LOS MAGOS DE ORIENTE

  Por: 

   Emma-Margarita R.  A.- Valdés

 

Queridos reyes, magos,  sacerdotes:

Oficiabais la arcilla, el agua, el fuego;

salmodiabais al ritmo de los bosques

ante el rústico altar de hierba   y trébol;

os ceñisteis la túnica del noble,

dejasteis los ornatos sobre el suelo,

emprendisteis el viaje al horizonte,

arrojasteis al viento el haz de brezo,

decididos a inspeccionar el orbe,

a descubrir la cuna del misterio.

           ***

Para adorar al Mesías

viajan los Reyes de Oriente.

 

La estrella, signo anunciado,             

se manifiesta en el cielo,

les guiará en largo vuelo

hacia el lugar revelado

por oráculo sagrado,

donde habita el Sol naciente.

Para adorar al Mesías

viajan los Reyes de Oriente.

 

Sin miedo a los desafíos,

movidos por su esperanza,

por su fe, por su confianza,

intrépidos y bravíos,

recorren montes y ríos,

con espíritu valiente.

Para adorar al Mesías

vienen los Reyes de Oriente.

 

Traen cansancio del camino,

en la mirada el desierto;

su corazón late abierto

para albergar al divino

Soberano, peregrino

en este valle doliente.

Para adorar al Mesías

vienen los Reyes de Oriente.

 

Y la estrella se ha ocultado

entrando en Jerusalén,

la buscan y no la ven.

Temen haberse apartado

del sendero señalado

en un punto de Occidente.

Para adorar al Mesías

vienen los Reyes de Oriente.

 

 

 

Acuerdan escudriñar.

confundidos y asustados

preguntan por todos lados:

¿Dónde está el que va a reinar,

Dios, que acaba de llegar?.

Mas no lo sabe la gente.

Para adorar al Mesías

vienen los Reyes de Oriente.

 

Herodes, en su castillo,

cegado por la codicia,

quiere saber la noticia:

De Belén saldrá un caudillo

en el cuerpo de un chiquillo

que reinará eternamente.

Para adorar al Mesías

vienen los Reyes de Oriente.

 

Herodes exige, ansioso,

le presenten a los magos

y con mentiras y halagos

les dice estar deseoso

de adorar al poderoso

y le informen prontamente.

Para adorar al Mesías

vienen los Reyes de Oriente.

 

Cuando salen del palacio,

luce en el cielo la estrella,

¡qué clara y fuerte destella!.

El brillo alumbra el espacio

como sublime prefacio

de la luz omnipotente.

Para adorar al Mesías

llegan los Reyes de Oriente.

 

La estrella se posa encima

del lugar donde está el Niño,

rodeado del cariño

de su madre, que le mima,

y el buen José no escatima

los cuidados dulcemente.

Para adorar al Mesías

llegan los Reyes de Oriente.

 

En un modesto portal,

una estancia en una cueva,

sonríe la Buena Nueva,

la energía universal,

el refugio espiritual

del humilde penitente.

Para adorar al Mesías

llegan los Reyes de Oriente.

 

Tras alabar a María,

de hinojos al Niño adoran,

su providencia le imploran.

Es mensaje de armonía

la solemne Epifanía

del Ser excelso y clemente.

Para adorar al Mesías

llegan los Reyes de Oriente.

 

En homenaje a su Alteza

le dan oro, mirra, incienso,

muestras de su elogio inmenso.

El oro es poder, riqueza;

la mirra, salud, belleza,

y el incienso es alma ardiente.

Para adorar al Mesías

llegan los Reyes de Oriente.

 

Los Magos son extranjeros,

símbolo del pueblo infiel

que se postra ante Emmanuel.

Son del Verbo coherederos,

apóstoles, misioneros

en un pueblo diferente.

Para adorar al Mesías

llegan los Reyes de Oriente.

 

Un ángel, en sueño extraño,

a los Reyes ha advertido

que Herodes, enfurecido,

maniobró con engaño;

pues, para no causar daño,

marchen sigilosamente.

Llenos de fe en el Mesías

parten los Reyes a Oriente.

 

Rebosantes de alegría,

con el corazón colmado

de amor al Hijo encarnado,

loando su legacía,

exclaman ¡Ave María!

¡Gloria a Dios aquí presente!.

Llenos de fe en el Mesías

parten los Reyes a Oriente.

 

           ***

Reyes Magos de Oriente, ¡enhorabuena!,

desvelasteis lo oculto, lo secreto,

la sorprendente magia de la esfera,

el mensaje grabado sobre el cielo,

traspasasteis la ruta de la niebla,

atendisteis la voz del firmamento,

cobijasteis la paz de Buena Nueva,

abristeis el portal del alto templo,

y entregasteis al Niño las ofrendas,

los simbólicos mirra, oro e incienso.

 

Reyes Magos, viajeros por la Vida,

que alcanzasteis la dicha del encuentro

con el Dios de la paz y la armonía,

ofrecedle la mirra de los cuerpos,

suplicadle perdón por sus heridas,

entregadle el vil oro del becerro

causante de ambiciones destructivas,

adoradle con humo del incienso

que exhalan nuestras almas renacidas

con su Amor, con su Cruz y con su Adviento.

 

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Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

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