Entrevista


Carmen Maura La sonrisa de la luchadora

La siguiente entrevista se publicó en EL PAIS semanal No. 1.133 Domingo 14 junio 1998, el texto es de Joseba Elola y la fotografía de Javier Salas.

la sonrisa de la luchadoraNunca le gustó contar sus penas. Dice que relatar desventuras espanta a la gente y, además, resulta poco operativo. Su carrera internacional se ha disparado por completo: tiene cinco estrenos pendientes. El primero es Ellas, de Luis Galvao Teles.

Aparece fresca y sonriente, con ese punto de infantilismo e ingenuidad que siempre cultivó y que tan buenos resultados le ha dado. Aparenta 10 años menos que los que tiene, 52. A su lado, la pizpireta Maggie, una perrita yorkshire de la que no se despega y que la acompaña a todos los rodajes. "La primera vez que Resines vio a la perra le pareció que era un horror, pero luego entendió lo bueno que es tenerla: no sólo distrae, sino que te permite zafarte con la excusa de que se te escapa".

Sus cuatro años en Francia han dejado huella, se le escapan algunas frases con entonación claramente francesa. En el uso de la voz demuestra ser una auténtica maestra: domina la creación de climas es una conversación. En el trato se adivina un cierto aire de diva. Se fuma cuatro cigarrillos rubios en una hora.

La pobre Maggie vive al ritmo de su dueña. Frenético. En los últimos dos años, Maura no ha parado. Rodó Ellas -estrenada el viernes- en Portugal; Tortilla y cinéma, ópera prima de Martin Provost -"hago de Carmen Maura"-, en Francia; El cometa, de Marisa Sistach -"estuve a punto de matarme al quedarse una caravana al borde de un precipicio"-, en México; Alice et Martin de André Techiné, junto a Juliete Binoche -"nos llevamos muy bien, pero somos muy distintas"-, en Francia; Lisboa, de Antonio Hernández, con Federico Luppi y Leo Sbaragglia; El entusiasmo, de Ricardo Larrain -"arena hasta en la coca-cola que bebías"- en Chile. Y además, teatro y visitas de cuatro días al mes para rodar en Madrid la serie A las once en casa, junto a Ana Obregón y Antonio Resines. Su próximo largometraje, en Italia, con Sergio Castellito.

- Usted no para.

- La verdad es que no paro. No tengo más remedio que trabajar mucho.

En las entrevistas que Carmen Maura concedía en su época Almodóvar había una idea que aparecía recurrentemente: uno de sus mayores anhelos era la independencia económica en su vejez. No quería ser una abuela pobre. A princios de abril del año pasado, cuando acababa de estrenar en Buenos Aires la obra de teatro Bienvenida a casa, de Neil Simon, se publicaba que Carmen Maura estaba endeudada (se barajaron cifras cercanas a los 170 millones de pesetas). La persona con la que había convivido 13 años y a quien había otorgado plenos poderes había hecho negocios por toda España abriendo cuentas en su nombre y pidiendo créditos. Incluso le cortaron el teléfono por falta de pago.

Desde entónces, Carmen no para de trabajar. Ante el infortunio pone una sonrisa y lucha. No quiere quejarse. Su amiga María Barranco, con la que compartió cartel en Mujeres al borde de una ataque de nervios, corrobora su carácter de luchadora: "Es una mujer muy práctica", dice, "para ella es importante ser positivo. Cuando ha tenido un mal asunto, siempre ha luchado contra ello. Algo que a otros podría derribar, a ella le hace tirar para adelante. Es muy luchadora". Su batalla contra una deuda parece llevarla de un lado a otro del mundo.

- ¿Cómo lo hace?

- Tampoco es horrible. Llega un momento en la vida en que ponerte delante de una cámara ya no te da tanto miedo, no te estresas tanto. Para mí, un rodaje es como jugar. Me canso, claro, pero como quien va de excursión. Los viajes son la peor parte. Pero viajamos en buenas condiciones, no toco una maleta, voy a casas divinas... No nos engañemos. Mastroianni explicaba muy bien lo que es esta profesión: hay momentos duros, pero nada comparado con otras profesiones.

- ¿ Y cómo se mete en tantas pieles a la vez?

- Pues qué quieres que te diga, yo es que ya estoy muy espabilada de inspiración. Todos los directores quedan muy contentos. Nunca había hecho tantos personajes. Es verdad que no son protagonistas, pero son primeros papeles. Al haber tenido que hacer las cosas así, ya llego a los rodajes muy receptiva. Yo he salido del rodaje de la serie de televisión y al día siguiente: puf, a Chile, a hacer otra. Y llego abierta a cualquier cosa. ¿Qué soy rubia?, estupendo, ¿qué ando despacio?, fantástico. Cada uno tiene su sistema. Hay quien para hacer de monja necesita irse un año al convento. Yo no necesito eso. He visto tantas que ya me lo imagino.

-Siempre pone usted mucho énfasis en la manera en la que deben andar sus personajes.

- Estoy muy orgullosa de mis andares. Si se examinan mis películas, siempre ando distinto. ¡Bueno, algunas se copian a otras!. Pero es algo que me parece muy importante. Hay mucha gente que no sabe caminar.

-Teniendo en cuenta la vorágine en la que está inmersa, ¿le da tiempo para tener vida propia?

- No tengo más remedio que mezclar mi vida propia con mis viajes mis trabajos. Aprovecho para desarrollar mi vida propia encima de un avión, dando paseos por los sitios que visito... Ahora acabo de pasar cuatro días en el campo y no he hecho nada, ni siquiera estudiar. Me encanta eso de no hacer nada, estar como una vaca. O como una oveja, que como un poco, se pasea, mira, vueve a pasear...

- Pero, ¿sigue usted viviendo en París?

- Estoy por ahí. No sé muy bien dónde vivo, francamente. Si hiciera un cómputo de dónde he pasado más tiempo, no he sido ni en Madrid ni en París. Estoy en pleno caos en ese sentido. A lo mejor dentro de un año me vivo en una casa familiar... Pero es un caos que no me preocupa nada, es incluso una sensación qe no es desagradable porque me permite improvisar. Cuando empiezas a tener una vida profesional que se reparte entre tantos sitios, qué más te da ir de aquí a allá que de acá a aquí. Además, tengo que viajar igualmente para ver a mis hijos: uno vive en Canarias, y Carmen ha estado un año en Oxford, otro en Bosnia, uno en Barcelona y ahora se va a Nicaragua. Lo único que no me gusta es lo de soportar tanto avión, aunque la verdad, son muy simpáticos conmigo. La niña ingenua que lleva dentro se acaba de imaginar a alguna azafata o piloto leyendo estas líneas. Es el punto ingenuo que la hace mágica, el que hace que parezca más joven de lo que es. En la película que acaba de estrenar, una historia sobre los problemas de cinco mujeres en su madurez (interpretadas por Miou Miou, Guesh Patti, Marta Keller y Marisa Berenson), encarna a una periodista que elabora un reportaje sobre los deseos de las mujeres, en lo que es una búsqueda de los propios deseos.

- ¿Cuáles son los deseos de Carmen Maura?

- El primero, estar en paz conmigo misma. Lo estoy consiguiendo bastante, a pesar de todas las agresiones y dificultades... Busco un equilibrio entre las cosas que quiero y las que tengo, las que me hacen y la que no me hacen... Quiero estar lo más preparada para cualquier cosa posible, no darle demasiada importancia a determinadas cosas... A partir de ahí se puede conseguir todo. Me encantaría enamorarme. Pero no es nada fácil. Ya estoy muy maleada.

- Y enamorarse le debe resultar más difícil ahora.

-¿Ahora?, ¿Por qué?

- Después de todo lo que ocurrió, la desconfianza que eso puede generar...

- Bueno, yo creo que a unas les ocurre por unas cosas y a otras por otras; a medida que te vas haciendo más mayor te es más difícil enamorarte porque ya has oído de todo y ya te dan pereza muchas cosas.

- Nunca le gustó contar sus penas.

- No. Cuando y tengo un problema o varios, nunca hay nadie que los sepa todos. Elijo a uno y le cuento una parte, otra a otro... Si tú dejas de contar tus problemas, te enfrentas a ellos y los solucionas. Si no, lo único que haces es darte pena a tí misma. Si no los cuentas, se te acaban olvidando, es más cómodo. Claro que si contárselo a alguien va a hacer práctico para algo, vale. Pero a la gente no le gustan nada las penas. Gran parte de mis días estoy metida en cosas folclóricas y si estoy deprimida no voy a llegar diciendo: "Hoy tengo un mal rollo". Uno tiene vecinos insoportables, a otro le persigue Hacienda, el de más allá tiene problemas con su novia que es una borde. Cada uno tiene lo suyo.

- ¿Pero no llega un momento en que uno se pueda hartar de disimular o de fingir, o de poner la sonrisa cuando no apetece?

- Muchas veces es cansado. En mi caso, hay muchos ratos en que estoy sola y otros en que estoy con alguien de mucha confianza. No es que finja, es que también tengo mi parte alegre por muchas cosas horribles que me ocurran. Eso lo he tenido desde pequeña: aunque me pase algo grave, una ocurrencia me hace reír.

-¿Ha tenido que sacrificar muchas cosas en su vida por conseguir el éxito?

- No. Todo lo contrario. El ser actriz me ha ayudado a superar cosas que sin este trabajo no hubiera superado. No tengo para nada la sensación de que ser actriz me haya quitado algo. Mi vida probablemente habría sido igual de complicada, pero mucho menos divertida. Y lo pienso así incluso remontándome a mis comienzos, cuando me decidí a ser actriz y me quitaron a mis hijos... De un modo o de otro, me podría haber ocurrido lo mismo. Este trabajo me ha ayudado a ser una persona normal.

- ¿Nunca se arrepintió de haber dado ese paso?

- No. Me habría acabado separando por otros motivos. No le echo la culpa de nada a lo de ser actriz. Puedo echarle la culpa a algunas personas que me han rodeado.

- O sea, que ese cambio de rumbo que dio su vida a los 25 años...

- Eso fue un regalo del cielo, 20 minutos de lucidez. Yo era una inconsciente. Y todo tras una conversación con el crítico de teatro Alfredo Marquerie. En 20 minutos me llevó a la realidad y me dijo:"¿Por qué no haces lo que más te gusta en la vida?". Llegué a casa, lo dije y se armó la de San Quintín. Y a partir de ahí, claro, soy tan cabezota que bastó que se enfrentaran conmigo mi familia y mi marido para que yo me cabreara más al darme cuenta de que no era libre, no podía hacer lo que me daba la gana. Son de esas cosas que me hacen pensar que existe un ángel de la guarda, hay algo que hace click en un momento determinado y te sirve para seguir adelante. Nunca nos imaginamos las cosas que somos capaces de soportar hasta que nos colocamos en esa situación. Ves una película y piensas:"Si a mí me pasara esto, yo me moriría" (dice, susurrando, como si contara un secreto). No te mueres. Te mueres cuando te toca, pero no porque te pasen cosas. Todo se puede superar.

-¿Considera que ha tenido mala suerte con los hombres?

- Depende de lo que uno llame mala suerte. También me lo he pasado pipa. Que no tenga yo mi pareja estable y tal...Todas hemos vivido historias mejores y peores. No sé lo que es tener mala suerte, porque a lo mejor no es esa la cuestión, a lo mejor es que yo no estoy preparada para tener una pareja durante mucho tiempo. Yo no diría que he tenido mala suerte con los hombres porque eso depende, muchas veces es que te lo has buscado tú.

- No sería ese el caso cuando la estafaron.

- Ese es un tema que no quiero tocar. Hablemos de otras cosas.

-¿Cómo se lleva con Almodóvar?

- Muy bien, lo que pasa es que no le veo. Pero hay veces que tengo la sensación de que le he visto la semana pasada porque por la calle me paran y me preguntan por él, por sus películas... Yo con él he hecho cosas que no he vuelto a hacer con nadie y él conmigo ha hecho cosas que no ha hecho con otras, aunque hay actrices con las que ha hecho cosas que estaban muy bien. Es una relación que ha quedado muy tranquila y muy bien porque es como un tesoro que es mío: sé que lo que hacía conmigo, no lo ha hecho con otras.

- ¿Y no van a volver a trabajar juntos?

- Eso podría suceder algún día, pero él tiene que tener un personaje que le apetezca que lo haga yo. Yo, desde luego, no iré detrás de él, ni me haré la encontradiza. Si un día a él le apetece y a mí me gusta lo que quiere que haga para él, lo haré, pero no es fácil. Tampoco sé lo que pasa por su mente porque hace mucho tiempo que no hablo con él. No es que yo me niegue, pero no ha surgido la ocasión. Cada vez que estrena una película miro con curiosidad y veo que hay una cosa que hecho conmigo que no ha conseguido con otras. Y lo que yo he hecho con él, no lo he hecho con otros.

-¿Qué es esa cosa?

- Es difícil de describir, pero es algo que ha visto todo el mundo. Cuando yo conocí a Pedro, no teníamos nada que ver: él era supermoderno, yo era una niña bien que hacía teatro, pero inmediatamente conectamos. En un rodaje, con 40 personas, Pedro decía algo y de repente yo era la única a la que le hacía gracia, los otros 40 se quedaban callados. Y en el estreno, carcajada en el patio de butacas. Yo le entendía muy rápido, leía sus guiones y no hacía falta hablar más de 15 minutos del personaje. Las indicaciones que me ha dado Pedo siempre han sido mínimas, pero tan descriptivas... Con La ley del deseo le pedí que me presentara transexuales y no quiso. Me dijo que hiciera pesas en un gimnasio, que lo demás saldría solo. Y apuntó: "Tú ten en cuenta que es una persona que nunca está tranquila, que en ningún momento está relajada. Siempre está con un desacuerdo interior". Con Mujeres al borde de un ataque de nervios me dijo: "Es una tía que durante toda la película está diciendo una cosa, pensando otra y haciendo otra". Y así fue:ella piensa en él, habla con Candela y recoge la maleta. Pedro me explicaba cosas muy sencillas, pero muy claras.

-¿Y eso no lo ha vuelto a encontrar con otros directores?

- Yo he hecho trabajos en los que me he divertido igual, y me he sentido genial rodando con Techiné o con Larraín. Pero son otros mundos.

La invitación cursada a Pedro Almodóvar para mantener una breve charla telefónica acerca de su relación con Carmen Maura fue declinada por el cineasta manchego.

- Siempre le preocupó la búsqueda de la felicidad.

- Más que buscar la felicidad, he procurado salir a flote. La vida pasa a mucha más velocidad de lo que pensamos cuando somos pequeños. Nunca ha buscando la felicidad a lo grande. Eso es un error.

- ¿Por qué?

- Porque no existe. O al menos no existe tal y como nos la imaginamos de pequeños. Lo que existe es la felicidad a ratos.

- Usted solía decir que uno de sus mayores anhelos era ser económicamente independiente cuando llegase a viejecita. ¿Va a poder conseguirlo?

-Eso espero. Lo que más busco es la calma. Pero yo creo que seré una viejecita más o menos tranquila porque, a pesar de todas las cosas que me han pasado en la vida, por dfíciles que hayan sido, lo que nunca me ha faltado ha sido el talento para hacer mi trabajo. Con eso, y encima siendo graciosa, puf... Con eso puedes vivir siempre. porque puedes hacer igual una cosa que otra, y como tampoco soy demasiado exquisita... Yo no tengo la sensación de que me quede por hacer un clásico en no sé donde, una película con no sé quien... Yo quiero pasármelo bien, gustar al público, unas veces con cosas de más calidad, otras veces con menos calidad. Tampoco eso es tan importante.

-¿Pero se va a poder desembarazar de la losa económica que tiene encima?

- Sí. Eso espero. De ésta se sale. Vamos a salir de ésta, verdad chiquitita (le dice a Maggie, que mueve la colita); además, hemos aprendido tanto...

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