La Realidad (Filosofía Platónica)

Por: José Javier Rubio Consuegra

Estudiante de preparatoria (5º semestre)

 

Llega un momento en la vida del hombre en el que surge la inminente necesidad de saber qué hacemos en este mundo, en esta circunstancia, en este espacio, con estas características y esta vida. Empezamos a frustrarnos con una serie de auto interrogatorios sobre la vida, ponemos en duda nuestra existencia y la existencia de todo lo demás, pues no encontramos una razón suficientemente fuerte y razonable para la existencia de cada cosa a la que podríamos definir como existible o real; pero ¿qué es lo real?, ¿acaso todo esto que vivimos, sentimos y percibimos es real?

 

Como mencionamos anteriormente, surge una frustración debida al desconcierto que surge sobre nuestra existencia, porque si es que aseguramos que existimos, estamos asegurando, al mismo tiempo que somos reales y pertenecemos a una realidad. En dado caso el problema parecería estar resuelto, pero en realidad solo se hace más complejo, ya que al asegurar la existencia surge la inminente pregunta acerca del motivo de la misma.

 

Por otro lado, a lo largo de la poca experiencia que me ha brindado la vida, me he encontrado con una variedad infinita de “realidades” y concepciones del mundo. Desde aquellas religiosas en donde todo se fundamenta en un ser divino hasta aquellas científicas en las que en resumen, todo parece haber sido producto de un inmenso accidente que dio como resultado millones de millones de casualidades y es por ello que no comparto este tipo de ideología. Considero absurdo pensar que casualmente hubo una explosión inmensa (Big Bang), que casualmente produjo miles de sistemas solares y que casualmente me tocó vivir en uno de ellos en el que casualmente se dieron las únicas condiciones adecuadas para la vida. Lo pero de todo es que casualmente estoy aquí y si esta es la respuesta entonces soy un accidente y mi vida no tiene sentido alguno pues todo fue producto de una atroz casualidad cuyo producto soy yo y todo lo que veo y defino como real. En resumen odio las casualidades pues inutilizan mi vida haciéndola ver como un accidente y en consecuencia busco una mejor definición a aquello a lo que yo llamo real.

 

Ahora bien, si todo lo anterior es muy mi forma de pensar, estoy de acuerdo con lo que Platón intenta explicar en su Alegoría de la caverna cuando en resumidas cuentas da a entender que cada persona o grupo de personas tienen sus determinadas realidades. Es decir, para aquellos que estaban viviendo entre sombras, la realidad eran precisamente las sombras pues era lo único que conocían, veían y posiblemente entendían, ya que después de tanto tiempo debieron encontrarle alguna explicación a ésa, su realidad. Podríamos decir que lo que Platón intenta decir es que cada individuo dota o define como realidad a todo aquello en lo que cree, pues lo ha vivido y ha sido producto de sus experiencias, que a su vez anclan al ser hacia esa concepción de realidad pues la toma como suya. Es por esto que si alguno de los esclavos es liberado y llevado a nuestra supuesta realidad (es decir, fuera de la cueva), tacharía a todo como irreal y absurdo, pues él ha formado su ideología y su vida a partir de su propia realidad y cambiar esto sería como arrebatarle el sentido de su vida y frustrarle por completo u existencia.

 

Lo interesante viene cuando nosotros, conocedores de la naturaleza y el mundo, nos preguntamos sobre si esto que vivimos es la realidad; porque bien podríamos estar encerrados en una especie de cueva esférica en la cual solamente podemos ver lo que la luz nos deja y por ello es nuestra realidad. Lo que quiero dar a entender es que cada ser tiene su concepción de realidad, y dicha concepción es producto de sus experiencias, que le han otorgado fundamentos firmes que para sí son suficientemente estables y convictorios como para poder ser denominados, para él, como reales. Es decir, una experiencia en la que un hombre reza por la vida de alguien y la salva, es suficiente argumento para que ese individuo vea a su religión como auténtica y real, por encima de todo lo demás pues lo ha comprobado. El problema ahora está en que alguien que rezó y no logró nada verá como irreal a la religión y ahora se plantea un problema de realidades que chocan entre sí. Una posible explicación es que haya muchas realidades, tal vez una para cada persona, todas ellas envueltas dentro de una realidad mayor que aún no hemos llegado a descifrar, pero me gusta creer que esa realidad suprema, a la que se dirigen todas las realidades individuales es la de el amor. Fundamento esto en mis experiencias que me han enseñado  que el amor es la fuerza buena única capaz de unir en armonía a los seres que lo llevan en sí, y tal vez la realidad conjunta de la que he hablado esté compuesta de esta armonía creada por la fuerza del amor que lleva en sí la hermandad y la bondad. Coincido por completo con aquella ideología que dice que todo lo que se hace por amor es bueno, pues creo firmemente en que cuando una intención es buena, todo es bueno pues existe comprensión y humildad.

 

Ahora bien, encontramos que Platón habla sobre dos mundos, uno inteligible, que es eterno, real e inmutable; y otro sensible, que esta formado por todo aquello que no es eterno, que cambia y es, por lo tanto, producto del mundo inteligible. Es decir, venimos de un mundo inteligible en el que se encuentra nuestra realidad y de la cual somos producto. En este aspecto, coincido más con la forma de pensar de Aristóteles, pues no concibo que la realidad esté en un mundo diferente a lo sensible y por el contrario, creo que lo sensible y lo inteligible se encuentran unidos en el mismo ser, con el fin de que lo inteligible alcance su perfección; y no me refiero a una perfección en la que el ser sea acto puro, sino a una perfección en el que el ser se auto reconozca y acepte. Me refiero con perfección a la capacidad de un ser para reconocerse como imperfecto pues considero, a estas alturas de mi conocimiento que la perfección es inexistente, pues considero que siempre hay algo más y me agobia creer que existimos para algún día llegar a ser acto puro y nada más. Por lo tanto, al reconocer que somos imperfectos, podemos darnos cuenta que existen en nosotros todas las aptitudes necesarias para crecer y evolucionar y es por ello que necesitamos en nuestra realidad inmutable y auténtica a lo sensible. Es decir, requerimos de lo cambiante para darnos cuenta de quienes somos, de nuestra realidad y nuestra esencia, ya que de igual manera considero que cada ser tiene su esencia individual que a su vez forma parte de una general que busca como objetivo final la armonía y la felicidad.

 

Para este entonces estoy sufriendo un trauma suficientemente grande como para hacer que surja en mí la necesidad de dejarlo todo para responderme estas preguntas, pues ya no sé para que estudio o para que juego si no sé para que existo o por qué existo. No creo que lo real sea inmutable ya que de serlo habría un límite de crecimiento y luego la estancia y esa idea no me satisfacen. Por ello, me gusta creer que lo sensible cambia para que lo inteligible también lo haga, tal vez es un mundo que existe en nosotros para hacernos evolucionar hacia la verdad de lo real que para mí aún es definido.

 

Tengo al convicción de que el alma es eterna, y que conforma la esencia de cada cosa existente, pero pese a esa eternidad, considero que es mutable, variante y potencia, en todo momento. En determinado caso, mi realidad me dice que existo provisto de un medio cambiante que me enseña y nutre mi esencia, definiéndola y alimentándola de sabiduría. Me dice que existo para cumplir un objetivo que aún no entiendo o que necesita ser entendido de mejor forma. Sé que existo porque he descubierto esencia en mi persona y en las demás, porque creo en la superación constante y porque me he dado cuenta de que formo parte de un todo que forma parte de todo mi ser. En todo caso, si no existo, lo disfrutaré creyendo que lo hago y que crezco y que busco y que encuentro la razón de mi existencia a mi modo. Tal vez suene algo egoísta, pero de lo contrario, el egoísmo caería en aquellos que no quieren lo que yo quiero y si no afecto a nadie con mi forma de pensar, entonces la voy a disfrutar hasta el final de mi existencia, o de mi no existencia.