Signos lapidarios
Sin embargo esta torre no es más que el testigo superviviente de una superestructura arquitectónica más amplia, actualmente desaparecida. En efecto, por las rocas de la cumbre se pueden apreciar escotaduras, incisiones, rebajes, y otros tipos de acondicionamiento de las piedras naturales que delatan la existencia antañio de otras instalaciones integrantes de la fortaleza, y que a nuestro juicio, debieron estar constituidas por elementos construidos con materiales perecederos, como la madera.
Otra circunstancia de notable interés lo representa el modo de acceso a este recinto superior. Ya hemos hecho alusión de que la única permisible es la ladera E., y creemos que el actual sendero hecho por los visitantes del lugar debió ser, en líneas generales el original. Se trata, como acabamos de indicar, de un sencillo sendero serpenteante, muy estrecho, que se desliza por entre las rocas de la ladera. En algunos tramos se ha constatado la inclusión de rudimentarios peldaños, mientras en otros puntos, el ascenso se convierte en escalada. Ignoramos si este camino estuvo mejor acondicionado en su época, pero de todos modos, con toda probabilidad no mejoraría sustancialmente el actual aspecto. Por último, no se puede olvidar que en el arranque del camino, al pie de la elevación, hemos podido comprobar lo que parece ser una especie de aterrazamiento de reducidas dimensiones, donde tal vez habría alguna edificación relacionada con esta fortaleza.
En conclusión, la impresión dejada tras la visita a este castillo, es el de su aparente inexpugnabilidad. Parece fácil defenderse de cualquier agresión, pues un posible asalto no podría realizarse con una avalancha, debido a las notorias dificultades de acceso descritas, bastando unos pocos defensores para ofrecer una exitosa resistencia. Sin embargo, en aquellos tiempos había diversos modos de rendir una fortaleza sin necesidad de recurrir a un ataque directo, expectativa que queda corroborada por la tortuosa historia que tuvo esta fortaleza.

En la genealogía  nobiliaria gallega consta ya desde el medievo el apellido y linaje de Sande, y también se habla de un señorío en un lugar con la misma denominación. En general, ambos términos se identifican y se hacen coincidir con este valle de Cartelle. Sin embargo, de todos es conocido las frecuentes contradicciones implícitas en estas atribuciones solariegas, y dehecho, en este caso, a la luz de la documentación publicada, quedan bien patentes tales circunstancias.
En efecto, se cita un señorío de Sande junto a Celanova, pero la primera vez que oímos hablar de esta fortaleza es en una donación realizada por el monarca Alfonso VII en 1141 al monasterio de Celanova del castillo de Sande con todas sus dependencias, derechos y caritel pertenecientes al espacio limitado por los ríos Miño y Arnoia, que como vimos corresponde a la vega dominada por la fortificación. En principio, se trata de una donación, y no se menciona tal transmisión como una represalia contra un posible señor feudal opuesto a la política regia en esta área de Galicia. Podríamos pensar que con anterioridad a la cesión era un lugar de realengo, pero asimismo se ha de considerar que la donación se realizaba después de las aún recientes operaciones militares llevadas a cabo por el monarca luso Alfonso Henríquez. De todos modos, un poco antes de estos hechos, hacia 1124, sabemos que el monasterio de Celanova tenía ya intereses en los márgenes de este valle, como eran sus pertenecias de Vilar de Vacas, y Anfeoz. Con esta adquisición, el pujante cenobio se hacía con una comarca de gran valor económico y estrategico, y en el futuro su abad recibiría la titulación de conde o señor de Sande.
El castillo de Sande volvería a surgir en la documentación con motivo de la nueva ofensiva emprendida por Alfonso Henríquez en 1165 contra diversas zonas del sur de Galicia. en el curso de estas luchas consigue apoderarse de la fortaleza. Queda por lo tanto claro que el valor de este punto era muy importante en la poítica de control regional. Dicen las crónicas que las mesnadas gallegas sitiaron el castillo, y entonces acaeció una formidable tormenta, atribuida a la intervención milagrosa de San Rosendo, la cual derribó la torre, muriendo parte de los defensores, mientras otros acabaron por deponer las armas. Esta tentativa de Alfonso Henríquez tenía mucho que ver con el dominio de las vías de comunicaciones que por allí pasan.
Una nueva noticia corresponde a un litigio establecido en 1218 por el abad de Celanova contra Pedro Fernández, mílite de Zaparín (localidad cercana), y alcaide de los castillos de la Santa Cruz y de Sande. Según denunció el abad ante el monarca Alfonso IX, aquel señor lesionaba continuamente los intereses del monasterio al ejercer usurpaciones de bienes y administrar justicia sobre vasallos pertenecientes a los cotos del monasterio. En consecuencia, el rey ordena el restablecimiento de los respectivos derechos. Este documento presenta una cara oscura, pues parece desprenderse de su lectura, que aún ostentando Celanova derechos jurisdiccionales en el valle de Sande, da la impresión que el dominio de la fortaleza de algún modo escapaba nuevamenta a su dominio.
Sin embargo la legítima propiedad del castillo por el monasterio adquirida en 1141 debía continuarr aún vigente, pues, un activo participante en la revuelta irmandiña, como era Vasco de Puga, en su testamento de 1474, pide perdón al abad de Celanova y ordena a susu hijos que, entre otros bienes usurpados, devuelvan al monasterio el castillo de Sande.

Como acabamos de exponer a lo largo de estas líneas, el castillo de Sande constituía un importante punto de control territorial. Posiblemente, más profundas investigaciones en documentos nos ofrezcan una más completa información para comprender más adecuadamente el papel jugado por la fortaleza en la política llevada a cabo por los distintos poderes de la comarca.

           
                                                                                                                                                          Vigo, 16 de Noviembre del 2000

BIBLIOGRAFÍA : A. Cid Rumbao/1994(
Celanova); A. del Castillo/1987 (Inventario monumental y artístico de Galicia); F. F  de la Gándara/1970 -edición fascímil de 1652- (Armas y triunfos, hechos heroicos de las hijos de Galicia ).
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