Atrapada
en las brumas
de
un futuro incierto
sobrevivo
los pasados
a
golpes descubiertos.
Las
caricias, las sonrisas,
las
palabras que me visten,
acompañan
cada día
a
mi lápiz hambriento,
que
con cauto sonrojo
y
avidez pueril
va
describiendo momentos,
segundos
de pasión,
desesperos
callados
y,
a veces,
juegos
de ilusiión.
No
caben en mi levedad
sueños
compartidos,
escribo
los renglones de mi vida
serena
y con la sensatez
de
saber que un día,
quizá
lejano,
habrá
un alma compañera
que
en esta vida, lisonjera,
aprenda
a beber en mis labios.
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Nada
me desparrama,
nadie
aturde mi sentir,
sólo
estos versos cautivos,
conocen,
someramente,
el
pensamiento errante
de
éste mi existir.
Una
caricia, un te quiero,
pronunciado
sin querer
van
marcando los surcos
que
en mi piel
se
van grabando,
como
cinceles invisibles
del
escultor apasionado
que
crea su obra maestra
justo
antes de perecer.
Asi
van pasando los días,
los
segundos matemáticos
soles
que se ponen
y
lunas, que con su encanto,
llenan
mis noches serenas
y
mis días de sobresaltos.
Así
es mi futuro brumoso
mi
pasado incauto,
y
el presente son los veros
que
aquí, hoy decanto.
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