Cuando
fui a almorzar hoy, observé esta señora
en el parque. Tendría unos 75 u 80
años y estaba sentada en una banca
llorando desconsoladamente. Me
acerqué y le pregunté que le
pasaba.
Entre
lágrimas y gemidos me contestó:
- Cuando enviudé hace algunos años,
quedé con la fortuna de mi marido.
Luego volví a casarme con un
hermoso joven de 28 años. El me
hace el amor todas las mañanas,
luego se levanta y me prepara un
estupendo desayuno con crèpes,
huevos revueltos, fruta fresca y café
recién molido...
Un
poco sorprendido, le dije:
- ¡Pero eso es muy bueno! ¿No
entiendo por qué llora?
Sin
escucharme, la dama continuó:
- Y eso no es todo. Me prepara
comida gourmet para el almuerzo y
vuelve a hacerme el amor hasta la
hora de la merienda, en la que
cocina galletas especiales para mí.
Para la cena prepara sus mejores
recetas y todas las noches nos
vestimos de gala, bebemos vino y
champagne, para continuar hasta la
madrugada haciendo el amor por toda
la casa.
Una
vez más la interrumpí:
- Señora, discúlpeme que insista.
¡Todo lo que cuenta es magnífico!
¿Me puede decir por qué llora?
Y
la señora, en un arrebato de llanto
incontenible me dijo:
- Porque hace horas que estoy dando
vueltas y ¡NO RECUERDO DONDE VIVO!