Texto escrito y leído por Julia Millán en la
presentación de Hamburguesas en Zaragoza, el 4 de junio del 2004
HAMBURGUESAS
Buscar nombres curiosos en
los títulos de crédito de cualquier serie de la tele es una aventura, una manía
frecuente, yo también la practico. Puedes hacerte una lista de nombres realmente absurdos, jocosos,
deslumbrantes e incluso, puedes encontrar el tuyo, con un poco de suerte. Me
ocurrió una vez. Hay una iluminadora que se llama igual que mi hermana pequeña
y que lleva 30 años en TVE ajena a las veleidades de sus directivos.
Las series americanas, (o
perdón, estadounidenses, para que no me corrija Manolo Forega)
las series americanas, digo, en esto se llevan la palma y los Simpson, el oscar. Que gente como Bonita Pietila o Dan Castellaneta
aparezcan siempre en los créditos los hace más delirantes, si cabe.
No hace mucho, incorporé a
Gary Calamar de la serie Sixt
feet under, A dos metros
bajo tierra, en la conversión española, a dicha lista. Me encanta. .No lo
encontré antes porque siempre me dormía antes de que terminase. Gery Calámar, pronunciarán.
Uno puede imaginárselos en
una ensalada de argumentos o mesa italiana o como se diga, defendiendo por qué Homer ha de insultar
a los judíos en ese capítulo. O bien, diseñando el vestuario anacrónico y
rancio de los Fisher, la familia de pompas fúnebres.
Pero no sabemos nada de
ellos. No sabemos si son mormones, pederastas o vigoréxicos,
ni qué clase de vida llevan. Son sólo nombres y apellidos.
Cela hizo lo propio en
Cristo versus Arizona y creó una amalgama de personajes que tenían nombres
hiperbólicos, había cientos. Casi daba igual lo que hiciesen. Primaba la
sonoridad.
El caso de HAMBURGUESAS, la novela
de Fernando Martín, que hoy nos reúne, es bien distinto. Aparecen
cientos de personajes, pero todos son reales, como las cosas que les suceden.
El protagonista de
HAMBURGUESAS fue despedido en su primer día de trabajo, por un error
burocrático.
El protagonista de
HAMBURGUESAS tuvo tres cursos, se tomó su tiempo, para elaborar su particular catálogo de
nombres con apellidos sonoros, de nacionalidades, unas conocidas y otras exóticas, de personajes con anécdotas
tan reales como soberbias. Un largo
trienio dando clase de español en una escuela de secundaria en Estados Unidos
dan para mucho.
En
Y lo cuenta tan bien, tan jodidamente bien,
que lo que podía haber sido un relato telefílmico de sobremesa, sobre violencia
escolar y entorno desapacible, se convierte en manos de Fernando en un surtido
de relatos magníficos, llámese novela,
que gracias a su estructura flexible y fragmentada permite una lectura a gusto de quien la tiene en la mano.
HAMBURGUESAS es un puzzle
de relatos. Encadenados de tres en tres, suenan como golpes de claqueta. Un
epígrafe, tres sucesos. Un título, tres escenas. Tres años, un libro.
La gente que rodea al
protagonista, los personajes cercanos, son de lo más variado: alumnos sin
problemas, alumnas que se gradúan embarazadas, otras que se prostituyen,
alumnos que pegan a los profesores, profesores que huyen, guardias de seguridad
momificados, camellos que trafican en mitad de un clase de español, vecinos que
denuncian ...Gente normal. Son ellos y sobre todo, los hechos que provocan
dentro y fuera del instituto, los verdaderos protagonistas.
El resto de personajes,
los que no actúan pero forman parte
importante del escenario, son gente del cine, de la tele, de la literatura, de
la filosofía, de la política, de la historia... Son referencias necesarias de
una iconografía no solamente americana.
Hay en HAMBURGUESAS mucha
crítica y mucha reflexión en voz alta.. Hay en
Hamburguesas mucha contención a la hora de narrar las cosas propias. Una distancia necesaria que el humor procura
a cualquier situación inconveniente y que tanto agradece el lector.
Hay en H. un atisbo de optimismo y ganas de arrojar luz sobre las sombras. Basta un pequeño gesto para que a alguien le
cambie la vida hacia mejor, para que surja una salida.
Hay en H. una visión real y agria de la
sociedad americana y su reflejo educativo. Estados Unidos ya no es tan distinto
a España. Ya nos hemos enterado de que las hamburguesas que se comía Pilón, el
amigo de Popeye, no eran de chocolate. Ya no decimos
yanquis...
Basta darse un paseo por
cualquier instituto de aquí mismo para ver, esta vez
sí, una secuela de un
mal telefilm americano de sobremesa. Todos, profesores y alumnos deberían leer
HAMBURGUESAS.
Como dice la contraportada
del libro “En el país de los superhéroes los hechos reales son superreales y
una novela se titula Hamburguesas pero es una manzana”.
He intentado dar forma a
este texto pensando en cómo lo haría un alumno de Fernando Martín en Fremont High. Alguien, cuyo número
de matrícula podía ser 9218, 16 años, que fue expulsado 1 día por discutir con
el profesor y que se llamaba Félix Romeo...
Zaragoza, 4 del 6 de
2004.
Julia Millán