Ambos
animales se convirtieron en grandes amigos. Unas
semanas más tarde, la gata cayó en un pozo
bastante profundo. A los maullidos limpios, llamó
al caballo para que lo ayudara. El caballo pensó
y pensó. Dio una vuelta al pozo. Luego puso las
patas delanteras en una orilla y las traseras en
la otra. Y le pidió a la gata que se agarrara de
su enorme "cosa", y así podría sacarla
del pozo.
La
gata se agarró fuerte, el caballo dio un salto y
pudo rescatarlo con éxito.
¿LA
MORALEJA?
"Si
la tenés como la de un caballo, no necesitas un
BMW para levantar gatas"