SI
LOS HOMBRES MENSTRUARAN...
Artículo por Lidia Cacho*
¿Qué sucedería si de pronto, de manera mágica e inesperada todos los hombres
del planeta empezaran a menstruar cada 28 días y al mismo tiempo las mujeres
dejásemos de menstruar?
La respuesta es fácil: la menstruación se convertiría en un asunto
envidiable, elevador del ego, un evento de masculinidad.
Los hombres andarían por allí presumiendo qué tanto sangrado tienen y cuánto
tiempo les dura. Los niños en las escuelas marcarían sus territorios con su
propia sangre, a manera de ritual religioso de madurez y virilidad. La cámara
de Diputados y Senadores crearía fondos federales para el Instituto Nacional
para detener las Incomodidades de la Dismenorrea.
Los kotex serían subsidiados para la mayoría masculina, aunque los más
poderosos gastarían miles de pesos anuales en marcas como "John Wayne
toalla grandes para hombres grandes"; "tampones Muhamed Ali son los más
grandes"; Joe Namath toallas ultra delgadas para los hombres de acción, y
"para esos días de sangrado ligero del caballero, toallas Cary
Grant".
Los militares, los hombres de ultraderecha y los fundamentalistas dirían que se
llama Menstruación como prueba de que sólo los hombres (MEN) deben pertenecer
al ejército. "Tienes que dar sangre para tomar sangre" diría el
eslogan del ejército.
Los rabinos dirían "Sin ese poder que sólo los hombres tenemos para
limpiar los pecados del cuerpo a través del sangrado mensual, las mujeres se
mantienen impuras".
El Vaticano diría "Sólo los varones somos capaces de dar nuestra sangre
por los pecados de las mujeres".
Los místicos y hombres radicales de izquierda insistirían en que efectivamente
las mujeres tienen derecho a la igualdad, y que pueden probarlo infligiéndose
una herida mensualmente para probar que son capaces de "dar la sangre por
la revolución: patria, sangre o muerte".
Habría en todos los países un Ministro de Asuntos Menstruales, que valoraría
el comportamiento casi místico y el poder de los varones que "en sus días
especiales" demuestran tener mayor sensibilidad para los negocios y la política.
Los machines en las cantinas dirían: "No hombre, yo uso tres toallas súper
absorbentes cada hora... estoy grueso", les contestarían "Chido, no
hombre yo me siento más animal cuando ando a caballo".
Los hombres convencerían a las mujeres de que el sexo es mucho mejor "esos
días del mes" y los homofóbicos dirían que las lesbianas lo son porque
le tienen pánico a la sangre masculina.
Y, por supuesto, todos los científicos e intelectuales encontrarían teorías
fascinantes para justificar con argumentos orales y filosóficos los cambios
emocionales de los varones en su ciclo menstrual.
Tal vez Einstein hubiera escrito: "Cómo podría ninguna mujer dominar las
disciplinas que demandan un amplio sentido del tiempo, el espacio, las matemáticas
y las medidas del salto cuántico si no tienen ese don del cuerpo que sólo los
varones tenemos, que nos da la capacidad de medir los ciclos de la luna, de los
planetas, de percibir el mundo..."
El Papa diría: "Por eso las mujeres no pueden ser sacerdotizas ¿cómo
podrían si son incapaces de manifestar en su cuerpo la maravilla de la muerte
simbólica cada mes, sólo Dios y el hombre".
* Periodista de Cancún, Quintana Roo y directora de la Revista Esta Voz es Mía.