La
amenaza del Gran Medio Oriente
Por: José Carlos García Fajardo – Masiosare
– Abril 12/2004.
La Casa Blanca y el
Departamento de Estado han enviado mensajeros a 21 países para advertir que
"no están dispuestos a esperar la evolución de sus regímenes hacia la
democracia", ni a que se resuelvan los conflictos de la región por medios
propios. Para eso, Estados Unidos tiene el plan del Gran Medio Oriente:
"instalar la democracia" a la manera occidental y "ayudarles a
desarrollarse económicamente y a favorecer a las clases medias". La región
comprende 23 países -de Mauritania a Pakistán-, 600 millones de habitantes, en
su gran mayoría musulmanes, y dos tercios menores de 30 años. Y, ojo, en esa
parte del planeta están tres cuartas partes de las reservas mundiales de
petróleo y más de la mitad de las reservas de gas
Después de la destrucción de los regímenes de Afganistán y de Irak,
desplegadas bases militares en las antiguas repúblicas soviéticas, el gobierno
de Estados Unidos se dispone a desarrollar la política contenida en el famoso documento PNAC, que sólo pudo aplicar después de los ataques
terroristas del 11 de septiembre de 2001. Se trata de la nueva versión aplicada
al norte de Africa con el alarmante título el Gran
Medio Oriente.
Como escribió John Pilger, la amenaza que
representa el terrorismo estadunidense para la
seguridad de las naciones y las personas se resume en un documento escrito
antes de la elección de Bush. Lo que Washington
necesitaba para dominar a la mayoría de la humanidad y los recursos naturales
mundiales es "algún acto catastrófico, algo como un nuevo Pearl Harbor". Los ataques
del 11 de septiembre proporcionaron "la oportunidad de todos los
tiempos". Los extremistas que han explotado el ataque terrorista vienen de
la era de Ronald Reagan,
cuando se establecieron grupos de extrema derecha y "grupos de
expertos" para vengar la "derrota" estadunidense
en Vietnam. En la década de los noventa se formó el Proyecto para el Nuevo
Siglo Estadunidense (PNAC, por sus siglas en inglés).
De ahí el borrador
sobre el Gran Medio Oriente que se disponen a presentar ante el Grupo de los
Ocho (G-8) países más ricos en su reunión de junio en Estados Unidos.
Ese Gran Medio Oriente
se compone de 23 países y cubre una zona que se extiende desde Mauritania hasta
Pakistán, con una población de 600 millones de personas -10% de la población
mundial-, en su gran mayoría musulmanes, y dos tercios con menos de 30 años.
Esa parte del globo
guarda tres cuartas partes de las reservas mundiales de petróleo y más de la
mitad de gas. Por supuesto que el terrorismo que golpeó a Estados Unidos el 11
de septiembre de 2001, así como a España el 11 de marzo pasado, hunde en esta
región sus raíces y obtiene de ella sus voluntarios suicidas.
Los actuales
gobernantes estadunidenses declaran que van a desecar
este yacimiento de terroristas para poder protegerse de sus crímenes y proteger
a sus aliados europeos e israelíes.
La fórmula para
alcanzar estos objetivos consiste en "instalar la democracia" en los
21 países de la región que todavía no la tienen -a diferencia de Turquía y de
Israel- y "ayudarles a desarrollarse económicamente y a favorecer a las
clases medias".
Pero el objetivo
principal de este proyecto es la penetración económica con su modelo de
desarrollo, la restructuración de sus sistemas
políticos y el control de sus inmensas riquezas energéticas.
La Casa Blanca y el
Departamento de Estado ya han enviado a sus mensajeros para comunicar a los
dirigentes políticos de esos países que no están dispuestos a esperar la
evolución de sus regímenes hacia la democracia, ni a que resuelvan el problema
palestino-israelí por sus propios medios.
Sólo se trata de un
"proyecto" preparado por las cabezas fundamentalistas de Washington
que van a presentar a los dirigentes del G-8, así como a los países miembros de
la OTAN, cuyos dirigentes se reunirán en Estambul el 28 y 29 de junio.
En lenguaje de
marketing, se trata de un prelanzamiento logrado, un globo sonda con éxito. Los
dirigentes de Egipto y de Jordania han corrido a Washington aterrorizados
porque no se les tuvo en cuenta, como a ninguno de los dirigentes de esos 21
países.
Los ideólogos
neoconservadores estadunidenses pretenden la
remodelación del mundo en busca de una mayor seguridad para los países
desarrollados, utilizando la fuerza militar para imponer la cosmovisión de
Occidente, expresada en el nuevo fundamentalismo democrático.
Ya el 26 de febrero de
2003 el presidente George Bush
habló de las "necesarias reformas económicas", de "una mayor
participación política" y de la redacción de una "carta árabe"
sobre ese tema. Sobre todo, desde el 11 de septiembre en que Estados Unidos
decidió no seguir dependiendo del petróleo de Arabia Saudita al comprobar que
su régimen sostenía a los fanáticos talibanes. El
tiempo apremia porque la familia reinante en Ryad se
ha apresurado a firmar impresionantes acuerdos con el gobierno de Pekín para
dirigir hacia el nuevo coloso, en los próximos años, 10 mil millones de
barriles de petróleo imprescindibles para sostener su imparable desarrollo
económico.
A la locura del PNAC
le sucedió el horror del ataque terrorista en Nueva York
y Washington. A la invasión de Afganistán, los atentados en Casablanca y Bali. A la injusta guerra de conquista de Irak, decidida
por el trío de George Bush,
Tony Blair y José María Aznar en las islas Azores, los atentados de Madrid.
La Unión Europea tiene
que cambiar el rumbo de esta política demencial con los recursos que pueden dar
las urnas, la coordinación de las fuerzas de inteligencia y una nueva política
de justicia social hacia esas muchedumbres aplastadas entre dos polos, por
regímenes tiránicos y por concepciones de la vida que repugnan a la humanidad.
* Profesor de pensamiento político y
director del Centro de Colaboraciones Solidarias
Marcos Jesus Concepcion Albalat
Director de
Argos Is-Internacional
argosisagenciacentral@yahoo.com
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