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- EL CAOS Y EL ORDEN
 
 
 
por   NELSON 
FERNÁNDEZ
 
 
 
 
 
 
                        
            
 
                        
            
I. PROLEGÓMENOS.
 
Puede 
sostenerse, atendiendo a la situación que presentan los restos literarios y 
monumentales, que la egipcia era una religión politeísta, resultado de la fusión 
de un gran número de cultos tribales(1), con origen totémico(2), que, con la 
progresiva adopción de características antropomórficas, con atributos y 
actividades humanos(3), conservando la primitiva forma animal de las deidades, 
adquirió una doble naturaleza, que absorbió una intrínseca contradicción, puesto 
que, si la iconografía mantiene rasgos aparentemente politeístas, debido a la 
acción de tendencias conservadoras, va manifestándose una visión henoteista, al 
declarase que la deidad venerada es la única y suprema; escribe KEMP que "por 
los datos de que disponemos, es muy obvio que la intervención intelectual modeló 
la religión egipcia, removiendo el caldero de la tradición y echándole nuevos 
ingredientes, durante largo tiempo" (4); los sincretismos y la evolución de la 
piedra benben, lugar de origen del sol primordial, en la cosmología de 
Heliópolis, todavía honrada por Ajnatón, en postura arcaizante, hasta asumir la 
forma del rayo petrificado en la pirámide monumental o colocada sobre los 
santuarios de campaña, son índice elocuente de que la manutención de las ideas 
tradicionales no implicaba su inmovilidad.
 
 
                        
            
II. PRESUPUESTOS.
 
Si 
en el origen de la visión del mundo se encuentra el caos -que no brindaba, 
siquiera, un sitio donde el demiurgo pudiera estar de pie y proclamara el nombre 
de todo lo existente (y también, de los dioses), en el acto de creación -"no 
había sido proclamado el nombre de cosa alguna", dice el papiro de Berlín- que 
es lo único que puede concebirse como único e indiferenciado, pronto la 
actividad divina pondrá a marchar su obra, con la que nacerá el conflicto, la 
disputa y, con ésta, desplegará su eficacia el equilibrio, el orden, la regla 
que permite que cuanto hay en el mundo mantenga la armonía que dispuso el 
creador en el comienzo(5); de ese caos original, el sol, en la cosmología de 
Heliópolis, las parejas de rana y serpiente, llamadas por Thot, en el mito de 
Hermópolis, o Ptah, en Menfis, harán surgir su obra, de acuerdo a un orden 
querido y que se conservará, aun con crueldad, de modo permanente (el mito de 
Hathor, como el ojo que devora a la humanidad insumisa es elocuente): el faraón 
lo encarna y es el responsable de su ejecución -Snofru es el señor de Maat, 
Userjaf, el realizador de Maat y el visir, como juez supremo, su profeta (6). 
 Es el sol, por su cíclico renacer, 
luego de vencer a las fuerzas malignas, el paradigma representado en la tumba de 
Tutmosis; o la lucha de animales de la paleta de los canes, o el personaje que 
separa las fieras en la empuñadura del cuchillo de Jebel el Arak, la traducción 
gráfica de ejercicio de la regla(7). Y comienza, también, la diferenciación  de lo creado y su incesante 
complementariedad, traducida en el dualismo, característico del pensamiento 
egipcio; la idea de relatividad que explica la propia existencia, porque sólo el 
caos carece de ella y es, en cierto sentido, absoluto.
 
 
                        
            
III. EL LOGOS.
 
Dioses 
y hombres, son la suma de corazón y boca y ésta impone la orden de ser a lo que 
el otro concibe -"en el corazón de Ptah y sobre la lengua de Ptah vino a la 
existencia la imagen de Atum"; la orden concebida por el corazón y exteriorizada 
por la lengua no cesa de dar forma a la representación de cada cosa" (8)- : 
Ajtoés dirá que la lengua es la espada del rey, Keti, que el poder de un hombre 
está en su lengua, "las palabras son más fuertes que el combate " y pudo decirse 
de Sesostris III que su lengua reprimía a los 
extranjeros.
 
Infundir 
la vida y mantener en existencia, son obra de la palabra y la peculiar 
predilección que se tributa al nombre -el ren- conlleva a imaginar a Atum, 
manifestando que creó a los hombres de sus lágrimas, a partir de la similitud 
fónica de los vocablos(9); la persona se mantiene en vida o se extingue, de 
acuerdo a las vicisitudes por las que pase su nombre y la execración a que se 
expuso al faraón hereje durante dos generaciones, se plasma en el epíteto 
"enemigo" (10) .
 
De 
una situación en la que nada existía, surge "sin que haya sido dado a luz", el 
demiurgo, que llama a la vida, por su nombre, a dioses y hombres (unos, surgen 
de su palabra, los otros, de  su 
ojo, de acuerdo al himno de Atón): se observará que, más allá de que pudiera 
sostenerse la raíz monoteísta de la concepción, subyace, en razón de la 
intrínseca relatividad, la idea de que esa divinidad primordial, surgida de lo 
absoluto, se califica por su actividad creadora, no por su individualidad, 
variable, de acuerdo al culto concreto, tiene un origen, difuso, pero verdadero 
("venido a la existencia de sí mismo", según el Libro de los Muertos) y es padre 
y madre de las restantes, ellas, indudablemente, creadas, finitas, porque mueren 
pero renacen indefinidamente: la imagen del dios anciano, de boca temblorosa y 
babeante, de cuya saliva aprovechará Isis para formar una serpiente con la cual 
atormentarlo y lograr que exprese su nombre secreto, es una visión muy elocuente 
de su sumisión al decurso del tiempo, calculado y distribuído por Thot, quien 
fija sus límites.
 
 
                        
            
IV. LOS DIOSES.
 
El 
vastísimo panteón, encubre una realidad muy dinámica: cada dios local se declara 
único y omnipotente, mas de maneras variadas se asegura su identidad con otros : 
Sopdu, del nomo arábigo, Hemen de Asfinis, Anti de Anteópolis, son formas 
distintas de Horus, la divinidad de cabeza de halcón (11), Min de Coptos, se 
venera como Min-Amón o Min-Horus, en Abidos (12), se conoce la adoración de 
Min-Sobek o de Amón-Ra; el sincretismo no implica una identificación de los 
dioses, que mantienen su individualidad original, sino una peculiar forma de 
coalescencia, "inhabitación"(13) temporal y pasajera, mutua, de la que pueden 
participar divinidades de diferente aspecto, de distinto sexo (Neith-Osiris, 
Mut-Min, por ejemplo) y que puede ser plural; se crea de esta forma, un nuevo 
objeto de culto, ubicado junto a los restantes todo el tiempo que la necesidad 
de su veneración lo justifique. En ocasiones, empero, era el nombre la 
característica común, mientras que variaba la iconografía, como en el caso de 
Hathor, diosa vaca en Dendera y representada por el sicómoro en Menfis 
(14).
En 
épocas de Amenofis III, comienza a adquirir relevancia un vocablo, libre de 
connotaciones antropomórficas y que tendrá enorme importancia bajo el reinado de 
su sucesor, Ajnatón, vale decir, el leído como Itn o Atón y al que Suti y Hori, 
en su himno, invocan:
 
                        
            
Salud a ti, disco del día 
                        
            
que creaste a los hombres y los haces vivir, 
 
y 
a quien llaman Horus, Jnum y Amón y del que dicen que es madre, artista, pastor 
y establo que hace vivir a su rebaño (15); Ptahhotep pudo recordar, simplemente, 
que cuando no se ha realizado la previsión de los hombres, es la orden misma de 
Dios la que se ejecuta: "no seas avaro de tus riquezas pues las posees por don 
de Dios". Parece como si, en los medios intelectuales, se hubiese entendido la 
inmanencia de la divinidad, única por naturaleza aunque variable en sus 
manifestaciones exteriores, meras hipóstasis con atribuciones especializadas, 
como la tríada Amón, Ra y Ptah, en la que uno es el nombre, el otro, la faz y el 
tercero, el cuerpo (16), en un proceso de solarización de los principales dioses 
(17) que tiene inicio con la octava Dinastía.
 
 
                        
            
V. EL DIOS.
 
Bajo 
el imperio de Amenofis III, pues, comienza a gestarse una elaboración, atribuida 
a influencias orientales, dotada de una mayor libertad en el arte y que renovará 
los santuarios tebanos, recurriendo al culto de Atón -de origen heliopolitano- y 
a otros, taambién ajenos a Tebas, como el del toro Apis; en el mencionado himno 
de Huti y Hor, "tanto el contenido como el estilo, recuerdan tan de cerca al 
famoso texto de Ajnatón, que no queda otra conclusión, sino que la revolución 
estaba ya en el aire" (18), revolución que se promoverá "desde arriba"(19) en 
una tendencia que entronizará al disco solar, sin olvidar a Re, Harakty y Shu, 
antiguas divinidades de naturaleza solar y que llegan a sincretizarse con él, en 
ocasiones, exteriorizándose la veneración de Osiris y a Sokaris, en un "proceder 
meditado (que) parece más bien nacer de un política que planea cuidadosamente 
que de un desarrollo interior del rey" (20).
Paulatinamente, 
la abundancia de formas divinas, irá tendiendo a desaparecer, bajo la adoración 
del dios solar, el viviente, que despliega sus rayos, el principio de la vida 
del que el propio faraón es el profeta (21) -"no hay ningún otro que te 
conozcca, sino tu hijo Ajnatón"-, quien habría vivido una experiencia personal, 
por la cual se le manifestó la revelación (22): la constatación de que Ajnatón 
reverenciaba de modo muy particular a Maat, expresada en uno de sus nombres, ha 
llevado a negar que se tratara de un monoteísmo puro y a sostener que Atón sería 
la divinidad real y el faraón, el dios nacional(23); otros autores, hablan de un 
trueque del henoteísmo por el monoteísmo (24). Es importante recordar, con 
CASTILLOS, que el término Maat tiene, como se ha visto ya, un valor propio, 
encarnado, posteriormente por una diosa, creada por el demiurgo y que su uso, en 
el caso concreto, constituiría, "simplemente, una manera de hacer gráfico su 
afecto (de faraón) por todo aquello que fuera justo, digno de encomio"(25). 
 
El 
fracaso de la reforma -es dudoso que pueda hablarse, con propiedad, de 
revolución- no implicó el abandono de alguna ideas, como la del universalismo 
religioso, expresado en el sarcófago de Seti I, con la representación de las 
razas humanas, creadas por Ra y protegidas por Horus y Rejmet y, tiempo después, 
al amparo de la mitología de la unidad de origen de los hombres, se producirá, 
nuevamente fundándose en tendencias políticas, una clara tendencia a la 
veneración de los dioses mayores -Amón, Ra y Ptah- "los tres conjuntamente" y al 
sincretismo de Osiris con Ra, por obra de Ramsés II; "con todo, no cabe atribuir 
su éxito sólo a la astucia política, sino también, y quizá fundamentalmente, al 
hecho de que satisfacía las necesidades espirituales de la mayoría y no sólo de 
una elite de ideas extrañas"(26).
 
 
                        
            
VI. LA CUESTIÓN LÓGICA. 
 
Un 
análisis conjunto del fenómeno religioso en el antiguo Egipto, parece 
enfrentarnos a una contradicción inconcebible, de acuerdo a los principios de la 
lógica occidental, escribe HORNUNG; en verdad, no existe la noción de la 
exclusión de las hipótesis contradictorias, sino una especie de complementación 
de ellas tal vez, porque "la realidad no se sujeta a la lógica humana", según 
JACQ (27); lo absoluto -aquello que excluye cualquier relación- es desconocido y 
cada principio tiene una correspondencia simultánea: puede invocarse a un "dios" 
único, que aparece como plural en sus parusías, porque, como viviente que es, 
conlleva en sí la idea de la diferencia, esencialmente dinámica; sólo el caos 
primitivo es absoluto, porque, en realidad, nada es. Lo creado, luego que fue 
proclamado su nombre, está diferenciado, pero los dioses múltiples son, para el 
devoto, en el preciso momento de invocarlos, el único y sin igual, como 
Nefertum, Mut o Sekmet, el más grade de los grandes dioses, como Jonsu, el tres 
veces grande, como Thot, o la más grande, cual Isis, porque se dirige a una 
manifestación concreta de la divinidad.
 
Para 
desanudar la aparente contradicción que nuestro razonamiento pretende encontrar 
en el religioso egipcio, es menester renunciar al principio lógico del tercero 
excluido, porque ese pensamiento se funda, como toda manifestación intelectual 
de su genio, sobre el dualismo (el país como las dos tierras, el espacio, como 
el cielo y la tierra; Osiris es "el primordial de las dos Tierras en común", lo 
que equivale a decir sobre lo vario: lo divino, vale cuanto lo diferenciado que, 
como todo lo que existe tiene un fin, del que renace, cíclicamente; fuera de la 
solución de continuidad amarniana, lo básico es admitir que, como creados que 
fueron, los dioses devienen constantemente, a fuerza de su relatividad y, por 
ello, sus templos nunca se consideran concluidos (28) y, para el devoto, 
importan una fuerza concreta y definida, impregnada de la inmanencia divina, que 
no comparten con ningún otro.
 
Los 
conceptos que se manejan de ordinario para calificar una religión no encuentran 
aplicación;  bajo el sutil entramado 
de mitos y formas extrañamente peculiares -"compuestas" de hombre y aniimal, 
"grotescas"(29)- se traduce una Weltanschauung característicamente completa y en 
constante mutación, carente de toda trascendencia, porque lo vivo no puede ser 
absoluto; pero, decididamente, el misterio en torno a la hermenéutica del 
término empleado para designar al dios -ntr, nachar- representado por una vara 
envuelta en una banda de tela o una bandera cultual, jeroglífico que BRODRICK Y 
MORTON traducen por "poder" y que equivale al del halcón sobre una percha o a la 
figura con barba postiza, empleada como determinativo de los nombres divinos, 
permanece y la discusión acerca de su verdadera intelección lejos está de 
concluirse pacíficamente (30).
 
Subyacen, 
empero, determinados aspectos que constituyen un hilo conductor en la tarea de 
descifrar esa visión del mundo, amén de la relatividad del concepto de unicidad 
de lo divino, aunque íntimamente relacionados con éste, como el de la androginia 
del creador -Ptah como padre y madre de los dioses, Opet, que puso en el mundo a 
los dioses y engendró la luz de Tebas, actividad ésta, característica del varón 
(31)- o del elemento vivificante, el Nilo, mitad hombre y mitad mujer; se dice 
de Tanen, la señora de Sais, que es aquella 
 
                        
            
cuyos dos tercios son masculinos 
                        
            
y un tercio femenino; 
                        
            
diosa inicial misteriosa y grande
                        
            
que empezó a ser al principio 
                        
            
e inauguró todo
 
en 
una relación de complementariedad armónica necesaria en el demiurgo: la vida, en 
sí misma, nace y se desarrolla por la conjunción de dos principios, opuestos, 
que se unen, para lograr algo completo: lo creado; se venera a Ptah, sin 
embargo, como el que 
 
                        
            
ningún padre te engendra durante tu 
manifestación,
                        
            
ninguna madre te da a luz.
 
Intuición 
genial, que no excluye la racionalidad de su fundamento: la fuente de vida 
resume en sí los principios que la constituyen .           
 
 
 
 
 
NOTAS
 
 
1)GARDINER, 
Alan, La civiltà egizia, Einaudi, página 197.
 
2)DEL 
CASAL ARETXABALETA, Begoña, Hatschepsut, Aldebarán, página 199; en contra, 
GRIMAL, Nicolás, Historia del antiguo Egipto, Universitaria, página 
48.
 
3)GARDINER, 
obra citada, página 197.
 
4)KEMP, 
B.J. El antiguo Egipto, Crítica, página 114.
 
5)MAAT, 
"es la verdad y la justicia personificadas" en su manifestación divina, "pero 
más aún, ya que la palabra...significa orden y ley, moral y física" 
(BRODRICK,M.Y MORTON A.A., Diccionario de Arqueología egipcia, D.M., vox ib.); 
el término se utilizaba para referirse al estado ideal del universo y de la 
sociedad, según TRIGGER, B.G., KEMP, B.J., O'CONNOR, D. y LLOYD, A.B., Historia 
del Egipto antiguo, Crítica, página 102. RA, concilia en la armonía a los dos 
señores para ti (Textos de las Pirámides).
 
6)GARDINER, 
obra citada, página 98.El rey zanja el conflicto, cercena a los que provocan el 
desorden" (Textos de las Pirámides).
 
7)TRIGGER 
et alii, obra citada, página 104; Amenemhat dirá de sí mismo que domesticó a los 
leones y los cocodrilos, LALOUETTE, Claire, La sabiduría semítica. Del antiguo 
Egipto hasta el Islam, Edaf, Ensayo, página 167; y Sesostris I, que Harakhti lo 
"creó para que hiciera lo que él había hecho, para que llevara a cabo lo que se 
hiciera. Me nombró pastor de esta tierra, porque sabía que la mantendría en 
orden para él" (TRIGGER et alii, página 102).
 
8)Thot, 
el venerable, que crea toda cosa, lengua y corazón, expresa lo que existe, 
elaborado por el corazón y salido de la lengua, reza un texto de 
Edfú.
 
9)LALOUETTE, 
obra citada, página 26; HORNUNG, Erik, lo uno y lo múltiple, Trotta, página 129, 
nota 2; DAUMAS, Francois, La civilización del Egipto faraónico, Optima, página 
248.
 
10)GARDINER, 
obra citada, página 214; en un himno a Amón se expresa, "desgraciado quien te 
ataca"... "que sea aniquilado quien cometa un crimen contra ti, sea donde 
fuere".
 
11)GARDINER, 
obra citada, página 197.
 
12)KEMP, 
obra citada, página 112; en el Libro de los Muertos, se asocia a Osiris con 
Ra.
 
13)HORNUNG, 
obra citada, página 88; el sincretismo de Amón y Ra se conoce desde la Undécima 
Dinastía, DEL CASAL, obra citada, página 201; "los dioses de Occidente te hacen 
ofrendas, los dioses de Oriente, te veneran. La enéada de los dioses del 
Horizonte de adora", pregonará de él, Hatshepsut.
 
14)GARDINER,obra 
citada, página 197.
 
15) 
DAUMAS,obra citada, página 255; GARDINER, obra citada, página 200; HORNUNG, obra 
citada, página 225.
 
16)DAUMAS,obra 
citada, página 255.
 
17)GRIMAL, 
obra citada, página 244; a partir de la Sexta Dinastía, al reconocerse al sol 
como el creador, fue posible ver a cualquier dios demiurgo como una apariencia 
solar y se favoreció el sincretismo, cfr. HORNUNG, obra citada, página 89; en un 
manuscrito proveniente de Tebas, Ptah asume caracteres solares: 
 
brillante, 
que mantiene la vida de los dioses, 
radiante, 
que se levanta en el horizonte, 
que 
ilumina el Doble País con su gracia, señor de la luz, 
brillante 
de esplendor al levantarse de tu ojo,
viviente 
que abre las tinieblas, disco solar que resplandece.
 
Se 
remonta a la Quinta Dinastía, ELIADE, MIRCEA, Tratado de Historia de las 
Religiones, página 137.
 
18)GARDINER, 
obra citada, página 224.
 
19)HORNUNG, 
obra citada, página 224.
 
20)HORNUNG, 
obra citada, página 225; "su revolución fue llamada henoteísmo, monolatría y aún 
monoteísmo. Como quiera fuese, su dimensión política es clara: los poderosos 
sacerdotes y servidores de Amón, eran desposeídos, de esta forma, de sus grandes 
privilegios", expresan ELIADE Y CULIANU, en el Dictionar al religiilor, 
Humanistas, página 128.
 
21)CASTILLOS, 
Juan José, El hombre y la religión, Maat, página 76.
 
22)DAUMAS, 
obra citada, página 259; 
 
"no 
hay nadie que te conoce 
sino 
tu hijo, Nebjeperure Uaemre,        
pues 
le has enterado de tus propósitos y de tu poder"
 
23)CASTILLOS, 
obra citada, página 75.
 
24)HORNUNG, 
obra citada, página 266.
 
25)CASTILLOS, 
obra citada, página 75.
 
26)VIDAL 
MANZANARES, César, El hijo de Ra, MIR., página 155.
 
27)JACQ, 
Christian, Poder y sabiduría en el Antiguo Egipto, Planeta páginas 73-74; 
relacionado a distinta temática, pero expresando conceptos adaptables a lo aquí 
expuesto, dice ELIADE que "la aparente pobreza conceptual de las culturas 
primitivas, implica, no una incapacidad de hacer teoría, sino su pertenencia a 
un estilo de pensar netamente diferente del "estilo" moderno fundado sobre los 
esfuerzos de la especulación helénica" (obra citada, página 55). Algo similar se 
plantea al estudiar el pensamiento chino, respecto del que se ha escrito que 
"Oriente ignora el concepto, porque se contenta con hacer coexistir el vacío más 
abstracto y el ente más trivial, sin mediación alguna", tal vez, porque "la 
fuente está por definirse, indeterminada, sea china, árabe o india. Pero, he 
aquí el episodio griego, los griegos tuvieron el privilegio de llamar a la 
fuente, el ser" (DELEUZE y GUATTARI, retomados por CHENG, ANNE, Histoire de la 
pensée chinoise, Seuil, páginas 29 y 33). Se enlaza aquí el fenómeno, que 
también actúa en la lengua egipcia, de la ausencia del verbo propiamente 
copulativo.
 
28)HORNUNG, 
página 235; DAUMAS, obra citada, página 284. Si nos referimos a Egipto la 
referencia fundamental es el perpetuo resurgir de lo divino, escribe el autor en 
la obra citada, página 82.
 
29)Según 
ELIADE y CULIANU, numerosos dioses tiene formas animales, cosa que no implica 
devoción a los animales, sino probablemente, el reconocimiento de una alteridad 
esencial, más profunda, o la intelección de estructuras arquetípicas de las 
esencias (obra citada, página 125).
 
30)Los 
autores se deciden por sostener que existía una inclinación monoteísta en el 
autor que emplea el término (obra citada, vox religión): tal uso se verifica en 
la literatura sapiencial;  evita la 
cuestión, HORNUNG, obra citada, página 42; WALKER, Martín, se inclina por 
afirmar el henoteísmo (Historia del Antiguo Egipto, Edimat, página 
205).
 
31)JACQ, 
obra citada, página 87.
                        
            
 
 
 
 
 
                        
                        
            
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