HOMOSEXUALIDAD
Causas
¿Puede
cambiar el homosexual?
Los
protagonistas hablan
1)
Ex-gay escribe a un programa
radial
2) Ex-travesti relata su historia
¿Qué dice la
Biblia?
Causas
Mucho se ha investigado tratando de encontrar
una causa genética para la homosexualidad pero los estudios que han habido han
recibido amplias críticas por su escaso valor científico. Mas aun han habido
estudios que parecen demostrar que los genes no tienen ninguna relación.
El hecho de que haya gemelos, que comparten la
identidad genética, y uno de ellos sea homosexual y el otro no, también es una
muestra cabal y nítida, de que el problema no se origina allí.
Los estudios sobre niveles hormonales tampoco
han sido concluyentes, encontrándose muchas veces homosexuales y heterosexuales
con los mismos niveles.
Las verdaderas causas de la homosexualidad no
se pueden resumir en una frase, son complejas como el ser humano, y varían de un
individuo a otro.
Si podemos comentar que problemas emocionales
durante la infancia y la adolescencia, abuso sexual infantil, falta de una buena relación
de afecto con el padre en los varones, y con la madre en las mujeres, así como
una falta de afecto en general y un mal relacionamiento con el mismo género, son factores comunes que encontramos entre los
homosexuales.
El homosexual trata de satisfacer la necesidad
de vínculo y afecto por medio de la relación sexual, lo cual le resulta
completamente insatisfactorio a la larga. Por eso las parejas homosexuales
suelen durar poco tiempo. El homosexual una y otra vez trata de suplir sus
necesidades que no son sexuales de una manera sexual con una nueva pareja, lo
cual le lleva a una nueva desilusión.
Esto lo vemos continuamente en las parejas
homosexuales, la alegría de haber encontrado la pareja perfecta luego de más o
menos tiempo viene acompañada por la angustia de la separación y un nuevo
empezar. Además ha quedado completamente confirmado en estudios científicos de
seguimiento, algunos en más de 100 parejas, donde por ejemplo no se ha
encontrado que haya durado más de 5 años ni siquiera UNA de todas las
estudiadas.
Información detallada y documentación se puede
encontrar en inglés por ejemplo en el sitio web
de la NARTH (National Association for Research and Therapy of Homosexuality):
www.narth.com
En español se puede visitar
Exodus Latinoamérica, una
organización cristiana dedicada a ayudar a los homosexuales que quieren cambiar.
¿Puede
cambiar el homosexual?
La respuesta es un rotundo ¡SI!
Miles han cambiado. En esta misma página se
pueden encontrar algunos testimonios, a continuación.
También se pueden encontrar testimonios en inglés en el
sitio web mencionado:
www.narth.com
y en
stonewallrevisited.com
El mismo Dr. Spitzer, famoso en EE.UU entre la
comunidad homosexual por haber sido en 1973 un importante propulsor de retirar
la homosexualidad de la lista de desórdenes siquiátricos de la American
Psychiatric Association, realizó en mayo de 2001 una investigación sobre los ex-gays que causó
gran sensación en los medios norteamericanos y entre los escépticos al mostrar
que el cambio sí es posible y es una realidad concreta en la vida de las
personas.
Los
protagonistas hablan:
Ex-gay
escribe a un programa radial
"He sido radioescucha de
"Hora de amor" por varios años. Admiro la respuesta cándida y directa que usted
brinda a sus oyentes cuando le llaman.
Sin
embargo creo que su consejo sobre homosexualidad carece de una visión completa.
En el curso de los últimos años, he escuchado a numerosos oyentes homosexuales
referirse a su insatisfacción con su sexualidad; o que le han presentado serios
dilemas en relación con su sexualidad.
Una
llamada que recuerdo en particular fue de un chico adolescente homosexual que se
sentía atraído solamente a hombres heterosexuales, no a otros hombres
homosexuales. Esta llamada me impulsó a escribir esta carta para compartir mis
sentimientos e historia con usted, con la esperanza de que la compartirá con sus
escuchas.
Cuando
tenía 16 años, comencé a tener sexo con otro chico adolescente. Nuestra relación
sexual continuó por los siguientes dos años. El me introdujo a la pornografía y
a los paseos gay. Con esto quiere decir que me volví activamente involucrado en
encuentros anónimos con otros hombres en parques y baños públicos por sexo.
Cuando comencé la universidad a los 18 años, pensé que mi actividad homosexual
se detendría. Sin embargo las dificultades de la vida se hicieron mayores, y mi
actividad aumentó hasta un nivel adictivo. En ese momento, me di cuenta que mis
atracciones homosexuales y mi comportamiento no era solamente una "fase
pasajera". Me di cuenta que era verdaderamente un homosexual.
Durante
algunos años continué teniendo encuentros sexuales anónimos con otros hombres.
Sin embargo se volvió un modo de vida emocionalmente muy doloroso. Comencé a
buscar ayuda. No quería ser homosexual, o continuar mi actividad sexual con
hombres.
Comencé
a trabajar con un terapeuta que me enseñó muchas habilidades sociales y
habilidades cognitivas. También encontré una organización de hombres que
patrocinaba retiros de hombres y grupos de apoyo continuo para hombres. Me uní a
un grupo de hombres y continué trabajando con terapistas para curar mi
homosexualidad. En el curso de tres a cuatro años, me embarqué en una transición
que cambió mi vida completamente. Por medio del uso de poderosas técnicas
terapéuticas, tales como habilidades para re-enmarcar el proceso de pensamiento,
análisis interior, bioenergía, energía de núcleo, padre-reconexión,
representación de roles psicodramáticos, mis atracciones homosexuales
disminuyeron y mi verdadero ser como hombre heterosexual ha emergido.
A
través de mis experiencias terapéuticas, aprendí que mis atracciones
homosexuales y mi comportamiento eran síntomas de una necesidad más profunda.
Esta necesidad es recibir amor de otros hombres de una manera no sexual. Un
abuso sexual infantil a temprana edad, un padre alejado y distante
emocionalmente, relaciones poco saludables con mi madre y abuelas y un
sentimiento de no aceptación de otros chicos y hombres todo causó mis
atracciones homosexuales. A raíz de que había sido herido a una edad tan
temprana, me encerré emocionalmente para protegerme a mí mismo. Esto me libró de
más dolor, pero también impidió que recibiera el amor del mismo sexo que tan
desesperadamente necesitaba.
A través
del curso de mi curación, he recibido mucho toque no sexual de otros hombres.
Este toque y mi liberación de tanto dolor emocional ha ayudado a curar mis
heridas.
Ahora
tengo 26 años y he sido libre de mi actividad homosexual por tres años. No me
siento atraído más por otros hombres, y mi atracción heterosexual previamente no
existente ha emergido. Mi impulso a buscar el cambio sexual estaba basado en mi
dolor emocional interno, no en presiones sociales de ser "normal".
Traté de
vivir un estilo de vida gay, y en mi experiencia, fue decepcionante y vacío.
La curación no es tratar de suprimir las atracciones homosexuales. Es aceptarlas
por lo que son, y lo que realmente simbolizan.
Creo que
la homosexualidad es un síntoma (tal como el alcoholismo o el abuso de drogas)
de una herida más profunda. El hecho de que el 90% de las parejas gay no son
monógamas, y que la mayoría de los hombres gay reportan abuso sexual infantil,
claramente me indica que la homosexualidad es inherentemente una cuestión que se
va desarrollando. Hay demasiados denominadores ambientales comunes entre los
homosexuales para concluir que las causas sean biológicas o el azar.
Le he
escuchado a usted hacer la conexión entre abuso sexual y posterior
comportamiento homosexual en muchos de sus oyentes. Poner en práctica estas
atracciones homosexuales simboliza un fuerte deseo de conectarse con otros
hombres y de conectarse con la masculinidad. Pero dos hombres que están buscando
masculinidad fuera de ellos mismos no la pueden encontrar sexualmente a través
de otros hombres. A mi juicio, ésta es la razón por la qué vivir en relación gay
es al final infructuoso.
En
ciertas ocasiones, le he escuchado discutir como las personas no necesariamente
deberían actuar en relación a qué o a quien se sienten atraídos. La
homosexualidad es un gran ejemplo. Los homosexuales están buscando su identidad
de género a través del contacto sexual con el mismo sexo. Sin embargo, no la
encontrarán allí. Dado que las raíces de la homosexualidad son básicamente
necesidades no sexuales, el homosexual no se puede curar a través de relaciones
sexuales con el mismo sexo. Se puede curar por relaciones no sexuales profundas
con personas del mismo sexo.
En
referencia a su oyente homosexual adolescente quien no se sentía atraído por
otros homosexuales, es claro para mí que él se siente atraído a hombres
heterosexuales a causa de su masculinidad, y esto es precisamente con lo que
necesita conectarse pero de manera no sexual.
Ex-travesti relata su historia
Fuera
con la máscara
El testimonio de John
Paulk
Vestirme de mujer me dio la
popularidad y la aceptación que tanto deseaba. Me sentía orgulloso de ser
travesti. La habilidad de ser "hermosa" se convirtió en mi único interés en la
vida.
Mis padres se divorciaron
cuando yo tenía cinco años. Mi papá nos llevó a mi hermana y a mí a un parque,
se arrodilló a nuestro lado, y nos dijo adiós. Fue un día trágico y un trauma
que nunca olvidaré. Durante el resto de mi niñez viví con inseguridad continua,
creyendo que la gente que yo amaba siempre me dejaría.
Con otros muchachos de mi edad me sentía terriblemente
inseguro y distinto. Sencillamente no podía ser lo que ellos esperaban de mí, y
en vista de que yo no era hábil para los deportes y era afeminado, me decían
"marica", "maricón" y "mujercita".
Con mi amigo Jaime comenzamos a consumir bebidas
alcohólicas a los 14 años. Desde el principio mi intención fue emborracharme, y
es lo que hacía siempre. Bebía para aturdirme y entumecer el dolor interior, y
eso proveía un escape temporario de mis sentimientos de odio hacia mí mismo y de
ineptitud.
A los 15 años, una muchacha de la escuela me habló de
Dios mientras un día estábamos hablando por teléfono. Yo creí todo lo que me
dijo sobre la Biblia. Después de hablar con ella, me arrodillé y le pedí a Jesús
que entrara en mi corazón. Luego busqué fervientemente al Señor, pero como nadie
más en mi familia era creyente, me aparté luego de seis meses. Pasarían otros
diez años para que yo nuevamente clamara a Dios pidiéndole ayuda.
Cuando estaba por terminar la secundaria, un amigo me
llevó por primera vez a un bar de homosexuales. Un nuevo mundo se abría ante mis
ojos. Toda la atención que recibí de otros hombres me resultó irresistible. ¡Me
parecía estar en el cielo!
Pronto me enamoré de un muchacho llamado Curtis. Nuestra
relación sexual pareció natural, me metí de cabeza en el estilo de vida
homosexual y abandoné el sueño de mi infancia: tener una esposa e hijos.
Pero fue pasando el tiempo, y mi relación con Curtis
comenzó a deteriorarse y hasta que luego de un año nos separamos. Una vez más
había perdido a alguien que yo creí se quedaría conmigo para siempre. Nuestra
ruptura fue tan difícil para mí que dejé los estudios y me mudé otra vez a casa
de mi madre.
Empecé a beber más, y me sentía tan miserable que traté
de quitarme la vida. El intento de suicidio falló, y para recuperarme busqué a
un psicólogo homosexual para que me ayudara a juntar los pedazos en que se había
convertido mi vida.
Para poder pagar los gastos que escalaban continuamente,
empecé a trabajar en la prostitución. Me llevaban hasta un hotel, y allí vendía
mi cuerpo por 80 dólares la hora. Mis clientes que mantenían su homosexualidad
en secreto, usaban drogas como LSD y cocaína, y me las proporcionaban gratis.
Sólo por la gracia de Dios no me convertí en adicto.
Para el fin de ese verano, emocionalmente estaba
destruido. Recuerdo que me dormía llorando al regresar a casa después de
permitir que me usaran sexualmente toda la noche.
Ese verano hubo otro acontecimiento significante en mi
vida. Vi a un amigo en un bar de homosexuales. El estaba vestido de mujer, y su
apariencia femenina era tan real que me costaba creerlo. Estaba fascinado, y una
noche él me puso maquillaje y una peluca. Cuando me miré en el espejo, me
asombré de ver a una hermosa "mujer". Esa noche me drogué y fui al bar. Mantuve
en secreto mi identidad real. Nadie sabía que debajo de esa "máscara" estaba yo.
Esa noche revolucionó mi vida. Durante los tres años que
siguieron dediqué todo mi esfuerzo a perfeccionar ese estilo de "mujer". Estaba
orgulloso de ser travesti, y me hacía llamar "Candi". Rápidamente me hice
popular en el círculo de travestis.
En ese mundo lo único que importaba era la habilidad para
ser hermosa y parecer una mujer de verdad. Me decían que yo era uno de los
mejores, y empezaron a conocerme en regiones vecinas. Pero interiormente yo me
odiaba, y una noche mientras estaba en la pista de baile le dije a Dios: -Sé que
puedes ayudarme. Algún día voy a regresar a ti.
En octubre de 1985 mi psicólogo me confrontó por lo mucho
que yo bebía. Empecé a ir a los encuentros de Alcohólicos Anónimos. Después de
pasar seis meses sin beber, mi mente empezó a aclararse. Abrí la puerta de mi
armario y miré la cantidad de vestidos, pelucas, tacones altos, maquillaje y
alhajas que había acumulado en tres años.
-Candi, ya no te necesito -dije-. Te digo adiós.
Puse todo en una caja y lo tiré a la basura. Sentí como
si diez toneladas hubieran sido sacadas de mi espalda.
-Vas a volver -me decían mis amigos-. Siempre serás
travesti.
-Van a ver que no -contestaba yo-. No volveré ser
travesti mientras viva.
Hasta el día de hoy no he vuelto a vestirme de mujer.
Muy poco después un pastor de jóvenes pidió hablar
conmigo. Tomás vino a mi apartamento y me habló de Jesús. Después de 20 minutos
lo interrumpí.
-Ya sé todo lo que dicen los Evangelios -le dije-. A los
15 años yo era cristiano. Pero nací homosexual así que...
-No, no naciste homosexual -respondió Tomás y leyó
Génesis 1: "Dios hizo al hombre ... varón y hembra.... Dios contempló todo lo
que había hecho y vio que era excelente."
Así se hizo la luz en mi interior. Me convencí de que la
homosexualidad no era algo con lo que había nacido, ni algo en lo que debía
continuar.
Esa semana desenterré mi Biblia y empecé a leerla otra
vez. Después de varios días de lucha para llegar a una decisión, me arrodillé
junto a mi cama.
-Dios, no sé cómo salir de la homosexualidad, pero te
seguiré. No importa lo difícil que sea. Nunca más me voy a alejar de ti.
Era el 10 de febrero de 1987. Había encontrado a Alguien
que nunca me dejaría.
Yo había asistido diariamente a un encuentro de
Alcohólicos Anónimos homosexuales, y tenía muchos amigos en ese grupo. Aunque
seguí asistiendo, algo en mi interior había cambiado. Una noche salió el tema de
si los homosexuales irían al cielo.
-No importa si somos homosexuales o heterosexuales -les
dije-. Si creemos en Jesucristo iremos al cielo.
Mis amigos quedaron mudos; nunca antes me habían
escuchado decir algo así. Ese fue el comienzo del fin de mi vida homosexual.
Comencé a limpiar mi apartamento. Borré videos
pornográficos y tiré a la basura cientos de dólares en accesorios homosexuales.
Escribí cartas a mis amigos homosexuales contándoles sobre
mi conversión. La mayoría nunca me contestó.
Mi amigo Tomás enfatizó la importancia de la disciplina,
en especial la lectura bíblica diaria y la oración. Pero yo seguía sintiéndome
muy solo. El me llevó a la iglesia, pero tenía miedo de que los hombres
"normales" me rechazaran.
Tres meses después encontré un libro de Donald Baker
sobre el rechazo. Lo llevé a casa y me lo devoré en un día. En las últimas
páginas estaba la dirección de un ministerio llamado "Amor en acción", y escribí
pidiendo información.
En esos días mi madre me dijo: -John, te has esforzado
mucho este último año para cambiar tu vida. Estoy orgullosa de ti.
-Sólo podía apoyarme en Cristo -le respondí-. El produjo
el cambio, no yo.
Luego de algunas semanas recibí del ministerio "Amor en
acción" la información que había solicitado junto con la confirmación de que me
habían aceptado en un programa especial para personas como yo. Era diciembre de
1987.
En "Amor en acción" encontré sanidad. Toda mi identidad
debió volver a construirse desde cero. Descubrí que la idea que tenía de Dios
estaba distorsionada, y me resultaba difícil aceptar la realidad de su amor y
aceptación completos para conmigo.
Mirando hacia atrás, veo que Dios quería mostrarme mi
verdadera identidad como hombre. Ser un travesti excelente era lo único de lo
que yo había estado orgulloso. La idea de ser amado por ser quien era me
resultaba totalmente incomprensible.
Pero algo comenzó a cambiar. Aunque cometí muchos errores
durante los primeros años en que abandoné la homosexualidad, me aferré al Señor.
No puedo precisar el momento con exactitud, pero en 1988 ya no volví a dudar de
que Dios me amaba y aceptaba.
Finalmente pude perdonar a mis padres por su descuido
emocional y por las maneras en que yo sentí ellos me habían rechazado. Verbalicé
todo eso con el Señor y la amargura comenzó a desaparecer. La falta de perdón
que me había mantenido esclavo del pecado durante tanto tiempo, finalmente se
estaba desvaneciendo.
Todo el proceso para dejar la homosexualidad ha sido un
proceso lento pero ininterrumpido. Me di cuenta de que la gente no me veía como
el travesti que yo solía ser; me aceptaban por quien yo era ahora. Sin embargo,
todavía me sentía ligado a Candi. Era hora de dejarla morir.
En los años siguientes mi amistad con varones aumentó
hasta el punto en que me sentí seguro en mi masculinidad. Mis deseos
homosexuales estaban empezando a desaparecer.
Aunque Jesús llenaba los lugares vacíos de mi corazón, yo
seguía sintiendo que había lugar para alguien más. En 1991 me enamoré de una
hermosa mujer de Dios que iba a la iglesia, y que provenía de un trasfondo
lesbiano. Participábamos juntos del grupo de adoración en la iglesia, y nos
hicimos amigos. Yo admiraba su compromiso con el Señor, y comenzamos a noviar.
Dado que el estar de novios era algo nuevo para ambos, le
pedimos consejos a nuestro pastor. Pasamos por momentos muy difíciles tratando
de discernir nuestros roles respectivos ya que los dos habíamos venido de
entornos homosexuales. Muchas veces Satanás trató de evitar que nuestro amor se
solidificara, pero el Señor nos guió en cada obstáculo.
Ana y yo nos casamos el 19 de julio de 1992. Yo lloré al
pronunciar nuestros votos matrimoniales, sabiendo que el Señor estaba haciendo
realidad mi sueño. El poder transformador del Señor fue tan evidente durante
nuestra boda, que mi madre y mi padrastro oraron para recibir al Señor esa
noche.
En el pasado nunca había podido decir "soy un hombre."
Pero ahora soy una nueva criatura en Cristo; puedo ser amado porque soy de
Cristo. En el pasado había muchas máscaras detrás de las que me escondía para
protegerme y no ser herido otra vez. Ahora veo que esas máscaras sólo eran un
obstáculo al amor de Dios para conmigo. En Jesucristo he encontrado el amor y la
aceptación que había buscado toda mi vida.
¿Qué dice
la Biblia?
1) Mandamientos dados por Dios:
"No te acostarás con un hombre como uno se acuesta con una mujer. Eso es una
abominación.
" (Lev. 18:22)
"Si un hombre se acuesta con un hombre, como se acuesta con una mujer, los
dos cometen una abominación." (Lev. 20:13)
2) Episodio relatado en el libro de los Jueces
"Cuando estaban alegrándose, he aquí que los hombres de la ciudad, hombres
pervertidos, rodearon la casa y golpearon la puerta diciendo al anciano, dueño
de la casa: —¡Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo
conozcamos!
Aquel hombre, dueño de la casa, salió a ellos y les dijo: —¡No, hermanos
míos! Por favor, no cometáis esta maldad, porque este hombre ha entrado en mi
casa. No cometáis esta vileza." (Jue 19:22 y 23)
3)
Explicaciones del apóstol Pablo:
"Por esta causa, Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues sus mujeres
cambiaron las relaciones naturales por relaciones contra naturaleza.
De la misma manera, también los hombres, dejando las relaciones naturales
con la mujer, se encendieron en sus pasiones desordenadas unos con otros,
cometiendo actos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos
la retribución que corresponde a su extravío.
Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios a una
mente reprobada, para hacer lo que no es debido." (Rom 1:26-28)
"Y conocemos esto: que la ley de Dios no ha sido puesta para el justo,
sino para los rebeldes e insubordinados, para los impíos y pecadores, para los
irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,
para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los
mentirosos, para los perjuros, y para cuanto haya contrario a la sana doctrina."
(1 Tim 1:9-10)
4) ¡Lavados en el nombre de Jesucristo!
"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis:
que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados,
ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, pero ya sois
santificados, pero ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios." (1 Cor. 6:9-11)
==> Dios siempre recibe al pecador que se arrepiente y desea una nueva vida
junto a él. Hay esperanza para todos.
"Venid, pues, dice Dios; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean
como la
grana,
como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a
ser como blanca lana." (Isa 1:18)
"De modo que si alguno está en Cristo,
nueva
criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
(2 Cor 5:17)
==> Existen ministerios específicos para ayudar a los homosexuales que desean
cambiar de vida, algunos fundados y dirigidos por ex-homosexuales. Escríbanos
por información de contacto en su país. ¡Sí, una nueva vida es posible!
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Yamandú Sánchez