El futuro del posicionamiento
por Jack Trout y Al
Ries
Al Ries es presidente de
Ries & Ries, empresa dedicada a las estrategias de marketing
con sede en Great Neck, New York. Antes de fundar Ries &
Ries, fue el pionero y presidente del directorio de Trout &
Ries, y allí trabajó con Jack Trout durante 26 años. Trout y
Ries son coautores de numerosos clásicos y best-sellers de la
industria, incluyendo Positioning: The Battle for Your Mind,
Marketing Warfare y Bottom-Up Marketing. Su última obra,
The 22 Immutable Laws of Marketing, delinea las
principales razones por las que los programas de marketing
triunfan o fracasan.
Jack Trout es presidente de Trout &
Partners, empresa dedicada a las estrategias de marketing, con
sede en Greenwich, Connecticut. Entre sus clientes cabe mencionar
a IBM, Burger King, Chase Manhattan, Xerox, Merck, Procter &
Gamble y algunas otras empresas de la Fortune 500. Trout hizo un
aporte muy significativo para el desarrollo del enfoque vital del
marketing conocido como posicionamiento. Antes de
formar su propia consultora, trabajó en General Electric y
Uniroyal, y luego se unió a Al Ries, para formar Trout &
Ries.
Es probable que conozcan la historia del
viajante que le pide al granjero algunas instrucciones para
llegar a un pueblito cercano.
El granjero respondió así: Bueno, siga el camino durante
un kilómetro y medio y, en la bifurcación, tome a la izquierda.
No, espere... no va a funcionar. Mejor, doble y siga más o menos
un kilómetro hasta que encuentre un reflector de luz, allí gire
a la derecha. No... espere, creo que tampoco va a
funcionar. Después de una larga pausa, el granjero miró
al confundido viajante y le dijo: ¿Sabe una cosa? Usted no
puede llegar allá desde aquí.
Y sucede que éste es también el espíritu
del posicionamiento. Se pueden gastar millones de dólares en una
gran publicidad y aun así sentirse muy desdichado si no se
utilizan las reglas del juego del llamado
posicionamiento. En otras palabras: No se puede
llegar allá desde aquí.
El mercado de hoy ya no responde a las
estrategias que funcionaban en el pasado. Hay demasiados
productos, demasiadas empresas y demasiado ruido a marketing. Hoy
somos una sociedad sobresaturada de comunicación.
Si tiene alguna duda, es suficiente con
contar la cantidad de medios que se ocupan de sus comunicaciones.
Está la televisión (comercial, de cable y por suscripción).
Está la radio (AM y FM). Están los medios gráficos en posters,
carteleras de anuncios y exhibiciones. También los diarios, el
correo directo, las revistas de circulación masiva, las revistas
para entusiastas, las revistas para empresarios, las revistas
especializadas, los anuarios, semianuarios. Y, por supuesto,
colectivos, subtes y taxis. En términos generales, podríamos
decir que todo aquello que se mueve lleva un mensaje de
nuestro auspiciante.
El consumo per cápita de publicidad en
Estados Unidos supera los US$ 400 por año. Miles de mensajes
compiten diariamente por lograr una mejor participación en la
mente del potencial cliente. Y, no se confunda, la mente es el
campo de batalla.
Para comprender mejor a qué se enfrenta su mensaje, considere la
mente como la memoria de una computadora. Al igual que ocurre con
la computadora, la mente tiene un espacio o posición
para cada bit de información que haya decidido retener. En
cuanto a su funcionamiento, la mente se parece mucho a una
computadora.
Pero hay una diferencia muy importante. La computadora no puede hacer otra cosa más que aceptar lo que se le ingresa. La mente humana, no. De hecho, es todo lo contrario. La mente, como mecanismo de defensa contra el volumen de comunicaciones de la actualidad, filtra y rechaza gran parte de la información que se le ofrece.
Futuroscopio
El posicionamiento será más necesario que nunca en el mercado del siglo XXI. El ruido del marketing aumentará exponencialmente a medida que sea mayor la exposición a los nuevos medios de marketing electrónico, tales como las redes internacionales de computación, el correo electrónico y el hipertexto. La apertura y el cambio de las oportunidades comerciales internacionales también crearán nuevos desafíos para el juego del posicionamiento. |
En general, las personas sólo aceptan
información nueva que sea compatible con su conocimiento o
experiencia anterior (el esquema previo de espacios o posiciones
de la mente). Filtran y dejan afuera todo lo demás, sin que
tenga demasiada importancia lo creativa que pueda ser la manera
en la que se presenta la información.
Hace algunos años, cuando General Electric
trataba de ingresar al negocio de las computadoras mainframe, la
empresa les dijo a sus potenciales clientes que sus computadoras
eran mejores que las de IBM. Pero nadie le creyó a GE. Esta idea
no tenía cabida en lo que la mayoría de la gente pensaba de
IBM. Es esperable contar con nueva información de GE sobre
lamparitas, pero no sobre computadoras. Esto explica las
dificultades que tuvo GE y que tiene cualquier empresa cuando
trata de llevar su posición ya establecida a un campo totalmente
nuevo.
En la mente de la mayor parte de las
personas la posición mainframe estaba ocupada por
una empresa llamada IBM. Para que un fabricante de computadoras
de la competencia logre una posición favorable en la mente de
los futuros clientes, debe desalojar a IBM o, de algún modo,
relacionar a la compañía con la posición de IBM.
A pesar de ello, son muchas las empresas
que se embarcan en programas de marketing y comunicaciones como
si la posición de la competencia no existiera. Publicitan sus
productos en el vacío y se desilusionan cuando el mensaje no
llega.
En la actualidad, las empresas que tienen éxito participan de un
juego llamado posicionamiento. No sólo están
conscientes de sus propias posiciones sino de las de la
competencia. Saben cuándo pueden llegar hasta allá desde acá y
cuándo no. No siempre fue lo difícil que es hoy. Un rápido
vistazo a la historia del negocio de las comunicaciones podría
ayudarnos a comprender mejor cómo llegamos a la era del
posicionamiento.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el
negocio de las comunicaciones entró en una era a la que Rosser
Reeves denominó la única propuesta de ventas (USP).
La gente de marketing centralizó su atención en los productos y
las características de los productos. En muchos sentidos, éstos
fueron los buenos tiempos, en los que lo único que hacía falta
era contar con la mejor trampa para ratones y un poco
de dinero para promocionarla.
Pero la tecnología comenzó a levantar su
fea cabeza, y cada vez resultó más difícil determinar cuál
era la única propuesta de ventas. Una avalancha de
productos yo también puso fin a la era del producto.
A su mejor trampera siguieron rápidamente tres más,
iguales a ella, y además sostenían que eran mejores que la
suya. El marketing de esta era respondía al lema nuevo y
mejor.
La próxima fase fue la era de la imagen.
Empresas exitosas como Kodak y DuPont descubrieron que la
reputación o la imagen eran más importantes para vender un
producto que cualquier característica específica que pudiera
tener. En particular, los programas de las nuevas empresas de
tecnología (Xerox, IBM, Sony) tuvieron un éxito espectacular.
En cambio, los de empresas más antiguas no tuvieron tanto
éxito. El arquitecto de la era de la imagen fue David Ogilvy.
Tal como él señaló en su famoso discurso sobre el tema: Cada
aviso es una inversión a largo plazo en la imagen de una
marca. Y demostró la validez de sus ideas con programas
para Rolls-Royce, camisas Hathaway, Scheweppes y otros productos.
De la
misma manera que los productos yo también mataron a
la era del producto, las empresas yo también mataron
a la era de la imagen. Cuando cada una de las empresas trató de
crear para sí una imagen, el nivel de ruido llegó a ser tan
alto que relativamente pocas compañías triunfaron. Y muchas de
las que lo lograron lo hicieron en gran medida gracias a los
espectaculares avances técnicos y no a una publicidad
espectacular (Xerox y la fotocopiadora para papel común, por
ejemplo).
Hoy estamos en la era del posicionamiento, una era que reconoce
tanto la importancia de las características del producto como la
imagen de la compañía pero que, por encima de todo lo demás,
pone el énfasis en la necesidad de crear una posición en la
mente del potencial cliente.
El posicionamiento es un juego en el que la
imagen del competidor es tan importante como la propia y,
en ocasiones, más importante. La famosa campaña Avis es
la empresa Nº 2 en alquiler de autos. Entonces, ¿por qué
viajar con nosotros? Porque nos esforzamos más fue un
ejemplo clásico de cómo tratar de crear una posición contra la
empresa líder.
En la era del posicionamiento, el nombre de su empresa o del
producto es especialmente importante. Tomemos, por ejemplo, a las
compañías aéreas. A medida que se van superponiendo más
rutas, el nombre puede convertirse en un ancla,
independientemente de cuánto dinero invierta.
Consideremos el caso de Eastern Airlines,
por ejemplo. Eastern estuvo entre las primeras compañías en
pintar los aviones y vestir de gala a las
azafatas, en un esfuerzo por mejorar su reputación. La
hermosa publicidad que utilizó estuvo en manos de la agencia de
publicidad más importante del país. El tema elegido fue
Las Alas del Hombre, tocado por la Orquesta
Filarmónica de Londres. Eastern no actuó con timidez cuando
llegó el momento de gastar dinero.
Pero, a pesar de todo el dinero invertido,
¿qué pensaba usted de Eastern? ¿A dónde creía que volaba?
Por toda la costa este, a Boston, Washington, Miami, ¿no es
cierto? Bien, pero también volaba a St. Louis, New Orleans,
Acapulco, Los Angeles. Lo que ocurría era que Eastern tenía un
nombre que sonaba a regional (recuerde el lector que el nombre en
inglés quiere decir: este u oriental), y cuanto más
promocionaba el nombre Eastern, menos podía
llegar hasta allá desde acá. Y, por supuesto,
terminó en un juicio por quiebra.
Tener un nombre incorrecto es malo, pero
peor aún es tener un programa sin nombre. Esto parece imposible,
¿no es cierto? Sin embargo, es posible cuando las empresas
utilizan iniciales en lugar de un nombre. Y esto está sucediendo
con gran frecuencia en el campo del marketing actual.
Lo que empresas como ACF, AMP, GAF y TRW no
comprenden es que las iniciales deben representar algo. GE quiere
decir General Electric, y todo el mundo lo sabe. Son los clientes
quienes les han puesto el apodo a estas empresas. Esa
es la razón por la que son tan valiosos.
En cambio, cuando una empresa se identifica
a sí misma mediante un apodo no funciona. Cuando General Aniline
& Film cambió su nombre por GAF lo único que creó fue
confusión, y la confusión es algo que la mente rechaza,
impidiendo que se pueda forjar una posición.
Para probar este punto realizamos un
estudio de concientización a partir de un muestreo de
comparación entre empresas que tenían nombre y
empresas que tenían iniciales. El estudio se
realizó mediante una lista de suscriptores de la revista
Business Week y se seleccionaron empresas que tenían en marcha
programas de marketing. Las empresas con nombre
tenían en promedio un puntaje superior en un 19% al de las
empresas con iniciales.
Los problemas de marketing más difíciles
aparecen cuando una empresa tiene que competir con otra que ya
tiene una posición fuerte y arraigada. Como ejemplo valioso,
volvamos por un momento al mundo de Blancanieves y los Siete
Enanitos, es decir, el negocio de las mainframe cuando IBM se
llevaba el 70% del mercado y el 100% de las ganancias.
¿Cómo se encaran el marketing y la
publicidad frente a alguien que tiene una posición tan
abrumadora? Pues bien, primero tendrá usted que reconocer que
esto es así. Después, no deberá hacer lo que muchos hacen en
el mundo de la computación: actuar como IBM. Una empresa no
tiene muchas esperanzas de crecer atacando directamente la
posición que IBM tiene desde hace tanto tiempo. Y la historia ha
demostrado que esto es así.
Las empresas pequeñas de esta industria
reconocieron esto. Pero las grandes creyeron que podían lograr
posiciones fuertes frente a IBM. Bueno, lo que por casualidad se
le escuchó señalar a un ejecutivo malhumorado lo dice todo:
Simplemente no hay dinero suficiente en el mundo. No
se puede llegar allá desde aquí. Pero, en realidad, los
competidores de IBM tenían una mejor estrategia para seguir:
aprovechar las ventajas provenientes de las posiciones que ya
tenían en las mentes de los potenciales clientes y relacionarlas
con una nueva posición en el mundo de la computación.
General Electric era líder en la
computación que comparte espacios de tiempo (time sharing). Esta
podría haber sido una estrategia especialmente apropiada porque
GE era uno de los principales usuarios de computadoras. Y el time
sharing era una idea orientada al usuario.
RCA era líder en el reino de las
comunicaciones. Si hubiese posicionado una línea de computadoras
que se relacionara con su negocio de comunicaciones (una
computadora para las comunicaciones), podría haber sacado
ventaja de su propia posición. Y el tiempo demostró que las
comunicaciones representan casi la mitad del mercado de la
computación.
El punto es que resulta casi imposible desalojar a un líder muy
arraigado que es dueño de la parte más importante del mercado.
Es mucho mejor abrir un nuevo frente o posición, a menos que a
usted le guste que le disparen indiscriminadamente desde todos
los frentes.
Aplicando el posicionamiento a una marca o empresa
Si usted desea aplicar el concepto de
posicionamiento a una marca o a una empresa, he aquí seis
preguntas que debe hacerse.
¿Qué posicionamiento, si es que existe, tenemos ya en la
mente del potencial cliente? Busque la respuesta a esta
pregunta en el mercado y no en el gerente de marketing. Si hace
falta invertir dinero en investigación, hágalo.
¿Qué posición queremos tener? Es aquí donde
tiene que sacar la bola de cristal y tratar de descifrar cuál es
la mejor posición a la que usted apunta, adoptando una óptica
de largo plazo.
¿A qué empresas habrá que superar en armamento para
poder crear esa posición? Si la posición propuesta
requiere un enfoque cabeza a cabeza con el líder del mercado,
olvídelo. Siempre es mejor rodear un obstáculo que tratar de
pasarlo por encima. Trate de seleccionar una posición sobre la
que ningún otro tenga el control.
¿Tenemos suficiente dinero de marketing para ocupar y
retener esa posición? El mayor obstáculo que se
interpone a un posicionamiento exitoso es tratar de alcanzar lo
imposible. Se necesita dinero para elaborar una posición en la
mente del cliente. Hace falta dinero para establecer una
posición y también para conservarla una vez creada.
¿Tenemos el coraje suficiente como para adoptar un
concepto de posicionamiento coherente? Con el nivel de
ruido que hay afuera, una empresa debe tener la audacia y la
coherencia necesarias como para abrirse paso. La primera etapa de
un programa de posicionamiento habitualmente implica abordar
menos programas, pero fuertes. Un programa sencillo pero sólido
que realmente corra en la dirección opuesta a lo que
generalmente sucede cuando las empresas crecen. Es común que
implementen más programas, pero débiles. Es esta fragmentación
la que puede convertir a los grandes presupuestos de publicidad
en algo casi invisible dentro de la tormenta de los medios
actuales.
¿Es compatible nuestro enfoque creativo con nuestra
estrategia de posicionamiento? Los creativos, en general,
se resisten a pensar en el posicionamiento porque creen que
limita su creatividad. Y así es. Pero la creatividad no es el
objetivo de la publicidad en el año 2000. Tampoco las
telecomunicaciones son el objetivo. El juego del marketing se
llama posicionamiento. Y sólo los mejores jugadores
serán capaces de sobrevivir.