El Bautismo y la Vida Eterna: Ocurre
año tras año, niños y niñas llegan al mundo, tan
indefensos, tan pequeños... y nos comprometemos a
resguardar su integridad moral y física con toda la
fuerza de nuestro amor... pero, ¿nos preocupamos de su
vida Espiritual?. ¿LA tenemos en cuenta a la hora
de cuidar a nuestros hijos?. La respuesta (al menos en la
Argentina) es sencilla pero terrorífica: NO. En Este
mes de Enero se conmemora el 1ro, el Bautismo de Nuestro
Señor Jesucristo; estando María Ssma aún en
post-parto, llevó a su niño recién nacido a que fuera
circuncidado, y de esta forma entrar en la
vida espiritual del pueblo judío. Ahora bien; ¿tenía
necesidad la Virgen de entregar esas dos tórtolas (rito
de purificación para los más pobres)? ¿Acaso Jesús no
era Dios?. La respuesta esta vez la tiene la
Doctrina: El vino a la tierra y cumplió con todas las
costumbres y leyes terrenales para, hacernos ver cuán
importante es estar cerca de Dios, cumpliendo sus
sacramentos que son remedio de todos los males. Nosotros no tenemos que ser menos, en la Capital Federal y Gran Buenos Aires, se ha tomado la pésima costumbre de bautizar a los niños, cuando cumplen un año así festejamos las dos fiestas en una y ahorramos dinero (tal cual lo leen, así argumentan las madres su retraso en cumplir los mandamientos). Primero el excesivo materialismo (otra vez), al tratar el sacramento como un mero apéndice de la fiesta (que es lo más importante para ellos). Y segundo la desidia de los sacerdotes que dicen: ... bautícelo cuando quiera, ajuste al calendario más o menos total mes más mes menos.. es lo mismo... , así es como lo hemos escuchado de boca de nuestros irresponsables párrocos, más compinches con el Ecumenismo protestante que con sus ovejas por cuidar. Los niños que
mueren sin bautizarse no contemplan a Dios. Sabido es
que la Doctrina y el Magisterio Católico, por
Revelación Divina conoce el llamado Más Allá. La
Virgen de Fátima a mostrado a los pastorcillos el
Infierno un lugar terrorífico en cuanto la soledad y
remordimiento del alma; lugar que por otra parte hasta en
el Vaticano minimizan o pretenden hacer creer que no
existe. Sabemos de la Gloria pues Jesús resucitó de entre los muertos y San Pablo y San Pedro estuvieron unos segundos en la Gloria de Dios en vida y no podían creer lo maravilloso que es ese lugar ni ojos vieron, ni oídos escucharon, al decir del Evangelista. También
conocemos sobre el Purgatorio, lugar a donde van las
almas benditas que murieron con alguna falta no grave, es
decir que murieron sin estar en pecado mortal, y donde se
establece un período de purificación, cuando el alma
pasa esa instancia ingresa al Cielo.Pero hay otro lugar
del cual se habla poco; EL LIMBO. EL
LIMBO es aquel lugar donde van a parar las almas
que se encuadran en dos categorías: los que murieron sin
estar bautizados por el agua y los que murieron sin haber
tenido nunca uso de razón: tienen como en el purgatorio
dos penas: la pena del Sentido y la pena de condenación.
Sin
embargo, esos seres no sufren su pena,
es decir sus almitas no padecen no ver a Dios
(contemplación beatífica) ni gozan de la gracia
sobrenatural, pues no pecaron voluntariamente contra Dios
nunca, y nos aclaran los doctrinarios:
...comienzan a amarlo como causa de todo bien, y no
sufren aflicción por carecer de una gloria cuyos ojos no
ven, ni sus oídos oyen, ni su mente puede concebir
(1 Corintios 2, 9). ¡Secretas verdades que ni la
pluma del Dante alcanza a describir! Serán multitudes
las que, en el día de la resurrección, recuperarán sus
cuerpos de niños grandes y, aunque no gocen de la gracia
sobrenatural, formarán sin embargo, coros a los bordes
del abismo, callarán las voces de blasfemia, elevando un
cántico de acentos puramente humanos a la justicia y
misericordia de Dios. (Panorama Católico, nro.
8 noviembre 2000.año Santo). La reflexión final se impone: las mujeres nacidas y criadas católicas, tenemos la obligación y el deber de velar por la vida espiritual de nuestros hijos; si nos da pavor que mueran físicamente, ¿no tendría que provocarnos terror la sola idea de que no puedan ver a Dios una vez cruzado el Umbral de la muerte?. No seamos perezosos con Dios, no descuidemos a nuestros niños, y, una vez bautizados, sigamos cuidando de ellos haciéndoles tomar los sacramentos; cuanto antes mejor, no sea cosa que no puedan gozar de la contemplación beatífica, ésa de la que habla San Pablo ni oídos escucharon, ni ojos vieron. |
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