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LA CRUZ DE
O CRUCEIRO DE BAHIÑA (BAIONA).
JULIO FERNÁNDEZ PINTOS
En la parroquia baionesa de Baiña, en el lugar de O Cruceiro, junto al borde de la carretera que conduce a la iglesia existe un curioso monumento, el cual después de un detenido estudio, permitirá alcanzar interesantes y novedosos conocimientos acerca de las cruces monumentales de piedra gallegas.
En este lugar hai un espacio triangular de no muy amplias dimensiones delante de una casa antigua. A este punto concurre otro viejo camino, con el cual es posible que tiempos atrás se formase una encrucijada, aunque tampoco lo podemos confirmar con total seguridad, dada la alteración sufrida por el entorno.
En el centro de aquella especie de plazuela hay un peñasco natural sobresaliente y sensiblemente redondeado sobre el cual se hincó una esbelta cruz de piedra de trazado sencillo. En la cara delantera del peñasco, vertical, regular y amplio se grabó una inscripción conmemorativa: Se colocó / a devoción de / Pedro Gómez / año de / 1867.
Según nos informaron vecinos del lugar ya mayores, este Pedro Gómez parece ser que era un afamado cantero en su época, y residía en el mismo barrio de O Cruceiro, si bien no nos pudieron precisar dónde estaría su domicilio.
Sea o no cierata esta tradición, es muy posible que el promotor de esta cruz habitase en la vivienda adyacente, o bien, fuese el propietario de la parcela murada situada a continuación de la citada plazuela. El lugar de ubicación de esta cruz, aún no pudiéndose concretar si se trataba positivamente de una encrucijada antaño, por el contrario no es muy difícil adivinar que siempre ocupó un sitio marginal de vial que por allí pasa, como solía ser frecuente tradicionalmente, por lo que no eludimos la posibilidad de que el pequeño entorno sea una porción desgajada (donada para instalación de la cruz) de una propiedad particular inmediata. De todos modos, tampoco descartamos que siempre se tratase de un espacio baldío, dada la característica pedregosa observable.
De especial interés son las tradiciones orales recogidas de boca de los vecinos relacionadas con la función socio-religiosa y social dispensada en otros tiempos a este monumento. Así, se cuenta que con motivo de la festividad de la Santa Cruz, el monumento se engalanaba con flores, y por la noche los vecinos asistían a una procesión de rogativa cuya primera etapa conducía de la de la iglesia hasta esta cruz. Una vez ante ella, al tiempo que el sacerdote la bendecía, los concurrentes recitaban responsos. Al concluir la ceremonia, la comitiva antes de retornar a la iglesia aún visitaba otras tres cruces localizadas en sus inmediaciones, y donde se repetía la misma celebración descrita más arriba. Este ritual fue desapareciendo paulatinamente a partir de los años cuarenta del siglo XX, y ya no se volvió a recuperar, estando actualmente completamente extinguida.
Popularmente esta cruz era objeto de un gran respeto y veneración, circunstancia que no debe sorprender, primero por su simbolismo religioso intrínseco, pero también se ha de considerar el peso de la costumbre relatada. Recuerdan los ancianos del lugar que siendo niños concurrían a jugar con sus amigos a este terreno baldío. Los adultos de entonces los reprendían si se les ocurría despojarla de las flores colocadas como ornato para la conmemoración de la Santa Cruz. Estas flores llegaban a marchitarse allí colgadas,
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