- Diario La Voz del Interior (Córdoba)
- Sabado 19 de enero de 2002
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Ya no soy la novedad que era hace unos años
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El ánimo de su voz parecía aún
empapado de la frescura de unos días a orillas del río Carcarañá. Allí había estado
con sus amigas, para cumplir con el rito de pasar todos los años unas breves vacaciones
juntas. Y ayer ya estaba de regreso en Arequito, armando las valijas para estar esta noche
en Cosquín. De todos modos, más allá del reposo, la voz de Soledad siempre respira
frescura.
¿Lograste descansar, pese a todo?
Era lo que más quería. Pero una no se puede mantener al margen de lo que está
pasando en el país. Me impresionó lo sucedido en Casilda, porque es una ciudad chica de
la que no se hubieran esperado estas muestras de violencia. Creo que con estos ejemplos se
revela lo profundo de la crisis.
¿Y no te afectaba el hecho de no haber conseguido llenar el anfiteatro de Jesús
María?
No, no me afectaba, aunque tampoco puedo decir que no tuve en cuenta el dato. Lo que
pasa es que mi público se compone sobre todo de pibes y, en estas condiciones, como no
disponen de dinero propio, no pueden seguirme.
Es decir, de alguna manera la situación te perjudica de un modo especial.
Puede ser. Pero el asunto es que nos perjudica a todos. Yo lo veo en mi abuelo, en
mi tío, en la gente que conozco. Por suerte, a nosotros no nos atrapó el corralito
porque mi papá hizo inversiones en vez de dejar el dinero en el banco.
Más allá de la crisis, ¿hay alguna otra lectura que se puede hacer del momento
por el que atraviesa tu carrera?
Tal vez. Ya no soy la novedad que era hace cuatro años, pero para mí es muy
meritorio que me siga sucediendo lo que me sucede. He pasado muchos límites, he cambiado
cosas, y sin embargo la gente me sigue respondiendo. Hace seis años que no paro, y días
atrás, en Las Flores, Sauce Viejo y Malargüe hubo llenos totales. De todos modos estoy
en un momento realista de mi carrera. Se trata de poder mantenerme.
¿Ves tu futuro de otro modo que no sea frente a grandes multitudes?
Me pasan cosas como en cualquier carrera: a veces hay altibajos. Pero lo que
interesa es la cuenta final, es decir, que hablemos dentro de 10 años y veamos qué
sucedió. Quiero seguir siendo artista toda mi vida. Dios quiera que siempre pueda vivir
de esto.
Y en el escenario, ¿seguirás siendo un huracán?
Eso, seguro. En el escenario me agrando, me vuelvo una caradura. Siempre trató de
inventar cosas, de improvisar, y animo a los músicos a que lo hagamos de todos modos.
Creo que suelto una catarata de adrenalina. Después, cuando veo mis recitales grabados,
casi no me reconozco.
En tu manera de conmocionar hay algo como de puesta en escena al estilo de algunos
grupos de rock.
Puede ser, en el sentido que se vive con mucha energía joven. Creo que en el
folklore también tiene que haber un espacio para esta manera de sentir como un torbellino
que tiene la juventud.
¿Y por qué tocan tan rápido?
(Risas) Es que por ahí una no es del todo profesional y se deja llevar por las
ansias, por esa adrenalina de la que te hablaba antes. La verdad es que mis músicos a
veces tiene que seguirme como pueden.
Como al principio, Soledad regresa a su escenario natural de la plaza Próspero Molina, el
que la vio crecer.