  ensando en ti, sin dudarlo, me hice extirpar el bazo, lo envolví, le anudé una hermosísima cinta y aparecí con él en tu fiesta de cumpleaños. "No lo quiero, no sirve para nada", tuve que escuchar entre mis estertores y el silencio espectral de la sala mientras te divertías inflando y desinflando las vejigas de tus amigos ahora inertes.

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