Era una loca que
siempre caminaba por una calle donde había un grupo de albañiles, y
cuando pasaba le gritaban:
-¡Adios maricón!
La loca siempre respondía:
-Adiós tristes albañiles.
Hasta que un día iba una
mujer bien pero bien buena atrás del maricón sin que éste lo supiera y
los albañiles le gritan a la mujer:
-¡Adiós mamacita!
Y la loca responde:
-¡Adiós ingenieros!