Santo Sacrificio de la Misa

Misa Tridentina

Antífona de Entrada

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

Se dice «Gloria».

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo; haz que toda criatura, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
A ustedes, ovejas mías, los voy a juzgar

Lectura del profeta Ezequiel
34, 11-12.15-17

Esto dice el Señor:
«Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como el pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia.
En cuanto a ti, rebaño mío, he aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial
Del salmo 22

El señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
El señor es mi pastor, nada me falta.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios me unges la cabeza de perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
El señor es mi pastor, nada me falta.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
El señor es mi pastor, nada me falta.

Segunda Lectura
Cristo le entregará el Reino a su Padre.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
15, 20-26a.28

Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos.
En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como  primicia; después,  a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.
Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes
del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos  en ser aniquilado, será la muerte. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo  en todas las cosas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro Padre David!
Aleluya.

Evangelio
Se sentará en el trono de su gloria y separará a los unos de los otros

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo
25, 31-46

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha.
“Vengan, benditos de mi padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme”.
Los justos le contestarán entonces:
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?”
Y el rey les dirá:
“Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”.
Entonces dirá también a los de la izquierda:
“Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles;
porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron”.
Entonces ellos le responderán:
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?”
Y él les replicará:
“Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquéllos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice «Credo».

Oración de los fieles

Sacerdote:
Dirijamos hermanos y hermanas, llenos de confianza,  nuestras súplicas a Cristo, supremo  Señor de la vida y de la muerte y rey de todas las criaturas del cielo y de  la tierra:

Respondemos a cada petición:
Te rogamos, Señor, óyenos.
 
Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de Jesucristo a todas las criaturas, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
 
Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y culturas, germine y se manifieste, y todos los seres humanos reconozcan con gozo que Cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.

Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o el sufrimiento  sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus penas, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.
 
Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz, roguemos al Señor.
Te rogamos, Señor, óyenos.

Sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que, para edificar tu reino en medio de los cambios y dificultades de la historia, has constituido a tu Hijo rey único y pastor universal de todos los seres humanos; escucha nuestras oraciones y afianza en nosotros la certeza de que llegará el día en que, aniquilado el último enemigo, la muerte, Cristo, tu Hijo, someterá a ti su reino, y tú lo serás todo para todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración  sobre las Ofrendas
 
Al ofrecerte el sacrificio de la reconciliación humana, te rogamos, Señor, que Jesucristo, tu Hijo, conceda a todos los pueblos los bienes de la unidad y la paz.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Prefacio
Jesucristo,  Señor Supremo del universo

El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, ungiéndolo con óleo de alegría, para que,  ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana; y, sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu majestad infinita un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:


Sanctus, Sanctus, Sanctus...

Antífona de la Comunión

En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.

Oración  después de la Comunión

Oremos:
Alimentados con el pan que da la vida eterna, te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos en obedecer aquí los mandatos de Cristo, Rey del universo, podamos con él vivir eternamente en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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