En un pueblecito hay dos
familias judias, y quieren casar a sus
respectivas hijas.
Como no hay chicos judios en el pueblo, deciden unirse para
buscarlos por los pueblos de los alrededores.
Finalmente encuentran dos excelentes partidos, y les invitan a
que vayan a conocer el pueblo.
Pero resulta que uno de los muchachos se arrepiente por el
camino, y solo uno de ellos llega.
Es una verdadera joyita, así que las dos familias lo quieren.
Total, que las dos familias empiezan a discutir de quién es el
novio, y como la cosa no se aclara, deciden hablar con el rabino
más viejo de los alrededores.
- "Lo que haremos es muy simple" -dice el rabino-, "como
aconsejó
sabiamente Salomón, partiremos al chico por la mitad, y le
daremos un trozo a cada familia para que no hayan
discusiones".
Entonces la madre de una de las novias dice:
- "No, por favor, pobre muchacho, ¿cómo le van a hacer eso?"
Pero la otra madre dice:
- "Eso! Eso! Que lo partan! Que lo descuarticen!"
Entonces el rabino mira a la segunda madre (la que gritaba con
los ojos inyectados en sangre que lo corten en dos) y le dice:
- "El chico se casa con su hija; usted es la verdadera suegra"