GIACOMO PUCCINI

PUCCINI emerge en el mundo musical del siglo XX como el "Rey del Verismo" (estilo de opera que retrata la vida real), no a través de la experiencia conductorial de un Mascagni o por la diestra habilidad composicional de un Giordano, sino por ser un verdadero maestro del teatro musical.

PUCCINI escribió esencialmente sólo para el escenario operístico; entendió la intensidad dramática de la melodía como reflejo de la vida real. Los críticos han, a veces, calificado su obra como sobre apasionada, melodramática y sentimental. El compositor mismo proclamó: "la única música que puedo hacer es la de las cosas pequeñas". Si bien admiraba el gran estilo verdiano y wagneriano, a pesar de esta admiración PUCCINI escogió concentrarse en las familiares pasiones agridulces e intensas tormentas emocionales de la vida.

PUCCINI nace en Luca, Italia, descendiente de una larga línea de músicos, directores y compositores. Se asumía que tendría el talento y el interés para continuar la profesión elegida por su familia. A la tierna edad de seis años, después de la prematura muerte de su padre, hereda la posición de maestro de coro y organista de la iglesia de San Martino además la de profesor de música en el Colegio Ponziano. Sin embargo, los planes de preservar estos puestos para el joven PUCCINI hubieron de cancelarse el día que viaja trece millas, a pié, a la ciudad de Pisa para escuchar una producción de Aída, la más reciente opera de Verdi. Determina su propio futuro en aquel momento, cayendo completamente bajo el hechizo de la Opera, hechizo del que no se recuperaría nunca.

Un estipendio de un tío abuelo rico y una beca de la Reina Margarita, sostienen su educación en el Conservatorio de Música de Milán. Los eminentes compositores Antonio Bazzini y Amilcare Ponchielli enseñan al joven músico. Ponchielli eventualmente le anima a participar en un concurso para una opera en un acto patrocinada por la casa editora Sonzogno. Los amigos de Ponchielli, inclusive, proveen el libretto. Desafortunadamente, la primera opera de PUCCINI, "La Villi" no alcanzó el premio. Sin embargo, el poderoso crítico, libretista y compositor, Arrigo Boito, levanta los fondos para su presentación ante el apreciativo público de La Scala, y Ricordi publica la partitura. Este modesto éxito fortalece la confianza de PUCCINI, pero le produce poca compensación económica. Una segunda opera, "Edgar" fracasa a causa de un libretto pobre.

La persistencia de PUCCINI es recompensada con la producción de "Manon Lescaut". Presentada en Febrero de 1893 en Turín, la opera alcanza un triunfo resonante. De pronto, PUCCINI se establece como un compositor rico y sucesor artístico del Maestro Giuseppe Verdi. Las dos operas que siguen, "La Bohème" y "Tosca" obtienen gradualmente el éxito, con "La Bohème" alcanzando la cima después de tres producciones y "Tosca" despues de cinco años de presentaciones a través de Europa.

A medida que PUCCINI adquiría riqueza sustancial, asume la personalidad que lo acompañaría el resto de su vida, la del "grand seigneur". Se labra una reputación como un cazador dedicado, colector de automóviles, botes a motor y gran figura romántica. "Estoy siempre enamorado" declara, y se define como un "gran cazador de aves salvajes, libretos operísticos y mujeres atractivas".

Su apreciación y compasión por la mujer abunda en la sustancia de sus heroínas operáticas, sus valientes luchas y, mas frecuentemente, su fin melancólico. Creó PUCCINI estos personajes elegantes, tridimensionales, con el material de una melodía dulce y encantadora. La inocente Mimí, la acosada Tosca, la abandonada Butterfly, la amargada Turandot. Cada una un estudio fascinante de psicología femenina, cada una la perfecta contraparte a un papel de tenor interesante. La propia relación tormentosa de PUCCINI con Elvira Gemignani evocó un cierto horror en los aficionados y atrajo algo de interés morboso en el público en general. Elvira, mujer casada, se fugó con el compositor, con quién no contrajo matrimonio sino hasta un tiempo después de la muerte de su marido. Aparentemente una compañera poco interesante y extrañamente no estimulante, se dice que limitó a PUCCINI intelectualmente y emocionalmente, distanciándolo inexplicablemente de la mayoría de relaciones personales con amigos y otros artistas.

Eventualmente, se involucró en un escándalo doméstico, persiguiendo inmisericordemente a una joven sirvienta con acusaciones de que ésta tenía una relación amorosa con PUCCINI. La joven se suicidó y Elvira fue encarcelada por cinco meses. Los Puccini se separaron y luego se reconciliaron, pero su relación quedó dañada por este suceso. PUCCINI luchó por mantener privada su difícil vida doméstica. "¡ Qué tema para una opera!" exclamó un columnista social. Durante este episodio trágico, y a pesar de la natural convulsión emocional, el compositor completó la opera "La Fanciulla del West" ("La Muchacha del Oeste"), que fue recibida con inmediata aclamación.

En general, PUCCINI parece haber vivido una vida artística aislada. Inclusive una relación productiva con Arturo Toscanini tuvo sus altibajos. En un intercambio cómico PUCCINI, olvidándo que él y Toscanini estaban por el momento distanciados, le mandó de regalo de Navidad un panetone. Dándose cuenta del error, le envió a Toscanini un telegrama con la siguiente explicación: "Panetone enviado por equivocación. Puccini." A lo que Toscanini contestó inmediatamente: "Panetone comido por equivocación. Toscanini".

Fue Toscanini quien condujo la famosa premiere de "Madama Butterfly", en su forma original, por la primera y última vez. Después de una seria revisión, incluyendo el cambio de la estructura básica de dos actos a tres y el cambio de algunas arias objetables con otras más melódicas, Butterfly se ofreció en una nueva versión siempre bajo la batuta de Toscanini.

En solo una década antes de su muerte PUCCINI completó "La Rondine" ("La Golondrina"), y la trilogía de "Il Tabarro" ("La Capa"), "Suor Angelica" y "Gianni Schichi". Se encontraba en el proceso de concluir "Turandot", la opera que consideraba su más alto logro, cuando una persistente dolencia en la garganta fue diagnosticada como cáncer. Murió pocos días después de someterse a una operación, quedando el trabajo de completar la obra a su colega Franco Alfano. Poco antes de su muerte PUCCINI escribió que el público musical había perdido su gusto por la melodía, tolerando música carente de lógica y sensibilidad. Predijo "el fin de la Opera" y, de hecho, "Turandot" fue la última gran opera en alcanzar el rango de una obra del repertorio operístico universal. Nadie después de PUCCINI ha obtenido esta distinción.

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