- Diario El Ciudadano (Rosario)
- Lunes 23 de septiembre de 2002
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- SOLEDAD A BENEFICIO. La cantante dio un recital en el
Monumento para juntar alimentos y útiles escolares para Cáritas
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Un Tifón festivo y solidario
- Una multitud calculada en más de 50 mil personas
presenció el espectáculo de la joven de Arequito. Toda la zona se vio conmovida desde
muy temprano. Fue un cóctel de folclore, picnic masivo y ayuda social
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Horas antes del comienzo del recital de Soledad Pastorutti a beneficio de
Cáritas, y a una respetable distancia del lugar donde se encontraba ubicado el escenario
que estaba de espaldas al Monumento a la Bandera, ya quedaba claro que el
evento sería mucho más que una presentación artística. En un país como la Argentina,
que es uno de los principales productores mundiales de comida y, al mismo tiempo, de
hambrientos, ayer los alimentos y la buena voluntad fueron los verdaderos protagonistas,
más allá de los fraseos folclóricos, la simpatía un poco afectada y la gestualidad
eléctrica de la joven de Arequito, que se prodigó sobre las tablas ante una multitud
calculada en más de 50 mil personas.
En un radio de unas cinco cuadras a la redonda se vivió ayer, a partir de las 14, un
clima particular en el que se mezclaban los paseos domingueros de familias y parejas, los
picnics con mates y facturas de todos los domingos, y un importante despliegue de
colaboradores de Cáritas y la Fundación Soledad Pastorutti, que estaban apostados a
varias cuadras del Monumento para atajar a la gente que iba llegando y pedirles los
alimentos y los útiles que hacían las veces de entrada. Identificados con pecheras,
estas personas gritaban comida y útiles e iban colocando lo que
recibían dentro de enormes bolsas de residuos color azul, negro o violeta. En varias
esquinas había verdaderos cortes de calle, con pancartas y todo. Y al igual
que en muchas protestas, el motivo era la comida, pero esta vez los carteles decían
Cáritas y los alimentos llegaban a raudales, para ser devorados finalmente por las
bolsas, que terminaban formando montañas en las veredas.
La gente que iba llegando desde las calles aledañas también llevaba bolsas, en su
mayoría de supermercado, conteniendo alimentos y útiles. Así se daba lugar a un
tráfico de bolsas solidarias, en el que las grandes se tragaban a las más chicas, en una
suerte de metáfora de las relaciones económicas que hacen necesario apelar a la buena
voluntad de la gente para paliar el hambre.
Alrededor de todo el Parque Nacional a la Bandera resultaba notable la presencia de
rastrojeros, camionetas y camiones. Muchos de ellos fueron utilizados para traer a la
gente desde los barrios, o incluso desde localidades vecinas. También se pudo ver a
personas en actitudes típicamente turísticas, como ser sacarse fotos con el Monumento o
el río como fondo. Muchos asistentes contemplaron el recital subidos a los acoplados de
los camiones, dando lugar a imágenes que en muchos casos hacían pensar en las viejas
movilizaciones obreras, aunque la gran mayoría de la gente que ayer se acercó al
Monumento parecía pertenecer a la clase media.
La apoteosis se produjo a las 17.40, cuando el locutor anunció la presencia de la
cantante. En ese momento comenzó el revoleo de remeras, abrigos, tricotas y banderitas
argentinas. Y casualmente, el sol, que se había comportado en forma esquiva hasta esa
hora, salió a pleno, al menos por un ratito. Un cielo celeste límpido recibió a
Soledad, que largó con el tema Libre y luego desgranó una lista de
agradecimientos que incluyó a la Municipalidad, Cáritas, los espónsores y el pueblo.
Muchísimas gracias de corazón por hacerme cumplir el sueño personal de tocar acá
al aire libre. Me dijeron que se reunieron muchos alimentos. Se los agradezco mucho,
porque hubieran podido hacerse los vivos y no traer nada y ver el recital igual,
reflexionó la cantante de Arequito ante la multitud inmersa en un frenético revoleo de
prendas al viento.
Posteriormente la joven se dirigió a su público con tono de disculpa, algo culposo, e
hizo referencia a lo que muchos consideraron su mal paso: grabar en Miami a las órdenes
de Emilio Stefan, el famoso productor fabricante de éxitos. Recibí muchos palos
por esa cuestión, pero más allá de salir a grabar en el extranjero, hoy más que nunca,
yo quiero a mi país, dijo antes de empezar a cantar el tema que lleva ese nombre. Y
las decenas de miles de personas que la contemplaban desde abajo la volvieron a saludar
reanudando el revoleo.
- Como Woodstock, pero con otra onda
- Cuando a las 17.40 Soledad apareció ante el público
luciendo un conjunto color caqui que tenía algo de gaucho y algo de fashion, la multitud
la saludó enfervorizada, con gritos y agitar de prendas. Cerca del escenario ese fervor,
típico de los recitales de la joven de Arequito, se mantuvo durante toda la
presentación. Pero más lejos, hacia el lado del río, el evento se iba pareciendo cada
vez más a un picnic, como los de todos los domingos, claro que mucho más concurrido.
Allí predominaban las reposeras y las sillas plegables, y relucían vituallas de todo
tipo: mates, facturas, gaseosas y tortas. Algunos chicos, ajenos a la música,
permanecieron jugando a la pelota. Mucha gente escuchó a la cantante acostada sobre el
pasto, otros se subieron a los árboles, algunos optaron por usar binoculares, y otros
permanecieron trepados a los techos de los vehículos, entre los que los rastrojeros eran
mayoría.