Un cuento de Hadas
Todas las historias comienzan igual. Esta no es
la excepción.
Érase una vez una familia de brujos y brujas muy
respetables, y de gran tradición en Devon, Inglaterra. La
familia tenía muchos herederos.... pero sólo dos eran
especiales. Esa familia eran los Slytherin, y esos dos niños
eran Salazar y Salameh.
Ellos eran hermanos, y fueron educados en las
Artes Mágicas por los mejores brujos de Europa. Pero Salazar
quería siempre más, y Salameh comenzó a tener un mal
presentimiento sobre su hermano. Así, siendo muy jóvenes, ambos
comenzaron sus propios viajes: Salazar por Europa, para aprender
más sobre las Artes Oscuras.... y Salameh por mar, para aprender
cómo combatirlas. Ambos eran brujos tenebrosos, pero Salazar
sabía y quería explotarlo, mientras que Salameh luchaba contra
su propio poder.
Así, Salazar estuvo más cerca que nunca de las Artes Oscuras, buscando Poder e Inmortalidad.... Salameh trató de alejarse, buscando objetos y hechizos que la ayudaran en su lucha. Salazar formuló hechizos de magia oscura que hoy apenas recordamos. Salameh hizo lo mismo... para contener esa magia oscura.
Así, mientras Salazar buscaba más y más maneras de alimentar su sed de poder, Salameh viajó por Africa, Asia, Polinesia.... y hay quienes dicen que viajo incluso por América. Pero uno de sus viajes marcaría su vida para siempre.
Ella preparaba un nuevo viaje hacia Arabia y la India, cuando un joven brujo se unió a su tripulación. Hoy nadie recuerda su nombre, ni su rostro... sólo recuerdan de él su bondad, su amabilidad, su valor... y el inmenso amor que tuvo hacia Salameh desde el primer día. Era un amor mutuo... y juraron encontrar su lugar en el mundo.
Por supuesto, lo encontraron en una pequeña isla desierta. Era un atolón coralino, una isla hecha de coral, que a través de los años había logrado sobresalir en la superficie. Todo el viaje fue pospuesto por meses sólo para disfrutar de la isla, y dicen que para la pareja, esos meses fueron como su luna de miel. Es muy poco probable que se hayan casado en ese lugar. Lo que sí se sabe fue que ambos formularon un hechizo de Creación. Tenían un serio problema de chizpurfles, y necesitaban algo que absorbiera esos remanentes de magia de los que los chizpurfles se alimentaban. La respuesta la encontraron creando una criatura que absorbiera esa magia a través de joyas que hacían las veces de ojos. Pero ya que había tanto poder, las joyas sólo pudieron ser un filtro, canalizando esa magia. Así la criatura tenía ojos de joyas, y, con el poder de desperdicio que absorbía, formó una figura... la figura de un niño. La pareja adoptó al niño como si fuera su hijo, y pronto, dejaron la Isla de Coral para seguir su viaje. Los tres habían encontrado el lugar al que pertenecían, su lugar en el mundo, y juraron regresar... pero sólo dos lo lograrían.
Durante el viaje llamaron a esa nueva criatura Skeinchager, y a esta en especial, lo llamaron Athangelos Kraken, que quiere decir Mensajero de las Criaturas del Mar. Juntos combatieron a las Fuerzas Tenebrosas del mundo, y continuaron su búsqueda contra ellos. Entonces, en Japón, Salameh escuchó de un hechizo que sellaba los Demonios. Estudió mucho, y finalmente, cuando ya regresaban a la Isla de Coral, terminó la fórmula de su hechizo. Requeriría de grandes cantidades de magia oscura, y sería un hechizo tan peligroso que sólo hacerlo podría matarla, así que simplemente lo dejó de lado y siguió disfrutando su viaje. Juró que nunca dejaría que se realizara un hechizo tan peligroso.
Pero debió haber un espía en ese barco. Un poderoso brujo tenebroso turco se enteró del hechizo que Salameh había formulado, y temiendo que con ello acabara toda la magia oscura, los atacó. Todos pelearon valientemente, incluso Athangelos, que cambió su forma de niño por la de un adulto. Pero este brujo en especial quería terminar con la vida de Salameh. Para él, ella ya había llegado demasiado lejos, y no debía saberse más, así que ella se defendió. Pero la magia oscura no derrota a la magia oscura... así que la pareja de Salameh lo enfrentó. Ella, herida y casi derrotada, no pudo hacer absolutamente nada... sólo ver cómo el amor de su vida era asesinado.
En un arranque de rabia, el poder mágico que ella tenía se liberó. La bruja tenebrosa a la que tanto había temido al fin despertó. Mató al brujo asesino... pero también a más de la mitad de las personas que estaban en el barco. De su tripulación y de la del otro brujo. Impresionados, los sobrevivientes dejaron las armas y ella cayó de rodillas ante el cuerpo de su amado. Nada pudo hacerse. Ningún hechizo puede revivir a los muertos. Así que Salameh lo llevó de regreso a la Isla de Coral.
Ahí le dieron sepultura, y ella permaneció ahí, desarrollando hechizos de sello, esta vez, no sólo para sellar la magia oscura, sino para sellar los sentimientos, el amor, el habla e incluso el alma. Entonces, en otro arranque de locura, realizó el hechizo que juró nunca hacer. Athangelos, su fiel compañero, la encontró casi muerta en el suelo. Junto a ella yacían los objetos que había utilizado y la fórmula del hechizo. Era el Selos.
Ella sobrevivió, sí. Y un día supo que estaba esperando un bebé. Sólo así, lo supo. Y un tiempo después dio a luz a una hermosa niña a la que llamó Helena. Ella heredó su gran poder, pero sabiendo la historia de su madre jamás realizó el Selos.
Pasaron setenta años, en los que Salameh no envejeció y conservó su belleza, tal como había sido en su plenitud. Había conseguido la inmortalidad que su hermano tanto había buscado, pero también dolor y cansancio.
Al pasar los años le llegaron noticias de que cuatro magos habían fundado un Colegio de Magia y Hechicería. Y Salazar era uno de ellos. Ella ya había perdido las esperanzas. No creía que su hermano fuera a continuar en eso mucho tiempo o que sus planes fueran del todo buenos. No lo eran.
Ella visitó el Colegio Hogwarts en una sola ocasión, buscando educación para los pequeños Skeinchagers, pero le fue negada por su propio hermano. Salazar, viejo y cansado, no podría dejar de notar la belleza y juventud de su hermana, así que pensó en arrebatarle el hechizo que le había dado esa inmortalidad. Salameh regresó a la Isla del Coral, donde ya había construido una villa, una iglesia muy pequeña y una mansión, donde vivía sola con sus Skeinchagers. Ahora era conocido como El Alcazar del Litoral.
Sólo cuando regresó se enteró que su hermano la buscaba. Se había peleado con los otros directores de Hogwarts y había dejado un mensaje para su propia casa. Un mensaje que involucraba un heredero y una cámara secreta.
Ahora medio mundo le temía. Hogwarts, por lo que fuera que hubiera dejado, y El Alcazar porque sabrían que irían por ellos, así que en el Alcazar comenzaron a separar la isla del lecho marino, para flotar por el Océano y no ser encontrados jamás.
Pero no lo lograron. Un día, así, sin avisar, llegó Godric Gryffindor, otro de los fundadores de Hogwarts. Se había enfrentado a Slytherin en un duelo... y ahora Salazar estaba muerto. Salameh no pudo decidir entre sus sentimientos, si sentirse agobiada por la muerte de su hermano... o aliviada porque ahora estaría a salvo.
Pronto sus sentimientos se decidirían. No sería alivio, sino cansancio y dolor. Habían pasado ciento cincuenta años desde había hecho el Selos. Había visto morir a su hija y a algunos de sus nietos. Ella sabía que sólo tenía dos maneras de morir: una, que la persona que más amara le diera muerte; y otra, morir por su propia magia negra.
Así, un día, una gran explosión sacudió al Alcazar. La isla finalmente se separó del lecho marino y comenzó a flotar. Pero no parecía quedar nadie ahí para contar la triste historia de Salameh. Nadie, salvo los Skeinchagers, que gracias a la explosión se reprodujeron por miles, pero quedaron atrapados entre los escombros. Por días ninguno supo qué había sucedido, y Athangelos aguardó a Salameh, hasta que al fin se dio cuenta que su Ama había provocado la explosión. Salameh al fin había muerto, y todo cuanto había construido se derrumbó.
Muy pocos supieron siquiera de la existencia de Salameh. La mayoría de quienes la conocieron la olvidaron en poco tiempo, y sólo dos o tres de sus nietos permanecieron con vida, pues ellos, sus nietos sí lograron entrar al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Salameh encontró la Isla. Se enamoró en la
Isla, vivió en la Isla y hasta dejó un importantísimo legado
ahí. Así, no es raro escuchar voces en el Alcazar. Los
Skeinchagers más viejos, como Athangelos, dicen que son
recuerdos o remanentes de la época en que Salameh y su amado
vivieron ahí su luna de miel.
Así, esta historia comenzó como todas.
Desafortunadamente, no terminó como todas. Esta historia no tuvo
un vivieron felices por siempre, pero en el Alcazar
aún se entretejen muchas historias, y ésta fue solo una de
ellas. La primera.
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