CRISIS, DESEMPLEO Y CONFLICTO SOCIAL

Roberto Laserna

 

El país sufre una verdadera explosión de conflictos sociales.

En su discurso, quienes dirigen estas acciones suelen justificarlas por las condiciones económicas, el desempleo o el costo de vida. Esta posición es a veces recogida por observadores y autoridades. Algunos van más allá de las circunstancias inmediatas para plantear tesis generales que explican el aumento de conflictos por un supuesto debilitamiento estructural de la economía luego de 20 años de democracia y apertura económica.

Los datos, sin embargo, muestran que quienes más se movilizaron en los últimos años no fueron los pobres, sino los grupos de sectores medios, y especialmente los que dependen del Estado; tampoco los de regiones marginales sino los del eje central y, dentro del eje, menos los de El Alto que los de Santa Cruz.

La evolución temporal de los conflictos muestra que su crecimiento precedió a la recesión económica. Los conflictos empezaron a escalar en 1997 y 1998, cuando la economía aún crecía a tasas cercanas al 5% anual. La crisis empezó a manifestarse en 1999, pero para entonces la cantidad de conflictos se había duplicado respecto a los años anteriores.

En síntesis, si bien la relación causal entre conflicto y crisis puede variar de acuerdo a las circunstancias históricas: a veces los conflictos son causantes, y a veces a la inversa, son las crisis las causantes de los conflictos, los datos de la Bolivia actual sugieren que la primera de estas relaciones es la que tiene validez.

El gráfico que acompaña esta nota sintetiza los datos.

La línea continua representa el número de conflictos registrados cada año entre 1990 y 2003, y la línea discontinua la tasa de desempleo correspondiente a cada año del mismo periodo. El desempleo es un indicador muy sensible a las variaciones de la inversión, los cambios en la productividad, la ampliación o contracción de los mercados, etc.

 (Si no puede ver el grafico, presione AQUI)

Las dos curvas son muy parecidas: cuando suben los conflictos aumenta el desempleo y, a la inversa, cuando bajan los conflictos, baja el desempleo. La correspondencia entre ambas series es altísima, cercana al 90% según el coeficiente estadístico de correlación.

La relación es evidente, pero ¿cuál es causa y cuál efecto?

La correlación que se obtiene suponiendo que el desempleo de un año es causante de los conflictos del año siguiente es de 0,36. En cambio, cuando se supone que los conflictos ocurridos durante un año fueron causantes del desempleo del año siguiente, se obtiene un coeficiente de correlación mucho mayor, de 0,877.

La información y el análisis estadístico del periodo sugieren, en consecuencia, que el factor de mayor influencia para la recesión y el desempleo en Bolivia, por lo menos en los últimos años, ha sido el conflicto político y social.

Hay otros factores que influyen en esta relación, como el mercado mundial, la deuda pública y al déficit fiscal. Pero el aumento del desempleo no se debe a cambios en el gasto o la inversión pública  --que aumentaron significativamente-- y sí a la contracción de las inversiones privadas,  sensibles a la incertidumbre política y la inseguridad jurídica que caracterizan a un entorno conflictivo.

De donde resulta que la crisis recesiva actual se debe, en gran medida, a los conflictos políticos y, por tanto, éstos no pueden reducirse a una explicación o justificación de carácter económico.

Hay quienes creen que “hay que estar del lado de los oprimidos, incluso cuando van errados”. Tal solidaridad no solamente es falsa sino traidora, porque lleva a esconder y callar errores que dañan a los oprimidos y que empeoran su situación.

 

Publicado en Pulso, La Paz, Marzo de 2005