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El Buró de Información del
Movimiento Revolucionario Internacionalista Lima, Perú, "No hay presos": Masacre ordenada por
Washington Una vez más, el
gobierno peruano de Fujimori se ha cebado con
sangre; y esa sangre ha salpicado al gobierno de Estados Unidos y otros
gobiernos que hicieron posible la masacre a sangre fría de todos los
militantes del MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru) que se apoderaron de la embajada. Justo después de la
toma de la residencia del embajador en diciembre, el gobierno despachó a
Estados Unidos, ola tras ola, unidades especiales del ejército y la policía
para entrenarse para una misión especial: la que acaban de cumplir con saña. ¨Puede alguien dudar que desde el primer momento este
plan se concibió con la clara y expresa intención de no hacer presos? Después, la oficina
del presidente Clinton alabó a Fujimori
por "cumplir con los intereses de su gobierno y su pueblo". ¨Hubiera dicho eso si esta bárbara masacre no le
conviniera al imperialismo yanqui? Cuando le
preguntaron a los voceros del gobierno estadounidense si desempeñaron algún
papel en el asalto a la embajada, prácticamente guiñaron el ojo y solo
dijeron que no tuvieron notificación "oficial". El propio Fujimori le dijo a la prensa que Vladimiro Montesinos, su
mano derecha y conocido agente de la CIA, jugó un papel central. Aunque a la
fecha se conocen pocos datos, la prensa ni siquiera se molesta en negar que fue una operación de Estados Unidos. El propio Fujimori es una operación de Estados Unidos. En vísperas
de asumir la presidencia en 1990, lo mandaron llamar a Washington para
decirle que tenía que implementar un programa económico completamente
diferente al que delineó durante la campaña presidencial. En 1992, cuando
ordenó la ejecución a sangre fría de más de 50 líderes y militantes presos
del Partido Comunista del Perú (PCP), Estados Unidos aumentó su ayuda
económica y militar. El embajador estadounidense aplaudió discretamente
cuando meses después, ante las rencillas intestinas de la clase dominante que
estaban mermando la capacidad de combatir del gobierno, Fujimori
envió tanques al parlamento para disolverlo y tomó todo el poder en sus
manos. A Fujimori le gusta pavonearse y dárselas de
"hombre fuerte", pero para lo único que sirve es para hacer el
trabajo sucio de Estados Unidos. La residencia del
embajador japonés era una réplica de la mansión esclavista de la película Lo
que el viento se llevó. Pero el blanco de los militantes del MRTA que la
tomaron no era el sistema que esclaviza a Perú, manejado por capitalistas
extranjeros, capitalistas criollos lacayos y tiranos feudales, a pesar de que
sus rehenes eran destacados representantes de ese sistema. A cambio de su
libertad, el MRTA exigía la libertad de sus militantes presos (unos 500 de
los 4200 hombres y mujeres que el gobierno reconoce como presos políticos) y
un "diálogo" para participar en un "proceso político"
pacífico de tipo electoral. A pesar de los deseos
del MRTA, los reaccionarios no los trataron a ellos con la misma gentileza
con que ellos trataron a los reaccionarios. Desde el momento en que se
iniciaron las negociaciones, empezaron a excavar túneles y a elaborar planes
para matar a todos y cada uno de los rebeldes en cuanto fuera posible. De los
tres individuos que formaban la "Comisión de Garantes" de las
negociaciones, el asistente del jefe de la Cruz Roja Internacional el Lima
fue expulsado de Perú la víspera del asalto; el arzobispo de Ayacucho, que
muchas veces ha bendecido a las fuerzas armadas del gobierno y su sagrada
trinidad de violación, tortura y masacres, decidió, curiosamente, irse de
vacaciones ese día; el embajador canadiense, según dice la prensa, pudo haber
aprovechado su visita a la embajada poco antes del asalto para facilitarlo. Los maoístas no nos
oponemos a toda clase de negociaciones. Entrar o no en negociaciones en un
momento dado es una consideración táctica, que se juzga según los intereses
revolucionarios del pueblo. Pero, la estrategia de luchar para obligar al otro
lado a negociar es ineludiblemente una trampa mortal. Como dijo Mao Tsetung, y como acaba de
comprobarlo Fujimori, los imperialistas y sus
secuaces jamás guardarán sus cuchillos y dejarán de ser genocidas. Y como
también dijo Mao, y se ha comprobado una vez más,
sin un ejército popular, nada tendrá el pueblo. La alianza reaccionaria de la
clase dominante peruana y el imperialismo ha repetido la lección, a un
terrible precio, de que el poder nace del fusil. Desde 1980, el PCP
(llamado Sendero Luminoso en la prensa), que participa en el Movimiento
Revolucionario Internacionalista, viene dirigiendo a las masas populares,
especialmente al campesinado pobre, en la construcción de bases de apoyo en
el campo. Ahí, los más atropellados ahora detentan el poder político y
empiezan a construir una sociedad completamente diferente. El plan es
acumular fuerzas a lo largo de un período prolongado y cercar las ciudades
desde el campo hasta que el pueblo armado constituya un ejército
revolucionario con suficiente fuerza para conquistar el poder en todo Perú y
transformarlo al servicio de la revolución mundial. Las bases de apoyo--el
apoyo organizado y armado del pueblo--es el "secreto" que ha
permitido al PCP resistir constantes ataques y difíciles situaciones. Sin las
bases de apoyo y el Ejército Popular de Liberación, las FFAA reaccionarias,
sin duda alguna, se desbocarían y ensañarían contra el pueblo, y destruirían
al PCP. Esa guerra popular, que cuenta con mucho apoyo en todos los
continentes, es hoy más claramente que nunca la única esperanza de las masas
peruanas y una gran fuente de inspiración para los pueblos del mundo. Hoy Fujimori y sus amos están borrachos de sangre, pero en la
mañana, cuando se despierten, tendrán que encarar la realidad. Por todo el
mundo se está repudiando este crimen y a los responsables, y sacando
lecciones. Buró de Información del Movimiento
Revolucionario Internacionalista 23 de abril de 1997 |
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