LA CONFESIÓN: PORQUÉ ES NECESARIA.

Durante siglos la Iglesia ha instituido la Confesión como purga temporal y terrenal de los pecados cometidos por las personas en su diario vivir, ya que, el pecado desune, el Amor y la Vida unen. Jesús impartió la orden a sus Apóstoles "lo que aten en la tierra será atado en el Cielo, y lo que desaten en la tierra será desatado en los Cielos". Esa orden fue dada por el mismo Dios y no pueden ser ignoradas con argumentos falaces como por ejemplo, que sólo los primeros apóstoles eran depositarios de ese mandato y que éste desapareció cuando el último apóstol murió. Nada más errado, ya que Jesús como Dios sempiterno que es, dicta sus leyes eternas de esa manera, y sus mandatos son para presente y futuro del humano. Este argumento errado es usado por los enemigos de la Fe, pero razonar así, nos llevaría a pensar que la religión cristiana, terminó material y espiritualmente cuando los protagonistas del Nuevo Testamento dejaron este mundo. Y entonces nosotros hombres y mujeres del Siglo XXI ¿qué nos queda? ¿Acaso Dios nos abandonó a nuestra suerte?. Al decir de San Pablo si Cristo no murió y resucitó por TODOS nosotros, vana es nuestra Fe. Es un precioso sacramento que Jesucristo nos adquirió de su Padre con su Sangre.

POR QUE ES NECESARIA.

LA RESPUESTA ES SIMPLE: LA Confesión es un sacramento necesario a los hombres, muy conveniente, muy divino y muy humano. El provecho principal es quitar los pecados mortales y veniales cometidos después del Bautismo.

El Examen de conciencia:

Muchos Protestantes – y no pocos hermanos Católicos- afirman que "con un simple examen de conciencia reviendo interiormente las faltas, Dios perdona". Nada más equivocado, Dios manda que la Confesión se haga necesariamente a través de un sacerdote (según lo explicado), y segundo, son maledicencias infiltradas por los enemigos de la Fe, pues ellos no tienen tal sacramento y nos inducen a nosotros a tomar la Eucaristía en pecado mortal. El examen de conciencia debe hacerse con seriedad, pero no con apuros ni congojas; se puede hacer de dos maneras, primero para los que se confiesan a menudo, cada ocho días, o antes si caen en alguna falta grave. El segundo, es para los que hace mucho que no se han confesado, o quieren hacer alguna confesión general, o sencillamente examinar un poco mejor su conciencia. Luego de esta serie de preguntas sobre nuestro proceder en la vida diaria, nos confesamos pues, de nada sirve sólo el examen de conciencia, la Confesión perfecciona el acto. Si no, éste es incompleto, no sirve, y pecamos gravemente contra Dios, al tomar su Cuerpo y sangre, en pecado mortal.

Recordando.

¿Qué es pecado mortal y cual es el pecado venial?. El pecado mortal es una ofensa a Dios, quebrantando gravemente alguno de sus mandamientos; es el mayor mal que hay ni puede haber; porque es ofensa a Dios, nos hace enemigos de Dios, nos priva de la gracia santificante, nos hace perder la gloria, nos condena al infierno, nos causa remordimientos y, a veces, sobre todo repetido, nos trae muchos males en esta vida. El pecado mortal, es muerte para el alma, y se quita con la confesión. También se quita por un acto de perfecta contrición, pero con el propósito de confesarse.

El pecado venial, aunque es mucho menor mal que el mortal, es también en esta vida muy malo: no pero no nos hace enemigos de Dios, ni nos priva de la gloria, ni nos condena al infierno; más enfría el amor que Dios nos tiene, dispone al pecado mortal y nos condena al purgatorio o a otras penas. El pecado venial, es enfermedad del alma, se quita por la confesión, por la comunión y sin confesión por algún acto de dolor, y luego confesándose.

EL CONFESOR:

Los sacerdotes, están preparados para escuchar, comprender y perdonar al pecador. Es falsa la doctrina evangelista, de confesión pública, pues no es necesario tal tormento Y NO SIRVE A DIOS, y como dijimos, el sólo examen de conciencia tampoco es efectivo. El confesor es mal mirado por los que no consideran las cosas con detenimiento; pero en el confesor nos ha dado Jesucristo:

Un consultor gratuito, imparcial y secreto.

Un educador constante que nos guíe bien.

Un padre bondadoso que nos anime y corrija.

Un médico que cure nuestros vicios y defectos.

Un amigo íntimo, fiel reservado, compasivo.

Un juez bondadoso que nos absuelve siempre.

"Mejor que sea hombre y no ángel", porque así entenderá mejor lo que es mi corazón, por el suyo. Es una tontería callar pecados por vergüenza. El confesor te tratará con tanto más cariño y bondad cuando tú tengas en él más confianza, y no le dirás nada nuevo... nunca calles por vergüenza, porque tendrás después que sufrir mucho; y al fin lo tendrás que decir, y te costará más cuanto más tardes, y si no lo dices, te condenarás.

¿Y SI SOY INCRÉDULO?

Aunque fueses incrédulo, un confesor te servirá muchísimo, así lo entienden muchos incrédulos. Recuerda: los que se confiesan frecuentemente, difícilmente se harán malos; y si lo son se harán buenos. Los que son malos y quieren serlo, no se confiesan o dejan de confesarse. No resisten la confesión.

¿CÓMO DEBO CONFESARME?

Para confesarse bien se necesita: 1. Examinarse antes. 2. Dolerse de los pecados cometidos. 3. Proponer enmendarse de ellos. 4. Confesar al sacerdote los pecados mortales. 5. Cumplir la penitencia que le diga el confesor.

¿QUÉ ES EL DOLOR DEL PECADO COMETIDO?

No se necesita, para que haya verdadero dolor, el que este dolor sea sensible. Basta que uno deteste sus culpas, que le pese de haberlas cometido, que desee no tenerlas sobre sí, que, o por ser el pecado una bajeza, o por temor de los castigos que Dios da por ellos o por amor de Jesucristo crucificado, o por ser Dios siempre tan bueno con nosotros, se avergüence el pecador de haber faltado al respeto y amor debido a Dios y de haber despreciado su ley santa.

Dolor es un pesar de haber ofendido a Dios, por habernos hecho tantos beneficios.

¿Qué es el propósito de enmienda?.

Es una firme resolución de no volver a pecar en adelante y de apartarse de los peligros.

¿Y si no me doy cuenta de cuál es mi pecado?

Todo lo que se hace sin querer, sin pleno consentimiento, sin plena advertencia, sin caer en la cuenta, por simple descuido, en sueños, o medio en sueños, o en un arrebato imprevisto o inevitable, no es pecado mortal. Si solo después de hecha una acción y no antes has caído en la cuenta de que aquello era pecado, no has caído en él, ni estás obligado a confesarlo.

Los pecados dudosos no hay obligación de confesarlos, aunque es bueno confesarlos como dudosos.

¿Cuántas veces hay que confesar el pecado?

No hay obligación de confesar los pecados más que una vez bien. Si se quiere se puede confesarlos muchas veces.

¿Qué digo en el Confesionario?.

Basta decir la sustancia del pecado y las circunstancias que mudan de especie. Pero no es necesario contar el modo, la historia, etc.

¿Cuánto tiempo debe mediar entre la confesión y la penitencia?.

El menor tiempo posible. El mundo de hoy nos enfrenta constantemente con el pecado contra Dios, basta prender la televisión, o recordar una imagen o sentimiento negativo, y ya pecamos de nuevo. Por eso siempre se debe procurar, inmediatamente cumplir la penitencia. Sólo si la penitencia es muy larga, se puede cumplir primero lo más que se pueda, y luego el resto.

Los mandamientos de Dios:

1.amarás a Dios por sobre todas las cosas.

2.no jurar su santo nombre en vano.

3.santificar las fiestas.

4.honrar padre y madre.

5.no matar.

*6.no fornicar.

*7.no hurtar.

*8.No mentir.

*9.no desear la mujer de tu prójimo.

*10.No codiciar los bienes ajenos.

Los mandamientos de la Iglesia:

ORACIÓN:

OMNIPOTENTE Y SEMPITERNO DIOS, perdónanos a los que nos arrepentimos, sé bondadosos a los que te suplicamos, y dígnate enviarnos tu gracia que sea remedio saludable a los que humildemente invocamos tu santo Nombre, nos acusamos de nuestros delitos según están en nuestros pecados postrados ante tu divina clemencia, y pedimos instante y humildemente tu serenísima piedad; y concédenos, por la invocación de tu santísimo Nombre, que todos los que nos acercamos al sacramento de la penitencia para remisión de nuestros pecados, obtengamos salud del alma y protección del cuerpo, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.