- Diario La mañana (Neuquen)
- Martes 3 de diciembre de 2002
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- La chica llega, se sube al
escenario y todo el mundo cae rendido a sus pies
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- La noche del domingo fue distinta en esta capital.
Desde la mañana se comenzó con las actividades programadas por distintas organizaciones
por el Día Universal de la Lucha contra el SIDA.
En ese contexto, Soledad, con su arrolladora personalidad, fue el broche de oro al que
miles de jóvenes respondieron con entusiasmo.
En la Vuelta de Obligado se levantó el escenario con una infraestructura pensada en
detalles para garantizar seguridad y lucimiento de esta joven artista.
La Subsecretaría de la Juventud de la Provincia enfundó a cientos de jóvenes con
remeras destacadas en colores amarillo y naranja para poder contener a una multitud
difícil de calcular.
Pero lo destacable (una vez más) no es contabilizar uno por uno a los concurrentes, lo
que sería imposible ante tal masividad; lo importante es decir que la iniciativa fue
feliz, porque permitió a gente de los barrios humildes llegar hasta el centro para ver a
una artista que solo la conocen por la TV, y a la familia, participar de una fiesta en
convivencia con vecinos que rara vez se encuentran para vivirla.
Otro de los aspectos destacables es que la campaña de información sobre el SIDA
desplegada fue un buen motivo para despertar conciencias sobre su peligrosidad, y si bien
no alcanza con un gran día, al menos alerta sobre la existencia de un tema que va dejando
de ser tabú.
Antes de comenzar el recital de la Sole, se entregaron premios a los participantes de
certámenes de trabajos sobre el SIDA, con la conducción de dos conocidas figuras: Carlos
Ferreras y Verónica Viegas.
La hora
La inquietud del público aumentaba y Soledad apareció como un rayo en escena detrás de
sus músicos. Ellos conforman el marco más que adecuado al estilo impuesto por la joven:
son buenos músicos y «galopan» sin descanso, acompañando a semejante fuente de
energía.
El tecladista, por ejemplo, es Eduardo Espinasi, un veterano y talentoso músico que
acompañó a los mejores en el país. Una suerte de «gurú» de la música popular
argentina.
El repertorio elegido para esa noche estuvo junto a la música folklórica nacional en la
mayoría de los temas, pero fundamentalmente de corte popular, ya que cantó hasta valses
peruanos.
Soledad le pone brío a la chacarera, a la zamba, al chamamé y contagia a su gente para
saltar, cantar y repetir consignas como finales de algunos temas.
El repertorio no baja de ritmo en ningún momento, está siempre «pum para arriba»,
hasta aprovechar una intervención de su hermana Natalia para tocar el bombo, al lado de
Silvio López (bueno).
Los encargados de asegurar la valla, no podían con sus fuerzas para evitar los desbordes,
mientras el sonido pasaba por etapas de dudosa calidad.
Esta Soledad de Arequito, puede ser la misma que otras Soledades de cualquier punto del
país: una joven que encontró en el canto una razón para establecer el camino de ida y
vuelta con los jóvenes que la siguen. Solo que ella tuvo una oportunidad que por allí no
sobran.
Esto no es más ni menos que el pensar de muchos pibes o pibas que quisieran decir cosas y
ser escuchados por tanta gente.
Porque Soledad dice, por ejemplo «tratemos de hacer las cosas bien para el país», «el
país nos necesita a todos, no lo olvidemos», «estemos juntos para que no haya chicos
desnutridos, ni que falte el trabajo» u «ojalá que salgamos de esta situación y
estemos mejor» y así varios consejos o reflexiones más.
Soledad ha hecho un camino interesante para su carrera artística: porque es innegable que
se instaló en el gusto de los jóvenes, que llega a aquella franja de los más humildes;
porque por allí se enteran de la existencia de otra música que no es la «enlatada» a
puro marketing.
Muchas veces se ha hablado de sus condiciones como cantante, se la ha criticado por
aquellos que «votan» a otro tipo de interpretación de la música popular, y hasta se
pone en duda su futuro como artista. Se la ha llegado a elegir como lo «anti» musical
cuando de folklore se trata. Lo que aparece con claridad es que es un «estilo», y como
tal tiene su personalidad, su sello, su inconfundible firma.
Eso es lo que la hace, seguramente, ser elegida por tanta gente y sobretodo por tantos
jóvenes.
La Sole es tan disciplinada, trabajadora y convencida, que desafía todas las tormentas...
porque es un tifón, y arrasa.