casa

LA CASA COMO INSTITUCION

Familia, apellido y casa son tres conceptos que en la montaña Navarra, al igual que en los demás territorios euskaldunes, están intimamente entrelazados. El individuo pertenece a la casa (que tiene nombre propio, al igual que las personas) y no viceversa, al punto que para conservar la misma se sacrifica la igualdad de los hijos, dando su propiedad a tan solo uno de ellos, el que se encargará de su preservación, como lo hicieron las generaciones precedentes y como lo harán las venideras.

Esta peculiaridad tiene su origen en el hecho de que el denominado caserío o "etxe" era más que un techo. En primer lugar, con sus animales, plantaciones, dependencias e instrumentos de labranza, constituía una unidad económica con capacidad para mantener una familia tipo, la cual, según Caro Baroja, se componía de:

  • un matrimonio de edad madura: los viejos
  • un matrimonio más joven
  • los hijos del segundo matrimonio (nietos del primero) solteros
  • algún otro pariente cercano de ambos matrimonios: comunmente hijos e hijas solteras del primero
  • criados: no más de uno mayor y uno chico
  • Tomando como ejemplo un contrato matrimonial del año 1666 vemos que en el mismo se hacía donación de la casa de Urrarin de Errazu "con todo su pertenecido, de porción de molino, heredades de pan sembrar, helechales, manzanales, bordas, asientos de iglesia, sepulturas y todo lo demás a la dicha casa pertenecientes".

    De esto se desprende claramente que el concepto de casa o caserío iba más allá del de simple propiedad, transformándose así en una institución con vida propia y cuya importancia entre los vascos determinó muchas de sus peculiaridades sociales e incluso políticas que los definen.

    Para Ariztimuño, la casa solariega es la más elevada expresión de la familia, porque une, según el concepto jurídico vasco, a los vivos con los antepasados fallecidos, cuyo recuerdo se perpetúa y cuyas "huesas y asentamientos en la iglesia" se heredan al mismo tiempo que la casa. De ahí que Graciana de Lastiri, dueña de la casa Vicondoa de Errazu, ordenase, al testar en 1702, que "mi cuerpo sea enterrado en la Iglesia Parroquial de este dicho lugar en una de las sepulturas de mi dicha casa". Estas sepulturas eran identificadas en 1715 en el transcurso de una inspección llevada a cabo en Errazu por quienes instruían un expediente de ingreso a la Orden de Santiago y que eran guiados a tales efectos por el párroco: "entrados en ella nos llevó al lado de la Epístola y nos señaló dos losas de piedra que dijo ser propias de la casa de Irigoyen de Iñarbil y están en la segunda hilera". También menciona otras sepulturas, ubicadas en frente, y que "son dos (que) tocaban a la casa de Iturriría de Errazu. Y llevados al lado del Evangelio nos señaló otras dos que están en la segunda hilera, que dijo ser de la casa de Vicondoa y en unas y otras losas se sientan las mujeres según su casa, y los varones de las casas de Irigoyen e Iturriría en el segundo banco y por ambos lados y el dueño de la casa de Vicondoa en el primer banco del lado de la Epístola".