Un turista en la zona roja de Amsterdam
Un turista de mediana edad en su primer visita a Amsterdam va al distrito rojo y entra en un burdel muy grande. La madama le pide que se siente y le envía a una de sus pupilas jóvenes para entretenerlo. Charlan, chichonean, se acarician, toman, se ríen y ella se sienta en sus faldas. Él le cuchichea algo en el oído, ¡ella respira hondo y sale corriendo!
Viendo esto la madama envía a alguien más experimentada para entretenerlo. Charlan, chichonean, se acarician, toman, se ríen
y ella se sienta en sus faldas. Él le cuchichea algo en el oído y ella
grita ¡NO! y se aleja rápidamente.
La madama está sorprendida porque este hombre de aspecto tan común haya pedido algo tan tremendo que dos de sus chicas no quieran tener nada que ver con él. Decide mandarle a Lola, su pupila más
experimentada.
Ella nunca ha dicho que no y no era probable que nada la sorprendiera. Charlan, chichonean, se acarician, toman, se ríen y ella se sienta en sus faldas. Él le cuchichea algo en el oído y ella grita ¡JAMÁS!, le da una bofetada y se va.
La madama está ahora totalmente intrigada, nunca había visto algo así operando burdeles desde hace tantos años. Hacía mucho que ella misma no hacía el trabajo en la cama pero estaba segura que siempre le dijo sí a cualquier cosa que un hombre pudiera pedir. Ella tiene que descubrir qué es lo que hizo que sus chicas se pusieran tan enojadas.
Además, ve una oportunidad de darle una lección a sus pupilas. Va y le dice
que ella es la mejor de la casa. Charlan, chichonean, se acarician, toman, se ríen y ella se sienta en sus faldas. Él le cuchichea en el oído:
"¿puedo pagar en pesos argentinos?"