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ENTREVISTA
El lunes 25, "Europe en la mochila" entrevista al joven alemán Peter Freisberg, uno de los más populares mochileros de Internet. Su web Interrail.net ha sido visitada por 160.000 mochileros
Escocia
Invierno en Loch Ness
Después visitaron la galería de arte escocés de Abeerdeen. Los cuadros eran retratos de la época romántica, con rostros oscuros y apagados. El mochilero recordó el arte húngaro por su color siniestro. También había obras de MacIntosh, el diseñador escocés más conocido en el mundo y que era admirado por su amiga francesa. Sarina explicó que esa noche estaban invitados a cenar en la casa de una familia escocesa que vivía en el centro del país, en la Escocia rural. ¡Aquello sí que era suerte!.
Tomaron el autobús porque el precio del autobús era prohibitivo. El camino en dirección a Dundee tenía colinas y la carretera era estrecha y con muchas curvas. Algunas veces aquel tramo era siniestro, como si el autobús se internase en un bosque encantado. Quizás hubiera algo de mágico, porque el backpackmen y su amiga debían realizar una parada de autobús en la villa de Peter Pan, en Kirremur. Las casas podrían pasar por las del cuento.
La amiga de Sarina, missis Jennifer, les esperaba para llevarlos en coche a su casa. Estuvieron cerca de un cuarto de hora circulando por los caminos rurales hasta que llegaron a una casa de campo, que como en el resto de Escocia tenía un porche de cristal, seguramente para evitar la lluvia. Saltó para recibirles un simpático collie. La casa estaba llena de citas en latín escritas en la pared y que pertenecían al anterior dueño. El padre de Jennifer, un señor de barba blanca y sonriente que trabajaba de jefe de un laboratorio de análisis alimentario, estaba en la cocina preparando la cena. La francesa entregó los regalos de cortesía: auténtico queso francés, que se sumó en la mesa al queso de wisky escocés. La cena era una especie de menestra con crema de lasaña por encima. Estaba muy sabrosa. El backpacker hablaba un inglés con dificultad, por lo que al hablar con la chica francesa empleaba el francés. El anfitrión se dio cuenta y preguntó por el motivo.
-Puede resultarle algo difícil de creer, pero yo estudié inglés durante 20 años inglés y sólo uno francés, ¡y entiendo mejor el francés!
-¡Es asombroso!, dijeron Jennifer y mister MacLean.
-Pienso que el francés es fácil para los españoles porque ambos lenguajes proceden del latín, lo mismo que el latín. Por eso mismo, para los escandinavos, alemanes u holandeses les resulta sencillo dominar el inglés.
A la cena se sumó Miss MacLean, que acababa de llegar de los ensayos de su grupo coral escocés. El señor MacLean dijo a su mujer:
-Nuestro invitado es amigo de Sarina. Dice que estudió 20 años inglés y que habla mejor el francés en un sólo año de aprendizaje.
La madre mostró su sorpresa y luego añadió hacia su hija en tono de sugerencia:
-Jennifer también sabe francés. Así que es bueno que practiques.
El packbacker aprovechó para contar sus aventuras por Europa. Si alguien le creyera, se podría decir que la conocía como la palma de su mano. En la comida, Jennifer explicó al backpackmen que quería visitar toda Escocia. El modo más barato era salir de Edimburgo, y seguir hacia Glasgow, proseguir por la costa hasta Oban y llegar hasta Inverness, donde estaba el lago Loch Ness. En total, seis días. El backpackmen no pudo menos que regatear.
-Pero si en seis días también me da tiempo a cruzar hasta Irlanda, visitar Dublín y volver.
-No. No puedes hacer que ves las cosas. Edimburgo necesita dos días para verse.
Al backpacker, que visitara todo París en dos días, le daba la risa. Él no se daba cuenta de que el invierno escocés era tan crudo que a las cinco de la tarde ya era noche cerrada y no iba a poder ver nada. Éste también explicó que su ilusión era visitar Loch Ness.
-No vale la pena, no tiene nada. Es un mito para atraer a los turistas y a los bobos; respondieron sus anfitriones escoceses.
-Pero yo quiero ir personalmente para ver al monstruo; insitió el backpacker. Jennifer se ría a carcajadas, pensando en la ingenuidad de su invitado español. Pero la madre recordó lo que le sucediera a su tío en el Lago Ness. Todos enmudecieron para escuchar el sobrecogedor relato.
-Mi tío dijo que había visto al monstruo. Este era grande y oscuro, y tenía muchas escamas.
El backpackmen decidió que debía visitar Loch Ness, definitivamente para ver con sus propios ojos al monstruo. Jennifer le explicó que en Escocia había lugares más bonitos como Oban, cerca de la isla de Mull y Iona. Insistió tanto de la belleza de aquella costa que el backpackmen hubo de anotarlo en su agenda de mala gana. Después, todos pasaron al salon. Éste era particularmente grande, con una hoguera automática y tenía colgados en las paredes cuadros de algunos antepasados escoceses del clan MacLean. También había un piano. Mister MacLean dio a probar el mejor whisky de su casa. Pero el backpacker pensó que, efectivamente, los escoceses eran tan tacaños como decían porque vertió tan poco wisky que apenas cubría el fondo del vaso.El señor MacLean explicó a la francesa y el backpackmen que olieran el licor. El aroma era tan fuerte que parecía que se iban a beber un litro de aguardiente.
Una vez comprobado que era una bebida muy alcohólica, el señor MacLean les recomendó que sostuvieran con sus manos el vaso para que el whisky se calentara e hiciera evaporar parte del alcohol. El backpacker se cansó al rato y al beber un trago se sintió como si le quemase todo por dentro. Ciertamente, no pasó la prueba del whisky escocés. La conversación continuó hasta la medianoche y el backpackmen tuvo que contestar a preguntas sobre si el calor en Sevilla, una ciudad recomendable para visitar, era seca o húmeda.
-Hacen 50 grados en verano, pero creo que no es importante si el calor era seco o no. Al parecer no era igual y los escoceses insistieron. Por lógica, pensó el packbackmen, si está en el interior debería haber calor seco puesto que los efectos benignos del río Guadalquivir no deben ser importantes. La respuesta satisfizo a la familia, quienes pensaron que si en Sevilla seprodujese calor húmedo aquello sería insoportable porque sería como cocerse dentro de un caldo. Los invitados continuaron hablando de las vacaciones y los planes de verano. Después, el backpackmen y la francesa fueron a dormir al cuarto reservado para las visitas.Las camas estaban dispuestas con una sábana doble (como si fuese un sobre) y por encima un caliente edredón. Dentro, donde los pies, una bolsa de agua caliente. En el techo había pegados unos puntos fosforescentes que simulaban el cielo estrellado. Se veía perfectamente las dos osas, Orión, la estrella Polar y el Dragón. Realmente, parecía que ambos dormían a cielo abierto. Los invitados estaban realmente cansados y durmieron a pierna suelta.
Por la mañana, Jennifer les mostró las montañas de los alrededores. El backpack y su amiga bretona eran continentales y , nuevamente, se equivocaron de puerta al acceder al coche. Era poco fácil acostumbrarse a los volantes en el lado derecho y a entrar por la puerta derecha.
-Creo que este país está al revés y eso es lo que me atonta.
-A mi también; reconoció Sarina. El coche se dirigía ahora por las carreteras comarcales, cerca de Kirriemur. Por la mañana había nevado pero el quitanieves ya había limpiado la calzada. De todos modos, era necesario tener cuidado. El paisaje estaba compuesta por colinas suaves, cubertas de hielo. Era una zona verde pero con pocos árboles. Jennifer paró el coche cerca de un bosque y los tres amigos bajaron, junto con el perro de la familia MacLean, que iba metido en el maleteiro. Los tres subieron por el bosque hacia un promontorio donde la estudiante escocesa quería mostrar algo. Mientras pisaban la nieve, el backpackmen observó un hecho asombroso: la neve brillaba con destellos de los colores del arco iris. Aquello era lo nunca visto. La nieve escocesa emitía miles de microscópicos cristale que hacían el efecto óptico de estar pisando nieve de colores.El backpacker comenzó a entender el lenguaje de los esquimales, quienes emplean decenas de nombres para detallar la gama del color blanco de la nieve. Cuando llegaron a la cima, Jennifer les mostró una torre de piedra, que nadie sabía porqué estaba allí. Realmente, desde allí los tres amigos pudieron admirar una panorámica increíble. El backpackmen intentó imaginar cuál sería el pasado de aquella torre, que lo mismo podía ser de homenaje que de vigilancia. No era dificil ver llegar miles de bravos escoceses en plan Braveheart para luchar contra sus enemigos ingleses. Jennifer rompió con el misterio cuando explicó que la torre simplemente era monumento sin ningún tipo de leyenda oculta. Los tres amigos siguieron su ruta por la campiña escocesa. Ahora, Jennifer señalaba un castillo y explicó que aquel espectacular castillo era de la reina de Inglaterra.
-Y su majestad viene alguna vez?
-Nunca. Después pasaron por una zona donde pastaban las vacas escocesas que se parecían a los búfalos. También resultaban curiosas las ovejas de cara negra y lana blanca. Ciertamente, los animales escoceses eran muy curiosos. Ahora pasaban cerca de un grupo de hombres y el backpackmen preguntó si eran campesinos.
-No, ellos van de caza; respondió Jennifer mientras sonría cínicamente al ser saludada con efusivo interés por uno de los cazadores. Cuando el coche llegó a una vieja mansión victoriana abandonada, la joven francesa y el backpackmen pidieron que parase el coche para fotografiar la "casa de los fantasmas". Realmente, daba miedo aquella casa en el monte, rodeada de cuervos. Era como se allí rodaran la familia Monster o Psicosis. Luego regresaron a la casa de campo, donde cenaron. Era una forma de hablar porque en realidad todavía eran las doce del mediodía y sólo tomaron un pequeno tentempie de pan y queso. Suficiente para recargar las pilas hasta el momento de cenar, que sería alrededor de las seis.
El resto de la tarde transcurrió en un laboratorio de análisis alimentario que dirigía mister MacLean. El backpackmen y la francesa se colocaron gafas protectoras, que realmente molestaban a la vista, y ellos atendieron las explicaciones del analista. Allí había todo tipo de aparatos, inluido el autoclave para centrifugar las muestras. El backpackmen prestó especial atención a los irónicos comentarios de mister MacLean sobre las hamburguesas.
-Mezclan distintos tipos de carne. A mayoría no pasarían un control severo; dijo mister MacLean mientras se encogía de hombros.
-Es cierto. Tengo una amiga que trabaja en un Burger y si les cae una hamburguesa al suelo la recogen y la vuelven a echar en la plancha ¡Qué asco!; añadió la francesa. El backpackmen asintió tímidamente, mientras reflexionaba sobre las veces que había insistido para ir a comer a los McDonalds o a Burger King. Aquello era una rutina en muchos viajes. Luego recordó el caso de las vacas locas.
-Me cuesta creer que el Reino Unido hubiese sacrificado dos millones de vacas, tal y como le obligó la EU.
-Sí, el proceso ya está casi finalizado; contestó el jefe del laboratorio.
-Pues es poco fácil de creer.
-¡Ah, la polemique!; interrumpió la francesa.
El paseo por el laboratorio finalizó y Jennifer retornó para buscarlos y llevarlos a la estación. El doctor MacLean, que se movía graciosamente como se ofreciera un vaso de wisky a sus anfitriones, le propuso hacer prácticas de verano a Sarina. También se despidió del backpackmen:
-Si hace la ruta de seis días por Escocia, puede quedar esta noche en mi casa, de camino a Edimburgo y así no perderá tiempo.
-Gracias, pero aún no decidí que voy a hacer. Hoy es hoy, y mañana es mañana; contestó el backpackmen, poco convencido del plan maratoniano que le propusiera Jennifer. En la estación de autobuses, de camino para Abeerden, Sarina le preguntó al backpackmen si iba a hacer la ruta de Jennifer. El mochileiro puso expresión de vago y se encogió de hombros. No tenía ningunas ganas. Para nueve días que iba a pasar en Escocia los prefería pasar con su amiga.
Pero Sarina insistió: -Si mañana te vas para Edimburgo, es mejor que salgas pronto porque después anochece. El backpacker entendió que la francesa le estaba insinuando que debía marcharse de Aberdeen porque estaba cansada de él.
Aquello era una despedida a la francesa y replicó ofendido:
-Bueno, pasaré el resto de mis vacaciones dando vueltas sólo por Escocia. Y el último día regresaré a Aberdeen para tomar el avión y decirte Good Bye!.
-¿Decirme Good Bye?; dijo Sarina con cara de pena.
El backpacker se calló para reflexionar y llegó a la conclusión de que debía haber un malentendido o una confusión, quizás por el cruce de idiomas, francés e inglés. Sólo llevaba día y medio en Escocia y su amiga ya le estaba invitando a perderse por medio del país. Aquello sólo podía ser un error. El resto del viaje de vuelta en autobus ambos permanecieron callados sin hablarse. A las seis acordaron tomar el bocadillo que había preparado Sarina.
La francesa decidió confesarse:
-Quizás estoy muy agresiva. Puede ser por los nervios de la visita al laboratorio, y porque las gafas de protección me mareaban. Además, es dificil entender el idioma.
-Yo también. De todos modos, tú has sido paciente conmigo.
- ¿En serio?; preguntó sorprendida la francesa y luego suspiró aliviada, como si tuviera miedo a ser una mala anfitriona.Y luego añadió en francés para que no le entendiera el resto de los viajeros escoceses: "Llevo tres meses en este país y me siento tan perdida como tú".
El backpacker aceptó las disculpas de su amiga y sólo le pidió que al día siguiente, antes de que él se marchara a Edimburgo, le enseñara la playa de Aberdeen porque aún non había visto el Mar del Norte y sus plataformas petrolíferas.
Al llegar a Aberdeen, la francesa y un amigo de la misma nacionalidad salieron con el backpackmen para enseñarle un auténtico pub escocés. En el bar, mientras tomaban una cerveza local, los tres amigos hablaron en francés sobre fútbol, política y mujeres. Como buenos latinos. Por la mañana, Sarina, como una buena anfitriona, le preparó al backpackmen un desayuno y le entregó varios bocadillos para el viaje.
Ella miró por la ventana y dijo:
-Llueve.
(el capítulo continúa en el libro "Europa na Mochila" (Editorial Ir Indo)