En
la tumba de Oscar Wilde,cementerio de Père-Lachaise, París,
1974
|
|
Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: él entierra sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego -encender una vela, andar con ella por el corredor- nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos. de Rayuela, capítulo 105 |