-Veo muertos- dijo el niño muerto, a su vez, de miedo. -Tu lo que tienes son alucinaciones, chaval. -Que no Bruce, que veo muertos. De hecho te estoy viendo a ti- -Vaya tela el niño. ¿Es que no tienes otra cosa de la que hablar? -Bueno, puedo hablar del gobierno, pero eso me da aún más miedo. Bruce había sido psicólogo durante más de veinte años y nunca había visto algo semejante. De hecho no se acordaba de nada de lo que había visto durante tantísimo tiempo, ya que para él el trabajo no era más que una manera más o menos honrada de ganar dinero. Su verdadera vocación era recoger setas en el monte, lo que le había llevado -sin que él lo supiese aún- a coger unas cuantas venenosas, hacerlas al ajillo y perecer instantáneamente. Su mujer lloró la pérdida hasta que se le acabó el butano, mientras que los amigos lloraron haber perdido ciertas fiestecillas que Bruce hacía cada vez que recogía aquellas fantásticas setas que no venden en los mercados. Sin embargo el niño no lloró la pérdida, ya que pasó de ser martirizado por Bruce en vida a ser martirizado por Bruce en muerte. Odiaba todo, desde el diván de cuero falso hasta las pastillas que debía tomarse, pasando por aquellas extrañas explicaciones que le daba Bruce cada vez que debía justificar su sueldo. "Al menos", pensó el niño, "Bruce se quedaba dormido en vida. Ahora que ha muerto no hay manera de hacerlo callar". -Bueno venga, dime qué es lo que te pasa cuando estás solo en casa. -Verás Bruce, resulta que estoy en la cama durmiendo tan a gusto, cuando me entran las típicas ganas de ir al servicio. Entonces me levanto, camino sigilosamente hasta el cuarto de baño, enciendo la luz y me coloco estratégicamente delante de la taza. De repente noto un aire gélido que me recorre el cuerpo de arriba abajo y veo vaho saliendo de mi boca. Entonces se que la he cagado. No puedo reprimir las ganas de mirar hacia atrás y ahí está: un chaval con la cabeza abierta, una señora con un cuchillo en el estómago o un señor con las vísceras colgando por encima del cinturón. -Joder, qué desagradable te estás poniendo. -Pero es así Bruce. Y luego los muertos me hablan. Me dicen cosas. Que si éste me odia, que si el otro me ha matado... -Empecemos por el principio. En lo referente al tema "aire gélido"... ¿están las ventanas de tu casa abiertas? -No. Y aunque lo estuviesen, estamos en agosto, Bruce. -Ya veo. Y el tema "cabeza abierta"... ¿seguro que no es maquillaje? -Pues no se, nunca me he acercado a comprobar. Me da miedo. -Correcto. Y el tema "conversaciones de ultratumba"... ¿seguro que lo oyes?, ¿no será un sueño chungo? -No Bruce, lo oigo. Me hablan y me da mucho miedo. -Vale. Bueno, después de sopesar tus respuestas y basando mi diagnostico en los conocimientos que he adquirido tras cinco años de carrera y veinte de experiencia en el sector, debo decirte que no tengo ni puta idea de lo que te pasa. -Joder, eso lo podía haber dicho yo. -Permíteme dudarlo. Tu no has estudiado en la Universidad ¿o si? Ciertamente el niño no había estudiado en la Universidad. Por eso era un niño. Si fuese un señor que ha estudiado en la Universidad ahora se estaría leyendo el Marca en el trabajo, no estaría preocupado por cuestiones de muertos. Pero bueno, Bruce tampoco era un tío extremadamente inteligente. |
Capitulo I |