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Trece años de “Gloria sobre el Horizonte”
‘A todos nuestros Guerreros del Aire que sufren el fragor de la guerra participando en épicos combates a lo largo y ancho de todo nuestro territorio nacional’. El Arma de Aviación cumple hoy trece once años de haber sido reactivada. Es una de las Unidades más jóvenes de la Fuerza y ha alcanzado los más altos elogios a nivel de las aviaciones de los ejércitos de Latinoamérica por la importancia que esta representa en la lucha que adelanta nuestro país contra los grupos narcoterroristas. En la actualidad se cuenta con una importante flota de aviones y helicópteros que llegara a aumentar su número de 14 MI–17 (Rusos) a 18 y de 11 UH–60L (Black Hawk) a 20 aeronaves propias en el mes de Marzo del 2007, además se reforzara con dos aviones Gran Caravan multipropósito el próximo mes, los cuales cumplirán misiones de transporte, reconocimiento, comando y control, evacuaciones aeromédicas y entrenamiento, así como sostenimiento de las operaciones de aviación; este significativo avance se ha logrado gracias a la confianza, misión y proyección que cada uno cada uno de los Comandantes del Ejército han procurado darle a esta Unidad Operativa Menor. Esta Importante arma que hace parte de la maniobra terrestre, con nuestras unidades de combate, Infantería y Caballería, que en conjunto con las unidades de apoyo de combate Artilleros, Ingenieros, Comunicaciones e Inteligencia, lleva la enorme responsabilidad de dinamizar por tierra y aire las dimensiones del campo de combate logrando así el éxito en el cumplimiento de la misión. Desde que la Aviación del Ejército apoya las operaciones militares, se ha suministrado movilidad, versatilidad y velocidad a las tropas, como componente del equipo de armas combinadas, gracias a las fortalezas de sus oficiales, suboficiales y soldados que debido a su amplia experiencia operacional conocen las necesidades y por ello facilitan la toma de decisiones a todos los comandantes del componente terrestre.Los espacios en los que se ha destacado y dinamizado le han dado una gran implementación de doctrina táctica, mejorando los procedimientos en todas las áreas operacionales, formación y capacitación de aviadores y técnicos de aviación, programas de entrenamiento de vuelo, mantenimiento, operaciones, medicina de aviación y transito aereo. Todos nuestros soldados aviadores se desempeñan con sacrificio, lealtad, abnegación, compromiso, sentido de pertenencia y verdadera entrega en el propósito de contribuir al esfuerzo operacional que adelanta nuestro Ejército en cumplimiento del mandato constitucional y las directrices de las políticas de defensa y seguridad democrática del gobierno Nacional. 25 de agosto de 2008 |
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Homenaje al Mayor Néstor Hernando Osorio Osuna
Junio 4 de 1970 / Noviembre 22 de 2006 24 de mayo de 2007. La Fuerza Aérea ofreció un sentido homenaje a quien ofrendó su vida prestando servicio a la Institución y lucho por lograr la paz de nuestro país. Biografía: Nació en Bogotá en el hogar formado por la señora Liliana Osuna y el señor Alfonso Arturo Osorio (Q.E.P.D.). Fue el mayor de cuatro hermanos y siguiendo los pasos de su Tio, de quien llevaba su mismo nombre, se incorporó a la Fuerza Aérea, pisando por primera vez el alma mater de los aviadores, el 15 de enero de 1990. Hizo parte del curso número 66 de la Escuela Militar de Aviación y desde que recibió sus alas de piloto, supo que su vida y su carrera estarían bajo las palas de un helicóptero, aeronave que voló durante 14 años. Este oficial, aguerrido y perseverante, inicio volando el equipo UH-1H, después fue piloto de Black Hawk, para luego desempeñarse en infinidad de operaciones de orden público en el Comando Aéreo de Combate N° 5 en Rionegro- Antioquia, al mando de un UH -60 ARPIA III, aeronave que lo llenó de satisfacciones y glorias, ya que gracias a ella, pudo salvarle la vida a cientos de soldados y policías en momentos cruciales. Y fue precisamente en una de estas vitales operaciones contra las Farc, cuando su aeronave fue impactada y su humanidad también. Herido de muerte insistió en continuar la lucha, pero su vida se desangraba velozmente, entonces, con la mano firme en el timón debió aterrizar para salvar su vida y la de su tripulación. Recuperado de este impase, el Mayor Néstor Osorio siguió luchando, como lo hacen los valientes con el convencimiento de que su esfuerzo y compromiso no eran en vano. El día de su partida volaba en el avión Caravan en una misión de apoyo a tripulaciones de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, sobrevolando el área rural del municipio de Cunday, departamento del Tolima, entonces el cielo se oscureció y los atrapó con su sombra en un abrazo mortal. Con él también partieron el Teniente Andrés Felipe Echevery y el Técnico Primero Luis Alejandro Acosta, dejando un profundo dolor por la pérdida de estos tres valientes guerreros. Su hijo Nestor Daniel, su esposa la señora Beatriz Eugenia Zapata y su pequeña Maria Paz, lo recuerdan hoy, no sólo como al padre y esposo cariñoso, alegre y emprendedor, sino al hombre que lloraba de rabia e impotencia ante la muerte de los soldados que con mucho esfuerzo había evacuado de las zonas de combate. De esta manera rendimos un homenaje al señor MAYOR NESTOR HERNANDO OSORIO OSUNA, sus innumerables aportes a la institución y a Colombia quedarán guardados para siempre en nuestros corazones….. Paz en su Tumba. |
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EN MEMORIA DE VEINTITRES SOLDADOS DE COLOMBIA
"Era un incansable seguidor de sueños de colores, elevaba su cometa y tras ella corría, un día mientras corría le vimos elevar su vida... " Angela Botero Recordamos a los Soldados Colombianos que partieron en un vuelo sin regreso el 26 de Febrero de 2003. Ellos volaron en misión del servicio sin saber que su verdadera misión para ese día, consistía en encontrar y traspasar el punto del no retorno, y situarse fuera del tiempo y del espacio... En una mañana lluviosa con tormenta eléctrica y con espesa bruma, un helicóptero Blackhawk del Ejercito Colombiano impactó contra una montaña en el Departamento del Cesar; con precision no se conocen las causas del accidente, ya que el helicóptero pudo haber sido derribado por la guerrilla, porque antes que el aparato cayera, varios campesinos de la region escucharon sucesiones de ráfagas de proyectiles; o la causa pudo haber sido, el mal tiempo imperante en la zona o el sobrecupo de pasajeros y la sobrecarga de municiones y armamento. Allí, rodeados de honor y gloria desaparecieron los siguientes Guerreros del Aire: Capitán Pablo Osorio, Teniente Alex Trujillo , Cabo primero Luis Medina , Cabo segundo Frank Arango, Capitanes Rafael Hernández y Andrés Perdomo , Teniente Manuel Sarmiento, Cabo primero Mauricio Duque y los Soldados Profesionales Emiliano Jaimes, Victor Marroquín, Ebert Tovar, René Barragán, Camilo Ernesto Loaiza , José Edgar Méndez, John Morales, Hernán Lemus, Angel Amado, Pastor Jaimes, Gabriel Fajardo, Fabián Ocampo, Roberto Moreno, Wilson Hernández y Luis Rozo . Por defender a nuestra patria, estos 23 soldados guerreros entregaron su vida con pasión y amor inquebrantables; nosotros seguimos aún aquí, con el sinsabor de su partida, con el latente vacío de la guerra, con la sombra sangrienta que ni siquiera intenta dejarnos en los días de sol o en las noches de luna. Osados y valientes guerreros del aire, que murieron luchando con lealtad y patriotismo siempre en pos del ideal de la libertad, siempre los recordaremos. Pablo Osorio, el Guerrero del Aire, partió a la edad de 30 años,su forma terrenal marchó a encontrarse con la supremacia espiritual para disolverse en ella como una estrella en el universo, y para renovarse como la luz del sol, la dulzura del cielo y los misterios de la mar. Pablo nació el 28 de Agosto de 1972 en el hogar de Pablo Osorio y Lola Higuera, cursó la secundaria en el Liceo Militar General Serviez de Villavicencio, y posteriormente estudió en la Escuela Militar General Jose Maria Cordoba en donde recibió el grado de Oficial del Ejercito. Fue herido de gravedad en Aguachica (César) en un enfrentamiento con la Guerrilla, y después de superar una larga convalescencia, regresó al servicio activo. Luego, se convirtió en Piloto de Helicóptero Black Hawk, distinguiéndose siempre por su eficiencia, idoneidad y profesionalismo, y fue condecorado en varias ocasiones por su valor y entrega en la prestación del servicio. Este recuerdo biografico, tiene como objeto poner el acento sobre el compromiso y la permanente intención de Pablo, en servir a su patria, en ayudar a los desfavorecidos y necesitados, y en actuar siempre con generosidad y humildad. El Capitán partió de esta vida haciendo lo que más le gustaba hacer, volar y disfrutar de efectuar con excelencia su trabajo. Afortunado y privilegiado él, porque hizo realidad sus sueños y anhelos, y escogido por los Dioses porque murió joven y de forma heroíca sirviendo a su patria; indeleble y profunda es la huella de su caminar y eterna será su sombra. Morir por la patria en la flor de su vida confirió a nuestro guerrero la excelencia, el honor absoluto y la Gloria; mientras el tiempo sea tiempo, persistirá la leyenda del desaparecido guerrero, y el resplandor de su admirable valor y de su noble sacrificio, en lo sucesivo adornarán su nombre. Sobrepasando cualquier honor ordinario o dignidad de Estado, tan superficiales, efímeros y relativos, aspirando al absoluto está el honor heroico registrado con la partida del guerrero entre Gloria y dolor, honor que perpetuará su recuerdo de color vivo y extraordinario. La vida breve, la entrega y la tragedia dan a nuestro guerrero esa colosal estatura del ideal heroico. Repetitivamente, él soñaba con una misteriosa puerta que entreabierta dejaba filtrar un brillante rayo de luz, y él narraba que sentía en el sueño temor y angustia cuando pensaba en traspasar al otro lado de la puerta, pero que también al mismo tiempo sentía fascinación y atracción por hacerlo. Tal vez, ese era un sueño de premonición que anunciaba la cercanía del punto del no retorno… " La noche anterior al accidente, con enorme preocupación Pablo Antonio me comentó que ese mismo día, el Blackhawk le había generado un gran susto debido a una seria falla mecánica presentada en vuelo; y varios días después de la tragedia, el General Comandante de la Aviación del Ejercito, durante una visita protocolaria de saludo a la agobiada familia, confirmó la versión de Pablo y agregó que los pilotos de la Fuerza volaban en altisimas condiciones de riesgo y de presión…Porqué? -le pregunté yo-, y el General respondió que todos los Militares estaban presionados porque debían mostrar resultados ante el país, y que entonces las misiones había que cumplirlas afrontando la presión y el alto riesgo". C. Osorio |
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23 SOLDADOS MUERTOS EN ACCIDENTE AEREO EN COLOMBIA Colombia.com (2/26/2003) : Un helicóptero Black Hawck se accidentó la mañana de este miércoles al sur del departamento del Cesar cuando participaba en una acción militar. A bordo se encontraban 23 tripulantes quienes perdieron la vida como consecuencia del impacto. Según el Ejército, el accidente se registró hacia el medio día de este miércoles, cuando tres helicópteros adscritos a la aviación del Ejército se desplazaban entre La Loma y el municipio de Curumaní (Cesar) Las tres aeronaves realizaban una operación ofensiva y debido al mal tiempo, tuvieron que romper la formación, perdiéndose así, el contacto con una de ellas. Posteriormente se declaró la emergencia y se inició la búsqueda de la aeronave. Aunque los organismos de rescate no han llegado al lugar, el aparato fue encontrado a 17 kilómetros al norte de la población de Pailitas (Cesar) Sin embargo, el comandante del Ejército Nacional, general Carlos Alberto Ospina Ovalle, informó que las operaciones de búsqueda fueron suspendidas por cuestiones del mal tiempo. En la aeronave se desplazaban 23 militares, incluidos seis tripulantes. Tripulación Capitán Pablo Osorio Higuera (Piloto) Teniente Alex Trujillo Buirago (Copiloto) Cabo Primero Luis Medina De Hoyos (Técnico) Cabo Segundo Frank Arango Ruiz (Técnico) Personal orgánico Aviación de Ejército Capitán Rafael Hernández Sierra. Capitán Andrés Perdomo Saldaña. Personal orgánico Fuerza de Despliegue Rápido ( Bafer-3) Teniente Manuel Sarmiento Silva. Cabo Primero Mauricio Duque Vélez. Soldado Profesional Hoyas Jaimes. Soldado Profesional Víctor Marroquín. Soldado Profesional. Heber Tovar Valencia. Soldado Profesional. René Barragán Ballesteros. Soldado Profesional Camilo Loaiza Culma. Soldado Profesional José Méndez Gamba. Soldado Profesional Jhon Morales Delgado. Soldado Profesional Chamarrabi Lemus. Soldado Profesional Ángel Amado Gómez. Soldado Profesional Pastor Jaimes Uribe. Soldado Profesional Gabriel Fajardo. Soldado Profesional Fabián Enrique Ocampo. Soldado Profesional Roberto Moreno. Soldado Profesional Wilson Hernández Carvajal. Soldado Profesional Luis Rozo Acero. Correspondencia, sugerencias e informaciones a: prensa.colombia@interlatin.com <mailto:prensa.colombia@interlatin.com> |
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Una colombiana es la única mujer en Latinoamérica que pilotea un helicóptero Black Hawk de combate
Abril 18 de 2006. Bogotá. D.C. Se trata de la Capitán de la Policía Erika Pedraza Murillo, que guía con precisión una de las armas más poderosas de la Fuerza Pública. Solo una hora después, cuando pisó tierra, la capitán Erika asimiló lo que, muchas veces, sus compañeros pilotos le habían explicado acerca de la sensación de ser impactados con ráfagas de fusil. "Es como si estuvieran haciendo crispetas", afirma. Esa fue la primera vez que una nave piloteada por la capitán Erika, nacida en Armenia hace 26 años, fue alcanzada por proyectiles. Ocurrió el 15 de febrero del 2005, cuando las Farc estaban tratando de tomarse Toribío (Cauca). Después de dos días de combates, la situación era delicada: pese al despliegue de la Fuerza Pública, los hombres de las Farc no abandonaban la zona y persistían en sus hostigamientos. Los Black Hawk recibieron la orden de llevar refuerzos al pueblo. Minutos antes de aterrizar en una cancha de fútbol, por radio les informaron que los policías tenían rodeado el improvisado helipuerto y controlado el perímetro. Dos Black Hawk aterrizaron y salieron sin novedad. Cuando el que guiaba la capitán Erika tocó tierra, los comandos empezaron a descender y a tomar posiciones. "Pasó en segundos. Se habían bajado ocho comandos Jungla y quedaban otros siete en el helicóptero. Fue cuando comenzamos a sentir golpes secos en el helicóptero. El comandante gritó que nos estaban disparando; de inmediato cerramos las puertas y salimos de allí", recuerda Erika. Los dos artilleros del Black Hawk estaban ‘ciegos’. "No sabían a dónde disparar –cuenta la oficial–, porque alrededor de la cancha se veían policías; salir de allá fue complicado". En el aire, fuera del alcance de los proyectiles, los instrumentos no reportaron novedad; diez minutos después aterrizaron en Popayán. Cinco impactos de fusil La oficial descendió del Black Hawk –ya con el motor apagado– y con sus compañeros y técnicos en tierra, revisaron el fuselaje. Contaron cinco impactos calibre 7,62 milímetros. Los más graves, dos que dieron cerca al reservorio del hidráulico y al rotor principal. "En ese momento, y después del sustico, caí en cuenta de que verdad se siente como cuando uno hace crispetas, lo que pasa es que en este caso uno está dentro de una ‘olla’ de 22.000 libras de peso". A mediados de 1995, Erika Pedraza, la estudiante del colegio Inem de Armenia, les informó a sus padres que había decidido entrar, al año siguiente, a la escuela de cadetes de Policía General Santander, en Bogotá. El apoyo fue inmediato, sobre todo de su padre, Abel Pedraza, un suboficial pensionado del Ejército. "No se me había pasado por la cabeza ser piloto –dice la capitán Erika–, pero en diciembre del 2001 una prima que se graduó de piloto de avión en la institución me entusiasmó, pero opté por los helicópteros". Seis meses después, la entonces teniente Erika y otras dos oficiales tuvieron su primera clase en la escuela de aviación de la Policía, en Mariquita (Tolima). El 17 de noviembre del 2002 hizo su ‘soleo’ –como se dice en el argot de los pilotos cuando vuelan sin instructor–. "Pensando en el bautizo que les hacen a los pilotos nuevos, llevé unas tijeritas en el overol. Cuando llegué a donde mi mayor –el instructor–, traté de entregárselas y él me dijo ‘no mijita’; sacó una pequeña navaja y me cortó la cola de caballo", recuerda la capitán Erika. Luego la bañaron en aceite quemado. Tres meses después se graduó como piloto de helicóptero y comenzó a apoyar, en un Huey repotenciado, las tareas de aspersión de cultivos ilícitos. Por su buen desempeño, en diciembre del 2003, le notificaron que debía ir a Alabama (Estados Unidos) a hacer el curso de Black Hawk. A su regreso, en junio del 2004, comenzó a pilotear Black Hawk y se enamoró del oficial de la Policía con quien se casaría en abril del año pasado . "Las misiones del Black Hawk son mejores –dice–. Los policías se emocionan cuando llegamos con refuerzos, con equipos y víveres o como apoyo armado. Es como si el helicóptero fuera un ángel que está descendiendo". Pero ahora, la capitán Erika se prepara para la que, sin duda, es la mejor misión de su vida. En tres semanas será madre de su primera hija: Sarita se llamará el ángel que espera. De los 164 pilotos de helicópteros de Antinarcóticos de la Policía, una bogotana es la más hábil a la hora de guiar el ‘mosquito’, como llaman al Hugges 500. Se trata de la Capitán Janeth García Cubillos, quien además es instructora de esta nave, utilizada como escolta de las avionetas de aspersión y en operaciones contra el narcotráfico. "Este helicóptero es muy versátil –en operaciones llega a 240 kilómetros por hora–. En él vamos el técnico y yo, quien acciona las armas", explica la capitán Janeth. La oficial ingresó a la Policía en 1993. Tras sus estudios de vigilancia en la escuela de cadetes, trabajó como policía de calle. "De subteniente estuve en Barranquilla y Bogotá. Luego, de teniente de un año, me inscribí en la escuela de aviación. Además que es una profesión alterna que nos ofrece la Policía, me parecía muy emocionante", recuerda. Acerca de por qué escogió los helicópteros, esta mujer, la piloto más antigua de la Policía de este tipo de naves, coincide con la capitán Erika en que las misiones son más gratificantes. A pesar de los riesgos de su profesión, dice que no la cambia por nada. "En mi casa no están tensionados por ello, y soy el orgullo de mi mamá", dice. 230 Pilotos tiene a su servicio la Policía Antinarcóticos. 164 de ellos son de ala rotaroria (helicópteros) y 66 de ala fija (aviones y avionetas). Las mujeres pilotos son 15, nueve de aviones y 6 de helicópteros; dos de estas últimas pilotean naves de combate. Una llanera, primer mujer piloto de combate Una Llanera de 25 años en el grado de Subteniente, se convirtió en la primera mujer piloto de Combate en Colombia y Latinoamérica. El mismo Llano que la vio nacer, se convirtió en testigo del sueño hecho realidad de esta joven, al convertirse en piloto de combate luego de haber sido seleccionada por el Comando General de la Fuerza Aérea, para realizar durante 3 meses el curso de Tucano T-27 en la Base de Aérea de Apiay, Villavicencio en el Meta. Su deseo por pertenecer a la Fuerza Aérea, la llevó a ingresar ala Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez, dentro del primer grupo de mujeres que se incorporaron para llevar a cabo la carrera Militar, pues la presencia femenina en la Institución se había logrado en 1979 con la inclusión de las mujeres, únicamente como Oficiales del cuerpo Administrativo. Sus aptitudes para el vuelo y la disciplina que adquirió en la Escuela durante 4 años de formación, le permitieron graduarse en el año 2001 en la especialidad de piloto, incursionando en un campo que hasta hoy solo había sido dominado por los hombres. Así "Llanera", seudónimo que utiliza por razones de seguridad y las 16 mujeres que junto a ella tuvieron el coraje de ser las primeras en tomar la decisión de seguir la carrera Militar, rompieron los prejuicios en una profesión consagrada para el sexo masculino, comprobando que la esencia femenina si es compatible con la vida Militar y demostrando que las mujeres están en condiciones de contribuir en la construcción de una mejor Colombia, integrando y posiblemente en futuro comandando las Fuerzas Militares. |
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ÉRIKA PEDRAZA MURILLO
CAPITÁN DE LA POLICÍA ANTINARCÓTICOS “Yo era copiloto de helicóptero UH-1H y estaba realizando una operación en la Sierra de la Macarena cuando hirieron al piloto en un brazo. No tuve tiempo de auxiliarlo cuando me dijeron que el artillero también estaba herido. Le habían disparado en la cabeza. Él estaba más grave, pero no había cómo aterrizar en ese sitio. TENÍAMOS QUE SALIR DE ALLÍ DE INMEDIATO O PODÍAN DERRIBARNOS, ASÍ QUE TOMÉ LOS CONTROLES DE LA NAVE Y LA SAQUÉ SIN ARTILLERO Y SIN PILOTO EN MEDIO DE LOS DISPAROS. Logré aterrizar en San José que estaba como a 60 millas con todos a salvo. Poco tiempo después me tocó cuidar un helicóptero de Dyncorp que habían derribado. Estaba pendiente de los controles de vuelo cuando de pronto sentí la mano caliente, me vi el guante lleno de sangre y me di cuenta de que me habían herido, pero justo en ese momento se prendió la alarma del rotor de cola. Esa es una de las emergencias más críticas de un helicóptero y ordena aterrizar tan pronto sea posible. Tuve que volar herida mientras salíamos de esa condición y logramos aterrizar a cinco millas, muy cerca de donde nos habían disparado. Esto no es como un carro, aquí necesitas las dos manos para volar. Le cedí los controles al piloto. Logré recuperarme y me convertí en la única mujer piloto de Black Hawk en Latinoamérica. Durante la toma de Toribío, el año pasado, logré aterrizar de emergencia con quince personas a bordo. En agosto quedé en embarazo y tuve que dejar de volar después del primer mes. Ahora mi bebé ya tiene cinco meses y en un mes regreso al aire”. NUBIA FABIOLA NIETO CAPITÁN MÉDICO EJÉRCITO “Yo hacía evacuación aeromédica en San Vicente del Caguán. Una mañana me llamaron a evacuar a un soldado herido en cabeza y tórax. Estábamos a un metro del piso y los técnicos ya habían abierto las puertas del Back Hawk cuando LOS TIROS EMPEZARON A ENTRAR POR EL LADO DERECHO, DE PRONTO VI UN CHARCO DE SANGRE EN EL PISO Y NO ME DI CUENTA DE QUE LA HERIDA ERA YO. El disparo me había entrado en la cadera, estaba revisando mi uniforme a ver qué me había pasado cuando me entró el segundo en el brazo. ‘Mi brazo, mi brazo no’, pensé al verlo destrozado y que me colgaba. Me tiré al piso porque en ese momento la ametralladora se trabó y lo peor es que no alcancé a ayudar al soldado porque tuvimos que salir en emergencia. A él lograron sacarlo a las doce de la noche. De esa unidad hirieron a 12 esa semana y hubo cinco muertos. Yo he sido la única mujer del Ejército herida en combate. A pesar de que me recuperé en un 80 por ciento, estuvieron a punto de amputarme el brazo, y aunque hay cosas que no puedo hacer, sí he podido seguir desempeñándome como médico. En agosto del año pasado pasé la prueba de fuego cuando logré rescatar a un soldado herido en Miraflores. Allá es donde uno ve la razón de ser del médico, es allá donde realmente nos necesitan”. |
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HEROES ANONIMOS, HEROES OLVIDADOS
Se olvida muy rápidamente a esos soldados y oficiales que jamás ocuparán grandes titulares, ni cuyas fotos saldrán en las páginas sociales o serán objeto de actos públicos de reconocimiento. Hombres y mujeres, que alejados de sus familias y soportando inclemencias, son artífices del éxito. Por César Castaño Rubiano Fecha: 07/28/2008 - En días pasados, la atención de los colombianos giró alrededor de la celebración del aniversario de la independencia nacional. Los medios de comunicación no cesaron de invitar a las actividades programadas, entre otras, la marcha por la liberación de los cautivos, el gran concierto nacional, el desfile militar en Leticia, en fin, todos los actos para manifestar, en esencia, el amor por Colombia. Sin embargo, en medio de ese júbilo patriótico y del rotundo éxito de los eventos desarrollados, pocos recordaron nombres como el del sargento del Ejército Hélmer Javier Pérez Chamorro quien perdió la vida al intentar salvar la de los diputados del Valle del Cauca, o el soldado profesional Jhon Fredy Hernández quien pereció cuando rescataba a sus compañeros en medio de un campo minado, o el subteniente Diego Alejandro Barrero Guimand asesinado por un francotirador mientras conducía su patrulla en el nudo de Paramillo, o el del subteniente Luis Eduardo Villegas Forero, ultimado cuando se enfrentó a un grupo de plagiarios durante el rescate de un secuestrado. Estos personajes poco a poco caen en el anonimato, en el olvido, como cientos de soldados, infantes de marina o policías muertos o afectados en su integridad. Héroes anónimos perpetuados en la memoria de sus familias, exaltados ocasionalmente por sus instituciones, pero generalmente olvidados por sus conciudadanos. Probablemente muchos colombianos no saben, que existe una ley que obliga a rendir homenaje a estos héroes, y su desconocimiento, muy seguramente, se debe a la escasa difusión que ha tenido el acto legislativo. Por ello es necesario recordar que, en 2004, un grupo de nacionales liderados entre otros por la Fundación “Colombia Herida”, logró que se promulgara la Ley 913, la cual destina el 19 de julio como el “Día de los héroes de la Nación y sus familias”. En esa fecha, que simbólicamente antecede al aniversario de la independencia, las autoridades civiles, militares, y de policía, están obligadas a realizar ceremonias que exalten los logros de quienes ofrendaron su vida o integridad, y a la vez agradecer públicamente a las familias su sacrificio. Dispone además la citada ley, que toda dependencia oficial, privada y eclesiástica de la Nación y en general todo el pueblo colombiano debe, ese día, izar el estandarte Nacional a media asta en conmemoración de aquellos militares o policías que se han sacrificado por la libertad. En la práctica, sin embargo, el homenaje se reduce, desde hace cuatro años, a una ceremonia militar en una plazoleta aledaña al Ministerio de Defensa donde está el “Monumento a los caídos en acción”. En este acto están presentes generalmente, militares, policías, asociaciones de retirados y uno que otro medio de comunicación, dependiendo eso si, del personaje que asista o la coyuntura del momento. Este acto debería ser realmente un reconocimiento nacional con la ciudadanía, en todo el país, como una efectiva muestra de solidaridad con las familias de tantos hombres caídos en cumplimiento del deber. Si se ha avanzado en seguridad, si los colombianos, aun en medio de tantos problemas, respiran un aire distinto al de hace unos años, es porque tenemos héroes. Y si tenemos militares y policías de quienes sentirnos orgullosos, es porque tenemos todo un pueblo capaz de gestarlos, de procrear hombres y mujeres que nos permiten mirar a nuestros enemigos con la frente en alto, sin la humillación de hace unos años, en los que la cobardía y la debilidad nos agobiaban. Cuando se habla de las históricas operaciones desarrolladas por la Fuerza Pública en los últimos tiempos, se exalta generalmente a los estrategas, es decir, al Presidente, al Ministro de Defensa y a la cúpula militar o policial. Pero se olvida muy rápidamente a los verdaderos héroes, a esos que jamás ocuparán grandes titulares, ni cuyas fotos saldrán en las páginas sociales o serán objeto de actos públicos de reconocimiento. Hombres y mujeres, que en lugares recónditos, alejados de sus familias y soportando inclemencias y riesgos, son los verdaderos artífices del éxito. Razón tenía quien dijo, que los verdaderos héroes de la historia son las personas comunes. Si bien los éxitos reposan en manos de los líderes, hay que recordar que la grandeza no es cuestión de unos pocos, de todos necesita y todos la construyen. La historia cuando habla de grandeza, no habla de dimensiones, sino de alguna fe que se comparte. Y podemos tener certeza, que será la fe de esos héroes anónimos y en ocasiones olvidados, la que permitirá establecer la paz y derrotar aquellas fuerzas, de todas las extremas, que ancladas en una posición violenta y absurda, pretenden doblegar la voluntad del pueblo colombiano. ________________________________________ * César Castaño rubiano es historiador militar |
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DE PATRULLA EN UN HELICOPTERO BLACK HAWK
Vértigo. Eso es lo que produce viajar en un Black Hawk a escasos 50 metros del suelo y a 200 kilómetros por hora. Así de bajo y de rápido vuelan hoy sobre Irak los Sikorsky UH-60, que es el nombre técnico de esos aparatos. Y sin dejar de inclinarse a derecha y a izquierda para no convertirse en un blanco estático. Tres helicópteros derribados por la insurgencia en otras tantas semanas han transformado sus desplazamientos en una operación de alto riesgo. Pero para la 101ª División Aerotransportada se trata de una rutina. "Desde los últimos sucesos volamos más bajo y más rápido para dificultar los ataques" No hay tarjetas de embarque, ni formalidades aeroportuarias. El pasaje y la carga esperan a pie de pista. El pájaro metálico se posa y un soldado gesticula para que todos suban a bordo. Imposible hablar. El estruendo del rotor hace ininteligible cualquier sonido. Aunque las palas giran varios palmos por encima de las cabezas, los neófitos tienden a agacharse, por si acaso. Uno de los fusileros comprueba que los cinturones estén bien abrochados. Son las 13.15 cuando el Black Hawk 26550 despega del helipuerto del cuartel general de la región norte, en Mosul, con destino a Jaguar Sur, un enorme depósito de municiones junto a las ruinas romanas de Hatra. Cuatro asientos se quedan vacíos. Ni sombra de nerviosismo entre los 11 ocupantes: dos pilotos, dos fusileros, dos oficiales, un soldado raso y cuatro civiles. Pero nadie quita ojo de las ventanas. Los militares, alerta. Los civiles, fascinados. Desde esta altura, el medio centenar de camiones que esperan para descargar en una gravera parecen de juguete, y los rebaños de ovejas, bolas de algodón manchadas de arena. La velocidad a la que cambia el paisaje produce vértigo. Tal vez también influya el recuerdo de los últimos accidentes. Desde el pasado 25 de octubre, cinco helicópteros (un Chinook y cuatro Black Hawk) se han estrellado, tres de ellos derribados por misiles o lanzagranadas, lo que ha obligado a incrementar las precauciones. "Sólo un Black Hawk de nuestra división ha sido derribado, porque los dos de Mosul chocaron entre sí, fue un accidente", insiste el coronel Ken Hodges, responsable militar de la provincia de Nínive. "Desde los últimos sucesos, hemos empezado a volar más bajo y más rápido para dificultar los ataques", admite, no obstante. Los lanzagranadas y misiles que utilizan los insurgentes requieren una distancia mínima para poder apuntar con precisión, aunque a menor altura los helicópteros son más vulnerables a armas cortas, como el omnipresente Kaláshnikov. De ahí el aumento de la velocidad. "Los Chinook, que son más lentos, sobre todo en el despegue y en el aterrizaje, ya no vuelan de día, salvo emergencias", añade Hodges. De noche, todos los aparatos se mueven sin luces. Las medidas de seguridad incluyen no revelar los planes de vuelo ni siquiera a los pasajeros. El 26550 desciende de repente en medio de unas casamatas. Es FOB-Q West, una base de reabastecimiento a 100 kilómetros al suroeste de Mosul. Tras repostar combustible, el aparato vuelve a poner en marcha su motor y en menos de un minuto está de nuevo en el aire. Enseguida empiezan las oscilaciones a derecha y a izquierda. Cruza una autovía y a un lado de la carretera hay unos edificios que podrían servir de escondite a un eventual agresor. Pronto vuelve a cambiar el decorado y la sombra del halcón negro, que eso es lo que significa su nombre, se proyecta sobre una zona de polvorines. Las fortificaciones anuncian la llegada a Jaguar Sur, un punto de almacenamiento de munición. Cuando los fusileros pliegan las ametralladoras es la señal de que se va a aterrizar. Primero baja la cola, como si se apoyara en unas imaginarias patas traseras, y luego, el resto del aparato. "En Tikrit descendieron como si fuera una pista de aterrizaje, por eso les dieron", explica Hodges. "También en Mosul solíamos bajar siguiendo el río en línea recta para posarnos en el palacio", añade en referencia a la que fuera residencia oficial de Sadam Husein, hoy convertida en cuartel general de la 101ª División Aerotransportada. "Ahora ya no lo hacemos; tampoco sobrevolamos la ciudad", concluye. En el viaje de vuelta, los pasajeros comprueban lo que significa la aproximación de seguridad: vuelo rasante, subiendo y bajando, en un continuo vaivén, para mantener la altura. Uno de los civiles vomita, pero el soldado Sketd hasta logra dar una cabezada. |
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EN EL INFIERNO DE LA GUERRA
Crónica de la periodista Jineth Bedoya del Diario El Tiempo, publicado el 3 de junio en donde destaca la labor de las operaciones conjuntas en el sur del Meta y en la que una guerrillera desmovilizada destaca la labor de los helicópteros UH60 "Arpía" que a diario están luchando por la soberanía y la paz de Colombia. "Los rafagazos se apagaron y quedé frente a frente con el soldado... el que primero disparara tenía la vida ganada y yo sabía que el dedo de él estaba más pegado del gatillo que el mío...". "Doris" me relata la historia mientras besa y aprieta contra su pecho el brasier que tenía puesto ese día. Ahora es su amuleto. Era la mañana del 28 de mayo. La Brigada Móvil 1 copó el grupo de guerrilleros donde estaba ella y con el rabo del ojo vio caer muerto a su compañero. Reaccionó instintivamente: se arrodilló, botó el fusil y pidió que no la mataran. Su guerra había terminado. El viernes en la mañana, dos días después, la vi descender de un helicóptero Black Hawk, con su sudadera negra, un cuerpo atlético envidiable y las marcas de los combates de los últimos 5 años. Es una niña de 17 años enfundada en un cuerpo de mujer que se desarrolló por las largas caminatas, las dos arrobas que se echaba al hombro y los 7 maridos que tuvo en la guerrilla. "En las Farc tenemos tres estados para las relaciones con alguien: el novio solo es para besitos; el mozo es para tener relaciones los miércoles y los domingos, y el socio es con el que se duerme todas las noches". El relato lo cuenta como una anécdota más. Le digo que si no le da miedo morirse y me responde que es a lo que menos le teme. Entonces, ¿a qué le temen ustedes? Sonríe y me responde contundente: "a la palabra Fudra y al papá de los hombres. -Quién es ese, le pregunto-. El Arpía. A ese helicóptero sí que le tenemos miedo, él es el dios, el papá de los hombres". Después de la explicación entra en confianza y me cuenta que el sobrino del "Mono Jojoy", alias "Chepe", se voló de las Farc hace seis meses con la plata de tres caletas; que para subir la comida a los campamentos se demoran hasta 20 días y que la diabetes tiene "jodido" al comandante del bloque Oriental. "Mire, también le regalo unos calzones por si los necesita". Y me entrega una de las últimas dotaciones que le dieron en las Farc. Son unas tangas negras de licra con un top. Entre Avemarías y fusiles viven los militares Mientras charlamos, empieza otra jornada de guerra en medio del frío y el viento de la base de la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra) en la que nos encontramos. Los avemarías se enredan en el ruido de los rotores. Se los llevan las aspas de los helicópteros. Mientras el padre Alfonso García, capellán de la Fudra, reza el rosario con 20 soldados, los pilotos salen hacia lo desconocido a ubicar una caleta con explosivos. Son las 7:10 de la noche del viernes 30 de mayo. Pese al agite, el rezo no se interrumpe. Cada uno está aferrado a su fusil Galil y mientras responden a los misterios dolorosos, algunos sacan de entre el camuflado los escapularios y los besan. Tal vez pidiendo por sus familias y su regreso, vivos, del campo de combate. El sábado en la mañana salen para el área a reforzar la operación contra las Farc. Dos horas antes, el reportero gráfico y yo hicimos la fila para recibir en una ollita de aluminio la comida. Ese día nos dieron arroz, pasta, atún y un jarro lleno con fresco Royal de naranja. La guerra en carne viva El radio empieza a sonar. Hay mal tiempo y un Capitán que está en el área avisa afanosamente que detectaron un grupo grande de guerrilleros. El Comandante de la Fudra, General Javier Flórez se pega al radio y pide apoyo. El rosario termina y los periodistas buscamos una esquina, para no estorbar. El General Flórez camina de un lado a otro. Al parecer la situación es difícil y el ambiente se llena de zozobra. Este hombre, que la mayor parte de su carrera la ha pasado combatiendo, se devora, literalmente, un paquete de cigarrillos y por lo menos 10 tintos en una hora. La espera se prolonga toda la noche. Mi cambuche es una carpa, que se convierte en nuestro centro logístico para escribir las historias y revisar las fotos. Hasta allí se acercan oficiales y soldados queriendo ver su día a día congelado en las imágenes. La mayoría nunca había compartido su trabajo de guerra con periodistas, después supieron que el de nosotros se parecía en algo, cuando no podíamos mandar las fotos para la edición del domingo. Las minas, el drama constante de la guerra La charla con el Coronel Carlos Rojas, Comandante de la Brigada Móvil 1, -que parece un aguerrido soldado profesional-, es interrumpida por el llamado del radio. Le informan que mientras en un cerro un sargento se retuerce del dolor, al parecer por apendicitis, en otro punto un soldado pisó una mina. La tensión regresa y los pilotos de la Fuerza Aérea y el Ejército, empiezan a planear el rescate. Nuevamente, el fotógrafo y yo nos confundimos entre el agite de comandantes, soldados y pilotos. Abren el mapa, ubican la zona y se van. Una hora y 30 después regresan. El joven ya va rumbo a Bogotá, vivo, pero sin su pierna izquierda. No alcanzan a pasar 10 minutos después del aterrizaje cuando entra un nuevo llamado. Otro soldado pisó una mina. El mismo alboroto, los pilotos corren, los comandantes dan ánimo al teniente de la patrulla por radio, el Coronel Rojas se coge la cabeza, el General Flórez fuma, los soldados se aferran a sus escapularios... 20 minutos más. El helicóptero aterriza. Todos corremos hacia él, ahí viene el soldado. Resulta imposible no llorar ante la escena. Es un jovencito que al ver a su comandante abrazándolo, se desgrana en gritos de dolor y llanto. "Mi Coronel, no le diga nada a mi mamá". Él lo agarra nuevamente de la cara, como si fuera un hijo, y le da la señal al piloto para que despegue. Hay silencio. Los rostros lo dicen todo. Una cuarta larga noche. En una pequeña carpa, contigua a la mía, el Comandante de la Omega, General Alejandro Navas, quien llegó después de la evacuación del soldado, les habla a sus hombres de la importancia de mantener la moral. Y yo me preguntaba qué moral tenía yo después de un día tan agitado. La respuesta me la dio un grupo de combatientes, altos y fornidos, convencidos de lo que hacen. Son los encargados de desembarcar en medio de la selva, por sogas, luego de que los aviones bombardean la espesura de la selva. Uno de ellos siempre se queda en el helicóptero viendo el descenso de sus compañeros, con la ingrata y drástica misión de cortar las cuerdas que los sujetan si la guerrilla ataca la nave. "A mi lo único que me preocupa es pisar una mina, porque como soy tan rumbero, entonces ¿con qué voy a bailar si quedo mochito?". Con esa frase nos despidió. Sus amplias sonrisas, aún en medio de la guerra, quedaron inmortalizadas en las fotos y el video. Se internaron en la selva. No sabemos si volverán. 19 militares han quedado mutilados por acción de las minas, durante el desarrollo de la operación Filipo, entre abril y mayo de este año. Jineth Bedoya Lima, enviada especial sur del Meta, Diario El Tiempo, 03 de junio de 2008 |
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¿Cómo es un guerrero del aire?
Es un hombre como tú o como yo. Un hombre que usa sus conocimientos, su lógica, su criterio para maniobrar una aeronave en todo tiempo, modo y lugar para cumplir un propósito, una misión o un designio. Utiliza los recursos puestos bajo su mando para optimizar el cumplimiento de cada tarea y orden impartida. Anoche lo vi congestionado en su mente, al ver y al oír a otros guerreros de la tierra pedir auxilio a sus superiores, pues un hermano suyo, uno nuestro, había caído herido. Minutos antes él volaba en medio de la noche con su familia, la tripulación que lo había acompañado muchas veces. Esta oportunidad era diferente, pues yo estaba unos metros más arriba en otra aeronave, armado con el poder de fuego suficiente para defenderlos en caso de ser atacados por aquellos locos delincuentes que van en contra del orden natural. Lo vi perderse en un descenso pronunciado dentro del cañón oscuro que en medio de la noche parecía un abismo sin fin. Su mente aún congestionada se esforzaba por localizar a sus hermanos en tierra, el objetivo era ubicar su posición para así aterrizar y poner fin a la ansiedad que sienten los que combaten abajo. Finalmente los descubre en medio de la quietud de una noche fría y nublada, habla con ellos. Aún recuerdo la voz quebrada de frío y emoción del radio operador que lo guiaba hasta su sitio de aterrizaje. Vacila un tanto, pues la noche es demasiado espesa y la luna aun no perfila ni una esquina de su brillante silueta, espera no encontrarse con ningún obstáculo y no tener ninguna alteración de la normalidad. En fin, nada es normal a esta hora, pues se libera mucha tensión a cada momento. Inicia su aproximación y aterriza en un sitio pequeño que ha sido adecuado, su pulso es fiel y firme. Sus hermanos de cabina, hombres de guerra, hermanos del aire acuden con sus ojos, arriba, abajo y atrás para no alcanzar las ramas de los espesos árboles que los circundan. Todo en cabina es confuso pero sin embargo está bien, voces afuera y adentro repican en sus oídos...atrás, pare, adelante, no más torque. Al fin lo ve, tendido en una camilla improvisada hecha con la ropa de sus compañeros, sucia, cubierta de polvo y tierra con el fuerte aroma que identifica los campos, aquel campo en el que acaba de caer herido. Dos rústicos largueros se extienden paralelos a un ancho similar al de la espalda del ultrajado guerrero, está escoltado por cuatro compañeros que casi de rodillas avanzan rápido pero cuidadosamente hacia la nave, sienten que si lo hacen más ágil, la esperanza de vida de su amigo puede aumentar, lo embarcan finalmente. Mientras tanto yo sigo allí arriba, unos metros más alto y sólo noto el silencio de la noche, esperando sigilosamente callar a aquellos que traten belicosamente de hostigar a mi hermano. Otro soldado herido piensa esta vez, lo mira a sus ojos fijamente y descubre un brillo de terror pero a la vez de temple, recorre visualmente su pecho, su cabeza, sus brazos, su abdomen y no ve herida alguna; se tranquiliza, ordena atención para el despegue, asciende vertiginosamente y coordina un viraje para salir de aquel hueco... Yo escolto su salida... ¡todo estuvo bien! Ya en el aire, se enruta hacia el sitio donde le esperan otros hombres prestos a salvar la vida de aquel soldado, ¿pero qué pasa?, no había reparado que al ver al soldado no encontró ninguna herida en su parte superior, voltea su cabeza y mira directamente hacia sus piernas, una lágrima humedece sus ojos al notar que no lleva un pie, ha caído en una mina y esta lo ha destrozado dos pulgadas arriba del tobillo: ¡maldita guerra sucia! Su pulso se acelera, mira ahora hacia el frente, toma nuevamente los controles y acelera el paso; más rápido, más rápido, piensa. El enfermero abordo le advierte que el nuevo pasajero ha perdido mucha sangre... en su mente se cruzan imágenes, la herida, las nubes, la noche verde a causa de los visores, la velocidad, el tiempo que falta para llegar. Yo, le veo alejarse en medio de la noche con la rapidez de un gato cuando quiere alcanzar un ratón y pienso... ¡ojalá alcance! lo llamo y le recuerdo que espero verlo más tarde. Faltan siete minutos de vuelo, aquí el tiempo es muy valioso; inclina más el rotor, aumenta la potencia para disminuir la agonía de nuestro guerrero de la tierra herido, nuestro hermano. Quedan dos minutos, ya se alistan para aterrizar, a lo lejos divisa dos luces brillantes e intermitentes, levanta la cabeza y observa el azul y el rojo, colores inequívocos de su destino, la ayuda está muy cerca... nuevamente mira hacia atrás. Se desmorona cuando ve los ojos del soldado cerrados pero advierte que respira, pues ve que le sube y baja el pecho, sin embargo, esto es confirmado por un “pulso estable”, según el enfermero. Han aterrizado; decenas de ojos están clavados en la silueta oscura de la aeronave. Enciende las luces exteriores para que lo identifiquen plenamente, no quiere causar ningún accidente absurdo. Ordena abrir las puertas, hasta ahí ha llegado su trabajo, bajan al herido y lo ve alejarse escoltado por otros soldados ya en una camilla de verdad, una que lo lleva rápidamente hacia la ambulancia que lo espera. Lo ve perderse entre las puertas y alejarse rápidamente, ahora su mente sólo destila buen augurio y mucha fuerza para que el herido no desfallezca. Yo estoy en la base, hace dos horas que lo había visto alejarse entre la oscuridad y ahora, comienzo a escuchar el flapeo inconfundible... se está acercando. Veinte minutos después lo veo, cansado, trae las marcas propias del casco alrededor de sus oídos; le informo que hace media hora nos hemos enterado que el soldado ya está estable, perdió mucha sangre al igual que su pie derecho, pero gracias a Dios sigue con vida... una vida que mi hermano ha salvado, un hombre, un hermano como ustedes o como yo ¡un guerrero del aire! CAOS, 21 de marzo de 2007 |
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BAUTIZO CON FUEGO
Desde el 2000, he integrado orgullosamente la familia de los halcones como tripulante del helicóptero Black Hawk UH-60 y he participado en innumerables operaciones de orden público que han forjado mi voluntad de lucha y la fortaleza mental para enfrentarme a las adversidades. Todo ello, resultado del entrenamiento que recibí durante tres meses en Estados Unidos y siete en Colombia, logrando así ser promovido a piloto de UH-60, mi sueño personal y profesional. A finales de 2005, fui asignado para participar en una operación coordinada de asalto aéreo de la Fuerza Aérea y la Policía Nacional en el departamento del Putumayo, importancia de la operación era tal, que el señor Mayor General José Vicente Truena Molina, Comandante del Comando Aéreo de Combate No. 5, Rionegro, Antioquia, señor Teniente Coronel Donald Tascón Cárdenas, Comandante del Grupo de Combate No. 51, y señor Mayor José Luis Rincón Restrepo, Comandante del Escuadron de Asalto No. 512, supervisaron el pronto despegue del helicóptero FAC 4106 hacia la base de lanzamiento ubicada en Villa Garzo?n, Putumayo. Una vez arribamos a nuestro destino, procedimos a recibir la información de inteligencia, planificar la misión e integrar un elemento compuesto por dos UH-60 de la Fuerza Aérea. La operación denominada Camaleón tenía como objetivo golpear la estructura del Frente No. 48 la de la organización narcoterrorista de las Farc, cuyos integrantes se replegaban en el Sur del Putumayo, en cercanías a la frontera de Colombia con Ecuador, la misión consistía en efectuar una operación de asalto aéreo con 32 hombres Jungla de la Policía, quienes serían transportados en los UH-60, y capturar a uno de los cabecillas de las Farc en la población Brisas del Amarradero, Putumayo. A las 10:00 a.m. despegamos desde Villa Garzón, como líder estaba el UH-60 FAC 4108 procedente del Comando Aéreo de Combate No. 2, Apiay, Meta, y como Ala el FAC 4106 del Comando Aéreo de Combate No. 5, Rionegro, Antioquia, el cual comandaba con el Subteniente José Luis Oliveros Gómez, Técnico Segundo Diego Rojas Sánchez y Técnico Segundo Gustavo Adolfo Giraldo Zapata, combatientes con los que no dudaría en volver a realizar este tipo de operaciones; en el Halcón Líder se encontraban los señores Mayor Rodrigo Cortés Peralta, Subteniente Miguel Ángel Pedraza Barrantes, Técnico Segundo Arlet Ricardo Parrado Mora y Técnico Tercero Wilmer Uriza. Nuestra zona de asalto era un campo que se encontraba ubicado en la entrada del caserío a sólo 200 metros de la vivienda del narcoterrorista que buscábamos, debíamos hacer la captura durante el di?a para facilitar la rápida identificación del cabecilla, además, tan sólo contábamos con una hora para entrar y salir con el capturado y 32 hombres Jungla a bordo de los dos helicópteros Black Hawk, operación que debíamos realizar antes que el enemigo se reforzara y nuestro dispositivo quedara en desventaja por la posible superioridad numérica de los narcoterroristas. En el lugar del desembarco se encontraba un avión AC-47T, Fantasma y un helicóptero Arpía que efectuaban la escolta aérea. El Halcón Líder reportó el punto de chequeo: check point 5 minutos antes de desembarcar, el Arpía informó que no logró preparar el campo de aterrizaje (ametrallar la zona para el asalto con el fin de detonar cargas explosivas, en caso de que el enemigo las hubiese sembrado) y que habían construcciones y presencia de población civil, sin embargo, empezó a dar las orientaciones respectivas al Halcón Líder para que los dos UH-60 aterrizáramos. Viramos a la izquierda progresivamente hasta el punto de liberación para el asalto (release point), nos ubicamos en acercamiento a la final a 100 pies sobre el terreno y 110 nudos con rumbo 090o, en formación en trail a dos rotores de distancia, buscamos una desaceleración rápida, próximos al campo, a 400 metros de la zona de desembarco empezamos a recibir fuego del enemigo desde las viviendas ubicadas a las 10, a la 1 y a las 2 de nuestra posición. Una de las ráfagas impactó mi aeronave en la burbuja inferior al lado del puesto del piloto, los cables del sistema antihielo del parabrisas fueron afectados y el panel protector de los instrumentos de vuelo perforado, lo que ocasionó que el parabrisas de mi lado se fragmentara. Se escuchaba gran cantidad de disparos desde varios cuadrantes de la aeronave, los dos UH-60 procedimos a abortar el aterrizaje. El Líder informó la situación al Arpía, los Halcones iniciamos virajes evasivos, los tripulantes de mi helicóptero abrieron fuego de defensa con las dos ametralladoras M-60 hacia los sitios donde el enemigo nos disparaba. Observé cómo las cortinas de fuego pasaban frente a nuestro helicóptero, otras cruzaban por el costado derecho del rotor principal hasta que al unísono sentimos que nos habían impactado un motor, continuamos con las maniobras evasivas y aceleramos hasta cruzar la carretera que ingresaba al pueblo. Aún después del caserío seguían disparando de forma ininterrumpida tanto al Líder como a nosotros, afortunadamente las maniobras fueron efectivas y no recibimos más impactos. La cabina quedó llena del polvo blanco en que se convierte la fibra de vidrio producto del impacto. El olor a pólvora invadió la atmósfera de la cabina, la adrenalina aumentaba, todo sucedió tan rápido que el copiloto creyó que me habían asesinado y tomó los controles pero en ese preciso instante, le dije que estaba bien y que iba a continuar con el mando de la aeronave para que él y los técnicos verificaran su estado. Me concentré en volar fuera del sector, observé las indicaciones de los motores y de la transmisión con el fin de determinar en qué momento pudiesen fallar o fuésemos derribados. Finalmente, después de un minuto constante de hostigamiento desde varios cuadrantes, logramos salir de la zona y en vista que el Halcón Líder también había efectuado maniobras evasivas, nos reunimos cinco millas fuera del caserío, y nos nivelamos a 6.000 pies sobre el terreno. El Líder informó que lo habían impactado en repetidas ocasiones y que llevaba dos heridos a bordo, un Técnico de Vuelo y un Policía, quienes fueron impactados en un brazo y en una pierna, respectivamente. Preguntamos a los Policías que llevábamos a bordo cómo estaban, fue un gran alivio saber que todos estaban sanos y salvos. En ese momento, lo importante era aterrizar. Retornamos a Villa Garzón. Cuando aterrizamos inspeccionamos la aeronave, encontramos que había sido impactada por disparos calibre 7.62, una de las ojivas se localizó entre los pedales del piloto. Además, la aeronave sufrió daños en el parabrisas, panel de instrumentos, cubierta superior del motor No. 2, partes del rotor principal y daño en el cableado. Los dos UH-60 de la Fuerza Aérea Colombiana entraron en mantenimiento por tres días y una vez listos fue nuevamente planificada y ejecutada la misión, esta vez con la participación de nuevas tripulaciones de UH-60 y UH-1B de la Fuerza Aérea, el Ejército y la Policía Nacional, que llegaron a reforzar nuestro esquema y a continuar con la ofensiva. Aunque algunos fueron impactados, se logró dejar en claro la tenacidad y persistencia de los integrantes de la Fuerza Pública por cumplir con la tarea asignada. A partir de ese inolvidable bautizo de fuego, no tengo sino una infinita gratitud para con Dios por habernos sacado ilesos de esa zona y permitirnos seguir disfrutando de la vida. También le agradezco al UH-60 por ser una aeronave fuerte en medio del combate, ya que por sus capacidades no fue derribado, así lo ha demostrado en otras operaciones como la Escarabajo, en la cual realizamos un asalto aéreo vertical en papel con tropas de operaciones especiales del Ejército en busca de un cabecilla de las Farc. Allí, uno de los halcones que efectuaba vuelo estacionario sobre la copa de los árboles para insertar a los Comandos, fue impactado varias veces por fuego enemigo, desde el rotor de cola hasta el motor No. 2, sin embargo, logró salir de esa zona y regresar a la base de lanzamiento donde se verificó cuáles de sus componentes habían sido afectados y se comprobó que dada la tolerancia balística con que fue construido, la redundancia en sus sistemas y la supervivencia que tiene para resistir los ataques, no fue derribado, por lo que no cabe duda que el Black Hawk, punta de lanza en nuestra guerra, es un helicóptero que vale su peso en oro en los momentos de crisis, salva la vida de las personas que lleva a bordo y pasa de ser una gran máquina a convertirse en un amigo leal. La guerra está llena de angustias, dolor y sangre pero también de sueños y esperanzas. La paz se construye a costa de muchos sacrificios, entre ellos nuestra propia vida cuando así lo demandan las circunstancias, tomar decisiones a cada minuto para definir la victoria en medio del combate, con la convicción de seguir adelante sin esperar grandes recompensas y aportando nuestro profesionalismo en pos de defender los intereses de Colombia, con la lealtad, templanza y fidelidad a los códigos y juramentos que nos rigen y en los que afirmamos nunca abandonar a nuestros compañeros de combate. ¡Hombres de guerra, halcones valientes sigamos adelante! “Dedicado a la memoria del señor Capitán Elkin Raúl Cufiño Marín Q.E.P.D. un superior y un amigo, Copiloto del helicóptero UH-60 Black Hawk FAC 4123 del Escuadrón de Asalto No. 512 del Comando Aéreo de Combate No. 5, quien ofrendó su vida en el cumplimiento de una evacuación aeromédica en combate durante la operación "Nautilius", en el área rural del municipio de Campamento, Antioquia, el 4 de diciembre de 2002. Y a la memoria del señor Sargento Segundo Escenober Grannobles Murillo Q.E.P.D. Lancero del Grupo de Operaciones Especiales del Ejército Nacional, quien ofrendó su vida en acciones de orden público durante la operación "Escarabajo", el 25 de julio de 2006.Dos ejemplos de la sangre noble y guerrera que poseen los Soldados en Colombia.Que Dios los tenga junto a Él y desde allá nos ayuden a ganar la guerra.” Capitán Gildardo García Galvis, 18 de mayo de 2007 |
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Merecido homenaje a los soldados de Colombia
Por escritor estratega el 7 de Agosto 2007 9:11 PM El soldado colombiano: 197 años servicio a la república El Ejército Nacional nace con la patria misma. Hace 197 años, se proclamó el grito de independencia. Nueve años después, el 7 de agosto de 1819, es decir hace 188 años, las tropas independentistas culminaron la asombrosa Campaña Libertadora comandada por el general venezolano Simón Bolívar, con una contundente victoria en la batalla de Boyacá. Dos semanas antes en el Pantano de Vargas, 14 lanceros habían escrito la página de heroísmo más grande de la historia militar colombiana, al virar a favor del Ejército patriota, una desventajosa situación táctica que parecía ser una irreversible derrota militar. Embriagados con las mieles de la victoria, los patriotas fueron reforzados por voluntarios de la región. Luego de continuas escaramuzas y ataques de guerrillas, plantearon la batalla decisiva al sur de Tunja sobre el Puente del Río Teatinos, donde fue vapuleada la rancia infantería peninsular, experimentada en combates contra las tropas napoleónicas en Europa y comandada por distinguidos oficiales al servicio de la corona española. A las 4:30 de la tarde el campo de batalla era escenario de un jolgorio inigualable. 1600 soldados del Rey, ataviados a la usanza europea de la época, eran prisioneros de guerra. En ese mismo momento, Pedro Pascasio Martínez, un imberbe campesino, agregado días antes por un hacendado al grupo de asistentes personales del Libertador Simón Bolívar, acababa de capturar en un matorral al coronel José María Barreiro, comandante general de las tropas españolas. Sorprendido, el alto oficial ibérico ofreció una bolsa llena de monedas de oro, al mozalbete campesino boyacense para que lo dejara escapar, pero el joven soldado granadino, respondió con altivez. - La libertad vale más que todo el oro del mundo- Desde siempre el soldado colombiano se ha caracterizado por la lealtad a toda prueba y la abnegación para servir a la patria, defender la república y garantizar la constitución y las leyes. Admirado por los niños de todos los orígenes sociales, respetado por la sociedad en general, enaltecido por la bandera que jura defender y fortalecido con el credo en un código de valores que son sustento de la civilización occidental, el soldado colombiano de hoy, lucha contra el terrorismo comunista, las autodefensas ilegales, la delincuencia común y entrega hasta su propia vida en defensa de una sociedad que a veces es apática o parca en reconocer el sacrificio de sus Fuerzas Militares. Quienes hemos tenido el honor de comandar soldados colombianos en operaciones de combate, podemos dar fe y testimonio de su grandeza espiritual, de su valor frente al peligro, de su humildad en la victoria y de su inquebrantable espíritu de cuerpo para superar las vicisitudes diarias del arduo quehacer castrense. Con el soldado de contraguerrillas hemos caminado gélidos páramos, ardientes llanuras, escarpadas montañas, selvas tropicales y sabanas pantanosas infestadas de zancudos. Ni las enfermedades del trópico, ni los contratiempos para recibir oportunamente los abastecimientos, ni los prolongados alejamientos de los seres queridos, ni la lluvia, ni el frío, ni el calor, ni las noches sin luna, son obstáculo para avanzar a cumplir la misión. Es común que un soldado no vea nacer sus hijos ni morir sus padres. Siempre está listo para combatir por la libertad de los demás compatriotas, a costa de ingentes sacrificios y privaciones personales. Con nuestros soldados hemos llegado a donde otros temieron ir. Hemos roto los mitos de zonas controladas por los narcoterroristas, hemos destruido sus guaridas, hemos combatido sus estructuras ilegales y hemos abatido cabecillas entrenados por terroristas extranjeros. Hemos estado en el momento supremo del combate, en ese instante que traza una línea divisoria entre la vida y la muerte, en ese segundo eterno que pone a prueba quien es más valiente o más audaz. Con ellos hemos sentido el frío de la muerte y la gloria de la victoria militar. Y tan pronto pasa el combate hemos visto al mismo hombre bonachón, alegre y descomplicado. Es lo mejor de nuestra juventud portando las armas de la república. Gracias al esfuerzo denodado del soldado, hemos visto ondear victoriosa la bandera colombiana donde otros quisieran que ondearan la hoz y el martillo. Es el fruto del abnegado trabajo de esos jóvenes llenos de ilusiones que integran las filas del Ejército Nacional. De los mismos que tienen una sonrisa amistosa y un corazón abierto para todo el pueblo colombiano y una vida colmada de vitalidad para ofrendarla si fuera necesario en aras de salvaguardar el legado del Ejército Patriota. Pero, a pesar del enorme esfuerzo del soldado, la guerra interna continúa porque durante varias décadas, la dirigencia política ha sido incapaz de formular estrategias concretas para erradicar los problemas que generan el caldo de cultivo para la violencia. Pese a decisiones absurdas y contrarias al sentido común -verbigracia soltar terroristas de las cárceles, cederles medio país, permitirles prensa y televisión por doquier- el soldado sigue convencido que su misión es sostener la república, la misma que fundaron hace 188 años unos soldados con escasos vestidos sobre el cuerpo pero con sobrado patriotismo incubado en el alma. Hoy como ayer, Colombia tiene unos héroes anónimos que garantizan su institucionalidad, la libertad, la república y la imperfecta democracia que nos rige. Esos héroes merecen ser reconocidos como los personajes del último siglo en el país. No es justo que la gran prensa, exalte como personaje del siglo a alguien cuyas ejecutorias hacen parte de la cadena de desaciertos que han llevado el país al drama actual, pues de no ser por la valerosa y patriótica acción de los soldados, Colombia estuviera gobernada por una dictadura comunista. Es hora de dar el valor que corresponde a los soldados, y, pagar mejor sus aportes a la paz y la unidad territorial. Por ende, declararlos los personajes del siglo XX, es algo mas que merecido. De manera simultánea, es perentorio hacer un juicio político e histórico a las castas politiqueras inoperantes que nos han malgobernado, pues en ellas radica la verdadera responsabilidad de los ríos de sangre que han manchado el suelo patrio, durante tantos años de absurdas y estériles confrontaciones fratricidas. Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido Analista de asuntos estratégicos |