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El Lado Oculto de las Cárceles de la Democracia (*)

 

 

La cárcel, como institución represiva del estado, viene acompañándolo a lo largo de su historia. No importa las formas que éste adopte. Ya sea monárquico, republicano, burgués o “proletario”, dictatorial o democrático, la función a desempeñar por el tentáculo carcelario es esencialmente la misma: persuadir por el miedo y someter por la violencia a las clases desposeídas, para hacerlas aceptar las reglas de un sistema que supone su explotación para el mantenimiento de los privilegios de las elites del poder. Lo único que cambia con las formas es el discurso con que el estado justifica semejante atrocidad. Aquí y en nuestros días esta mentira se llama reinserción.

 

Pasados 25 años de democracia en el estado español, cuando sus defensores lanzan flores y cantan alabanzas a los beneficios que trajo el aborto nacido de la llamada “transición”, es necesario profundizar en los lados ocultos de este periodo para conocer sobre qué se ha ido edificando la realidad que hoy vivimos. Más aún cuando, con un descaro sin medida, las democracias occidentales se erigen en el modelo de libertad para todo el planeta, poniendo para esto por delante su maquinaria militar; más aún cuando, por detrás, para contener en el interior las contradicciones que supone el

continuado agravamiento de unas condiciones de supervivencia de por sí degradantes, el proyecto de la Europa Unida promete convertirse en una fortaleza policial y carcelaria, sofisticando la tecnología para el control social, según las exigencias del capitalismo.

 

Las que vemos en la lucha revolucionaria contra esas condiciones y contra quienes las imponen, la única manera de experimentar nuestra libertad robada, encontramos en el lado oculto de las prisiones democráticas no sólo su extremo más trágico (que directamente nos amenaza) de torturas, asesinatos, del exterminio por el SIDA, por el aislamiento, por las largas condenas... También encontramos la lucha permanente que, por su dignidad y libertad, han desarrollado los presos rebeldes, de forma individual o

colectiva, olvidados por la conciencia del mundo. Luchas que contienen valores y críticas desde las cuales es posible afrontar decididamente un verdadero cambio. Aquel que destruya para siempre todas las cárceles y el sistema que las necesita. Aquel que empieza en cada uno por responsabilizarse en primera persona de la necesidad de afrontar de forma directa la represión, de la necesidad de estar, desde fuera, junto a quienes la afrontan en el interior de los muros, en una misma lucha de liberación.

 

(*) Artículo extraído de la red. Agosto 2003.