Unam, Sanctam, Cathólicam, et Apostólicam Ecclésiam

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LA CLAVE PARA LA REFORMA DE LA ESCUELA.

Intervención del Pontífice en el rezo del Angelus del domingo 22 de septiembre de 2002


Carissimi Fratelli e Sorelle:

1. En estos días vuelve a comenzar en Italia y en muchos otros países la actividad escolar después de la pausa del verano. Es un momento importante para la gran mayoría de muchachos y jóvenes.

Se dice en ocasiones que la escuela, al igual que la familia, está «en crisis». Con esta expresión se quiere hacer referencia a la sensación difundida de que esta institución, reconocida en su validez esencial, necesita una profunda transformación que le permita responder a las exigencias actuales de la sociedad.

Para lograr este objetivo, sin embargo, no es suficiente adecuar los programas y las estructuras. El buen funcionamiento de la escuela depende, ante todo, de la calidad formativa de la relación entre maestros y estudiantes. Los alumnos se ven motivados a dar lo mejor de sí mismos cuando los maestros les ayudan a percibir el significado de lo que tienen que estudiar, en referencia a su crecimiento y la realidad que les rodea. Esto es válido para todas las escuelas, públicas o privadas, de todo tipo y grado.

2. En varias ocasiones he recordado que la cultura es el fundamento de la identidad de un pueblo. La contribución que ofrece la escuela, junto a la familia y de una manera subordinada a la familia, sigue siendo indispensable para transmitir los valores de la cultura. Esta última se ha hecho más articulada y compleja, pero precisamente por este motivo --si se mira bien-- adquiere una nueva importancia. De aquí se deriva una responsabilidad especial para los creyentes que actúan en su ámbito.

[A continuación, Juan Pablo II saludó en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco e italiano a los peregrinos. En castellano, dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participáis en la oración mariana del Angelus, especialmente a los peregrinos de la diócesis de Querétaro, México. Confiando siempre en Cristo, llevad una vida digna de su Evangelio de amor. ¡Que Dios os bendiga y os acompañe siempre!

[A continuación concluyó su intervención con estas palabras:]

4. Por último quiero desear buen trabajo a los diferentes componentes del mundo escolar: alumnos, maestros, responsables y colaboradores. A cada uno le aseguro mi recuerdo constante y encomiendo a todos a la protección maternal de María Santísima. Que a nadie le falte la posibilidad de servirse de este ámbito fundamental de formación y que en todos se dé el compromiso necesario para hacer de él un gimnasio de auténtica maduración humana.