Diario Clarin Viernes 14 de julio de 2000 Soledad le dio su calidez a la gente Tienen frío?", preguntó la Sole. "¡No!", gritó a coro el público cubierto de gorros, camperas y bufandas que ayer a la tarde —y a pesar de los tres grados bajo cero de sensación térmica— llenó la pista central de la Rural sólo para ver y escuchar a la chica de Arequito. Grandes y chicos que habían donado comida a cambio de la entrada llegaron a Palermo envueltos en banderas y vinchas con la imagen de la Sole. "Gracias por hacernos conocer nuestras raíces", decía el cartel preparado por un grupo de La Tablada. "Gracias por existir", habían escrito Celeste y Tatiana, dos chicas de Caseros. Cuando el aire congelado del anochecer empezaba a calar los huesos, apareció la Sole en el escenario cantando "El que toca". Y ya nadie tuvo frío. Es que durante la hora que duró su recital, nadie dejó de bailar y saltar ni un solo minuto. "Punta Cayasta", "Luna cautiva", "Puerto Tirol". Sole cantó sin parar 25 canciones. Sólo en la mitad se concedió un respiro para tomarse un té caliente. Y aprovechó el recreo para leer cada uno de los carteles que sostenían sus fans. En la primera fila, trepada contra la baranda, estaba Aylén Allende, una nena de 10 años llena de vinchas y banderas de la Sole. "La amo. Y tengo todos su discos", dijo emocionada la nena de Moreno. Las familias habían optado por la tranquilidad de las gradas. Mario Copello, de 32 años, cantaba cada canción. Carla, su mujer, también. Y Agostina, de 4 años, bailaba. "Nos encanta la Sole, pero es la primera vez que la podemos ver", explicó el hombre. Es que habían conseguido las entradas a cambio de paquetes de fideos. La colecta estuvo a cargo de Cáritas, que logró reunir tres toneladas de fideos, yerba, harina, lentejas y polenta. Todo será repartido entre los pobres de Capital y el Gran Buenos Aires. El recital fue organizado por el Grupo Clarín. "Cuando me llamaron por esta causa benéfica ni lo dudé", había dicho la chica de Arequito antes de ponerse el poncho para salir a cantar. "Que nadie sepa", "Cuando llora mi guitarra", "Yo sí quiero a mi país". La gente pedía, Sole cantaba. Y por una hora el frío de Buenos Aires pareció no sentirse en ese escenario de Palermo.