DEFINICIóN CONTRA LOS IMPíOS MESALINIANOS O EUQUITAS

Reunidos con nosotros los piadosísimos y religiosísimos obispos Valeriano y Anfiloquio, se propuso a la discusión común el caso de aquellos que en Panfilia son llamados mesalinianos o sea, Euquitas, o entusiastas, o de cualquier modo deba ser llamada esta secta, la más impía de cuantas se puedan recordar.

Mientras se discutía, el piadosísimo y religiosísimo obispo Valeriano nos mostró un voto sinodal, escrito respecto de estos mismos en la gran Constantinopla, bajo Sisinio, de bienaventurada memoria. Leído frente a todos, nos pareció bien hecho y según la recta doctrina. Y complació a todos nosotros, incluidos los obispos Valeriano y Anfiloquio y a todos los piadosísimos obispos de las diócesis de la Panfilia y de Licaonia, que todo cuanto estaba expuesto en el escrito sinodal, debía tener fuerza de ley, y que de ningún modo se le debía transgredir, y que fuese válido aun cuando hubiera sido hecho en Alejandría y, entonces, que todos aquellos que en el territorio de la diócesis pertenezcan a la secta de los Mesalinianos o de los entusiastas, o que fueran sospechoso de estar infectados por esta enfermedad, sean clérigo o laicos, han de ser instruidos prudentemente. Si abjuran por escrito de sus errores, según está escrito en el recordado documento sinodal, los clérigos sigan siendo clérigos, los laicos sean admitidos en la comunión de la iglesia. Si a ello se rehusaren y no quisieren abjurar, si sacerdotes, diáconos o aquellos que poseen cualquier ministerio, sean considerados suspendidos el clero; los laicos sean anatemizados. No sea permitido a aquellos que hubieren sido convictos de error continuar teniendo monasterios, para que así la cizaña ni se extienda ni se refuerce. Para que estas disposiciones sean seguidas con energía, usen su diligencia los mismos santos obispos Valeriano y Anfiloquio, cuanto los reverendísimos obispos de toda la provincia. Ha parecido bien, por lo demás, anatemizar el libro de aquella infame herejía, que ellos llaman Ascético, traído por el piadoso y santo obispo Valeriano, y si con alguno se encontrara otra recolección de sus impías doctrinas, también esta sea anatomizada.