no se acompaña de la suplementación de
determinados
aminoácidos. Así, conceptualmente
hablando, el tratamiento dietético de las ECU es una
combinación de limitación/suplementación.
La arginina es normalmente un aminoácido no esencial
porque somos capaces de sintetizarlo en el ciclo de la urea. Por
ello, todos las ECU (salvo la hiperargininemia) precisan la
suplementación de este aminoácido. La cantidad
requerida de éste depende de la situación
clinicometabólica (descompensación frente a
fase de
estado) y de la situación compartamental del bloqueo
enzimático (mitocondrial frente a citoplasmático). La
citrulinemia20
y la aciduria arginininsuccínica
(enzimopatías citoplasmáticas) en situación de
descompensación aguda pueden
requerir hasta 700
mg/kg/día; sin embargo, para los déficit de CPS I y
OTC en fase de estado bastarán con 100-150 mg/kg/día.
El objetivo de la suplementación con arginina es mantener
sus valores plasmáticos entre 50 y 200 µM/l. Los
preparados comerciales habituales son en forma de clohidrato (tanto
para administración oral como intravenosa) y es necesario
vigilar (sobre todo, usando dosis elevadas) la tendencia a la
acidosis hiperclorémica. Otro efecto secundario de la
suplementación con arginina es el posible aumento de
citrulina y ácido argininsuccínico, pero estas
sustancias pueden eliminarse por la orina (haciendo el efecto de
productos similares a la urea).
Para las ECU de tipo mitocondrial (déficit de CPS I
y
OTC) resulta más "fisiológica" la
suplementación con citrulina21
(en vez de
arginina), puesto que es el aminoácido cuya síntesis
está directamente alterada. La dosificación
recomendada es de 170 mg/kg/día. Existen preparados
comerciales de L-citrulina para uso oral.
Para finalizar este apartado, se resumen otros productos
coadyuvantes en el tratamiento dietético de las ECU:
a) carnitina: parece demostrado en diferentes estudios que
existe una depleción en las crisis de descompensación
hiperamoniemica22
por lo que en esta situación es
necesario aportar alrededor de 100 mg/kg/día. Más
debatido es el empleo de carnitina en fase de estado. En nuestra
opinión, las ECU representan una población de
riesgo
de hipocarnitinemia debido no sólo al "gasto" en las
descompensaciones sino al tipo de dieta (donde se limitan la mayor
parte de los alimentos que aportan la carnitina). Puesto que en
diferentes estudios el aporte exógeno de carnitina en
población normal representa hasta el 70% del total, parece
razonable aportar cantidades moderadas de carnitina (10-25
mg/kg/día) en estos pacientes23
. A estas dosis no
existen efectos secundarios indeseables (olor corporal). En todo
caso es necesario controlar trimestralmente los valores
plasmáticos de esta sustancia en las ECU; b) citrato:
algunos estudios consideran que este producto disminuye la
tendencia a la hiperamoniemia posprandial24
de estos
pacientes, y cuando su excreción urinaria es inferior a 300
mmol/mol de creatinina, debe ser suplementado. Otros autores
relevantes han restado importancia a esta suplementación;
c) N-carbamilglutamato: se ha recomendado en el
déficit de N-acetilglutamatosintetasa con una dosis de 100 a
300 mg/kg/día25
, y d) se han recomendado
suplementos de folato y piridoxina usando de tres a cinco veces las
recomendaciones generales.
Tratamiento dietético en situaciones
especiales
Descompensación aguda/crisis de
hiperamoniemia
El tratamiento
dietético en esta situación
dependerá del grado de hiperamoniemia y del estado
clínico (sobre todo de conciencia) del paciente. Para
descompensaciones leves o moderadas (amonio inferior a 250 y sin
obnubilación importante), las medidas dietéticas
deben centrarse en la eliminación temporal de la ingesta
proteica (régimen 0 de proteínas) y en aportar
suficientes calorías en forma de soluciones glucosadas para
frenar el catabolismo y propiciar anabolismo (tabla 5).
Asimismo, la
suplementación de arginina debe aumentarse
(25-50%) y pasar a la vía intravenosa. Si la
suplementación habitual es la citrulina, ésta puede
mantenerse por vía oral a dosis similares (al no disponer de
forma intravenosa), si la situación clínica del
paciente lo permite.
La eliminación de la ingesta proteica no debe
prolongarse
más de 48 h puesto que un régimen prolongado de
proteínas 0, favorece la movilización de
proteína endógena. La reincorporación de
proteína exógena debe ser suave y escalonada, con
posibilidad de uso de un preparado de aminoácidos esenciales
(0,25 g/kg/día el primer día; 0,5 g/kg/día, el
segundo día, hasta alcanzar su máxima tolerancia
cuando los controles bioquímicos lo consientan).
Descompensaciones
más
graves
Las soluciones glucosadas intravenosas al 10% son habitualmente
utilizadas para el aporte calórico a razón de 150-200
ml/kg/día; sin embargo, esta cantidad debe reducirse si
existen datos clínicos de edema cerebral. Puede ser
necesaria la utilización de otra fuente energética,
como
los lípidos combinados con la glucosa. También
la utilización de carnitina a 100 mg/kg/día por
vía intravenosa es necesaria en esta situación.
Intervención
quirúrgica
Cuando un paciente con una ECU debe someterse a una
intervención quirúrgica será conveniente
recurrir a una serie de medidas dietéticas. Días
previos a la intervención (2-7 días según
cirugía menor o mayor), reducirá 25-50% la
ingesta
proteica, aumentando ligeramente la calórica con preparado
especial sin proteínas. Durante la intervención se
aportarán soluciones glucosadas (glucosa al 10%) suficientes
para evitar el catabolismo. Es conveniente informar al anestesista
del beneficio de la utilización de fármacos
no
hepatotóxicos y de acortar el período de anestesia lo
máximo posible.

Medidas domiciliarias
La educación nutricional y la información a los
padres de las medidas dietéticas generales y las que pueden
iniciar en diferentes situaciones está demostrando ser de
gran utilidad para evitar las descompensaciones y la
tendencia al
"hospitalismo" de estos pacientes y merece capítulo aparte.
En primer lugar, es necesario recalcar que la mejor medida
domiciliaria es ajustarse a la dieta general propuesta y suprimir
la ingesta de productos de composición desconocida. Se
evitará que el niño adquiera
alimentos
extradomiciliarios, especialmente snacks y
"chucherías" o "golosinas". El control del
estreñimiento (con probable aumento de producción y
absorción de amonio intestinal) suele realizarlo la propia
dieta, rica en fibra; sin embargo, en ciertos casos es necesario
recurrir al empleo de lactulosa, reservando para los casos graves
el empleo de metronidazol para la disminución de la flora
bacteriana intestinal amoniogénica. En caso de comienzo de
una enfermedad intercurrente (fiebre, vómitos, rechazo de la
alimentación), se reducirá la ingesta proteica al 50%
y se
mantendrá la ingesta calórica utilizando un
preparado especial energético sin proteínas. Se
suministrarán soluciones azucaradas (soluciones glucosadas,
zumos, agua azucarada), en pequeñas cantidades (15-30 ml) en
dosis muy frecuentes (cada 15 min) y se
continuará la
suplementación con arginina/citrulina. Si no existe
tolerancia oral o empeora el estado general del niño se
recomienda acudir al hospital de referencia. Para los viajes y
períodos vacacionales es importante contar con la
disponibilidad de los productos especiales (tanto de
suplementación como energéticos sin proteínas)
para el tratamiento de posibles enfermedades intercurrentes.
Deseable también contacto previo con un hospital de
referencia cercano al lugar de vacaciones o viaje.
Ejemplo práctico de planificación de una dieta
para una paciente afectada de OTC para entregar
a los padres
Características
Edad: 10 años.
Peso: 25 kg.
Aporte proteico: 0,7 mg/kg/día = 17,5 g/día.
Aporte calórico: 65
kcal/kg/día = 1.600
kcal/día.
Sistema de raciones
Dieta por raciones
El nuevo concepto de ración se define como una
parte o cantidad determinada de un alimento (p. ej., una
ración es un vaso de leche [unos 200 ml] o también,
una pieza mediana de fruta).
Más tarde, en los diversos grupos de alimentos
definiremos las raciones para cada uno de los alimentos.
Dentro del mismo grupo de alimentos, las raciones son
intercambiables o equivalentes entre sí; es
decir, si decimos que es
conveniente comer tres raciones de
frutas-verduras-legumbres, el niño puede comer dos raciones
de verduras y una de fruta, o bien una de legumbres y dos de fruta,
etc.
Grupos
de alimentos
Pan, cereales, arroz y pasta, también denominado
harinas.
Frutas.
Verduras y legumbres.
Leche, yogur, quesos, carne, pollo, pescado y huevos;
también se denomina alimentos proteicos, y son fuente
de proteínas de alto valor biológico.
Grasas, aceites; también se denomina
grasas.
Alimentos libres, corresponden a aquellos que contienen
calorías sin aportar ninguna proteína, como el 80056,
azúcares, aceites.
Raciones totales estimadas
Harinas = 3
raciones = 140 kcal.
Frutas = 2 raciones = 80 kcal.
Verduras = 3 raciones = 140 kcal.
Alimentos proteicos = 1 ración = 90 kcal.
Grasas = 5 raciones = 450
kcal.
Alimentos libres = 5 raciones = 700 kcal.
Todos los alimentos son necesarios para una correcta
alimentación, ninguno es mejor o peor que otro.
Se recomienda, para asegurar un aporte adecuado de
micronutrientes y antioxidantes, variar dentro de cada grupo de
alimentos.
Distribución de las
raciones
(es meramente orientativo;
tabla 6)
En caso de que el niño refiera sensación de
hambre, se podrán aportar raciones de los alimentos libres y
grasas de un modo razonable.
Comentario sobre los
alimentos
libres
Deberá existir un equilibrio entre los aportes de grasas
y de hidratos de carbono o azúcares, con el fin de evitar
una dieta aterogénica.
Los aportes de azúcares no
deberían ser superiores al 55% de total de las
calorías.
Productos libres elaborados como el 80056 nos permite,
además, aportar minerales como el calcio en que suelen ser
deficientes en base a tener restringidas las proteínas de
gran valor biológico.
1 ración = 200 ml de 80056.
Comentario sobre los alimentos pobres en
proteínas
En la actualidad, la industria elabora diferentes productos
especiales, como galletas, pastas, pan, etc., cuyo contenido
proteico es menor al del alimento natural.
En caso de que nuestro niño reciba un producto de
estas
características, para recalcular las necesidades, nos
basaremos en el grupo alimentario al que pertenece, realizaremos la
equivalencia en razón al aporte proteico, y como
nos
dará un exceso de calorías, éstas se
deducirán de los alimentos libres y/o de las grasas.
Importante
Este sistema de calcular los aportes de alimentos es menos
exacto que la encuesta dietética de cantidades exactas, por
lo que se deberá realizar ésta de un modo programado
(tablas 7 y 8).
Tratamiento farmacológico
En este grupo de enfermedades contamos con la posibilidad de
diversos fármacos quelantes de amonio que representan
vías alternativas de excreción de
nitrógeno26
. Se utilizan distintas sustancias
(benzoato, fenilacetato y fenilbutirato) que combinados con otras
sustancias endógenas nitrogenadas (glicina para el
benzoato
y glutamina27
para
fenilacético/fenilpropiónico), forman compuestos
conjugados de fácil eliminación renal (ácido
hipúrico y fenilacetilglutamina, respectivamente).
Por cada mol de benzoato, se excreta uno de nitrógeno y
su dosificación general es de 250 mg/kg/día repartido
en 3-4 tomas, en situaciones agudas específicas su
dosificación puede incrementarse hasta los 500
mg/kg/día.
El fenilacético tiene unas características
organolépticas (olor desagradable) que le hacen poco
apropiado para su utilización oral de forma crónica.
Por ello se utiliza el fenilbutírico que es mejor tolerado.
Por cada mol se excretan dos de nitrógeno y su
dosificación es de 250
mg/kg/día (aunque se han
manejado dosis de hasta 650 mg/kg/día).
Se han descrito algunos efectos secundarios en el uso de
estos
fármacos tanto clínicos como
analíticos28,29
. Tendencia a vómitos,
mucositis, alteraciones del ciclo menstrual, acidosis/alcalosis,
hipoalbuminemia, hipopotasemia, aumento de transaminasas,
depleción de glicina (en el caso del benzoato).
Se han utilizado otros productos en el tratamiento de las ECU
como el N-acetilglutamato en el déficit de
N-acetilglutamato-sintetasa con un rango de dosis de 100-300
mg/kg/día. También se ha mencionado el uso de
citrato, fólico y piridoxina en el
capítulo de
tratamiento dietético.
Otro asunto de interés es el problema del tratamiento
general de los fármacos en estos pacientes. Se recomienda no
utilizar fármacos potencialmente hepatotóxicos. En el
caso de precisar medicación anticonvulsionante, el
ácido valproico es un producto peligroso que puede inducir
descompensaciones (sobre todo en déficit de OTC).


Otros tratamientos
Para el tratamiento clínico de un paciente con ECU en
su
forma neonatal grave o con una descompensación muy grave,
las medidas dietéticas y farmacológicas pueden
resultar insuficientes. Así, cuando el amonio supera los
800-1.000 µg/dl y existen alteraciones important
es de la
conciencia y el EEG, nos veremos abocados a instaurar medidas de
soporte vital y depuración medicoquirúrgica del
amonio mediante hemodiálisis o
hemodiafiltración30
(recurriendo a la
diálisis peritoneal si las técnicas previas no
resultan posibles).
Se ha descrito un proceder de actuación en el denominado
rescate del coma hiperamoniémico:
Soporte vital con posibles medidas de ventilación
mecánica.
Perfusión de soluciones glucosadas sin aporte de
nitrógeno.
Disminuir amoniogénesis intestinal
(metronida-zol/lactulosa).
Administrar benzoato/fenilbutirato (a las dosis
máximas señaladas y por vía intravenosa si se
dispone de
dicha posibilidad).
Sobre todo, hemodiálisis, hemodiafiltración.
Recurrir a la diálisis peritoneal si no se dispone de estas
técnicas de cierta complejidad en el recién
nacido.
En las ECU puede estar indicado el trasplante
hepático31
. Las formas de comienzo neonatal
(sobre todo citrulinemia y déficit de OTC) para las que se
ha reportado un pronóstico muy grave32
.
También cuando las descompensaciones hiperamoniémicas
son frecuentes y amenazan el adecuado desarrollo psicomotor del
paciente. Se ha reportado la necesidad de mantener la
suplementación con arginina en estos pacientes
postransplantados33
.
Conclusiones
Las ECU son un importante grupo de atención en las
unidades de metabolismo.
En la actualidad, el tratamiento dietético es la
medida más relevante y logra controlar la expresión
clínica en un número elevado de pacientes.
Son básicas la limitación proteica y la
suplementación con arginina/citrulina.
Los casos graves precisan el uso adicional de
fármacos quelantes de amonio.
Es necesario controlar los efectos secundarios de la dieta
limitada en proteínas.
La educación nutricional y las medidas
domiciliarias dietéticas precoces son útiles para la
prevención de las descompensaciones y el
hospitalismo de
estos pacientes.