- Diario La Voz del Interior (Cordoba)
- Domingo 20 de junio de 2004
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A
Soledad le llegó la hora de reinventarse
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unos años, Soledad creía que ofrecer menos de 10 recitales por mes equivalía a un
fracaso. Pocos años han pasado de esto, la carrera de la joven santafesina ni siquiera ha
cumplido una década íntegra desde aquella consagración en el festival coscoíno, en
1995, y la inmediata explosión mediática. Ese tiempo le alcanzó para registrar más de
media docena de discos que suman millones de copias vendidas, una película (la fallida La
edad del sol), un protagónico de una tira de ficción en televisión (Rincón de luz), y
pronto debutará como conductora de un ciclo de entretenimientos (El llamado final, irá
los domingos por Canal Doce).
Ocurrió lo que la lógica indica que debía ocurrir: en el último tramo de esta
vertiginosa carrera, la Sole bajó de aquellos récords de popularidad y
convocatoria históricos hasta ubicarse en una meseta que la enorme mayoría de los
artistas desearía tener, incluso como techo.
El viernes, Soledad reunió a unos mil espectadores en La Vieja Usina, en el que
significaba el primer recital en la ciudad con entradas pagas que ofrece en mucho tiempo.
El resultado: la cifra de venta de entradas ni se aproximó a lo que fue su época de
gloria. ¿Se puede hablar de un fracaso?
Hoy, la Sole transita una etapa de su carrera en la que debe replantearse el
camino a seguir. Y aunque ella insista en que continuará cantando folklore, pop,
candombe, murga, boleros y canciones por igual, parece haberle llegado el momento de
definir un rumbo más claro a su destino. Hoy, Soledad es otra, que poco tiene que ver
y para mejor con la que fue en sus comienzos.
Las contradicciones resultan más evidentes en escena: a su derecha mantiene a su
inseparable guitarrista Jorge Calcaterra, quien la acompaña desde el principio y que
sostiene a la primera versión de la Sole. A su izquierda, en cambio, está el
muy buen bajista Pablo Santos, además arreglador y quien le aporta modernidad a la
expresión musical natural de Soledad. En ese mundo mágico y a veces contradictorio que
la rodea, también persiste Natalia, que tiene un feeling especial con el público por
algo que no tiene que ver estrictamente con lo musical.
En la presentación de su último disco, Adonde vayas, pareció que Soledad se siente más
cómoda transitando los temas modernos, pero también que no se anima a dejar la mochila
que carga desde sus primeros tiempos: A don Ata, Que nadie sepa mi sufrir, y todo lo
demás.
El éxito desmedido del principio, al que accedió sin proceso previo de maduración,
puede generar la sensación de fracaso a la hora de contar mil entradas vendidas en
Córdoba. Pero la Sole creció y lo seguirá haciendo mientras se dé cuenta
de que la realidad es muy diferente a la burbuja de sus inicios y de que tiene con qué
comenzar a reinventarse a sí misma.