Diario Clarin Viernes 30 de julio de 1999 Costumbres argentinas Lo primero que preguntan los actores argentinos antes de firmar el contrato para hacer una película es: ¿Qué cartel voy a tener? Como no siempre consiguen el cachet que pretenden, le dan valor a la ubicación de su nombre en los créditos. Incluso hay actores que resignan dinero con tal de tener un lugar privilegiado en el cartel de un filme. Las demás cláusulas del contrato son habituales, salvo excepciones. Alfredo Alcón, por ejemplo, antes de filmar Cohen vs. Rosi exigió un motor home y un maquillador exclusivo para él. También que un remís lo pasara a buscar por su casa y lo llevara de vuelta al terminar cada día de rodaje. Carlos Calvo, en cambio, dejó esas cosas de lado al momento de filmar Comodines. Pero sí se preocupó porque figurara en su contrato un porcentaje de ganancia extra en su cachet a partir de una cierta cantidad de espectadores. Debido a la estructura del cine argentino, a ningún actor se le ocurriría elegir al director o el guión de una película. Generalmente, cuando son convocados, se interesan más por el proyecto que por el cachet. Excepto en películas de más impacto comercial, como las de Diego Torres, Guillermo Francella o Soledad. Con respecto a la chica de Arequito, los que estuvieron cerca de la filmación de La edad del Sol hablan maravillas. Dicen, por ejemplo, que aunque tenía previsto un lugar para comer a solas, ella se reunía con todo el elenco a la hora del almuerzo. Que viajaba con la tropa de actores y asistentes y que no tuvo durante el rodaje ninguna actitud de diva. Eso sí: niegan que por contrato la Sole no haya besado al bonito Ezequiel Abeijón. Y aunque no fuera una exigencia, ella misma controló el guión de la película. Igual que Diego Torres, que no filma si no se involucra en la trama del filme. Ninguna línea del guión de La venganza fue escrita sin que él pegara una ojeada.