Diario Clarin Domingo 07 de marzo de 1999 El otro arequito Soledad transformó la vida de su pueblo, Arequito. Y el fenómeno no es tan sólo social o económico, sino cultural. Los siete mil habitantes siguen con sus hábitos, duermen la siesta, pero ahora se han convertido en centro de atracción turística. El merchandising de la Sole tiene un enclave en esta localidad del sur santafesino y genera buenos ingresos. Se trata de una revolución en marcha, que se inició en la música y que tomó a todo el pueblo. El movimiento cultural de Arequito aumentó de manera considerable a partir del fenómeno de Soledad y su hermana Natalia. Todos quieren rendirle un pequeño homenaje a la estrella del pueblo. Por ejemplo, en la plaza Carlos Casado, la artista plástica Marta Demarchi ha construido un mural con la imagen de Soledad revoleando el poncho junto a Natalia. La proliferación de manifestaciones culturales incrementó la actividad artística. Para ordenar estos acontecimientos, la comuna creó una Secretaría de Cultura en la que se programan los diferentes eventos y con el esfuerzo de algunos voluntarios se armó una Sala de Arte. Los planes para Arequito son muchos, pero entre los más ambiciosos de esta secretaría figura realizar un anfiteatro que supere en capacidad al actual teatro Rosinni. También puede encontrarse en el local SYNPSA (Soledad y Natalia Producciones Sociedad Anónima), además de todo el merchandising que la marca produce, los cientos de regalos que reciben. Las paredes están adornadas con una veintena de plaquetas, muchos pergaminos con frases o poemas dedicados, fotografías de los recitales y obras plásticas que la gente hace para demostrarle su cariño. La casa de Soledad puede ser distinguida fácilmente por el colorido de esa esquina. El oscuro tapial en forma de ele que se ubica frente a la casa está cubierto por graffiti superpuestos. Hay expresiones como "Sole y Nati no nos olviden, las queremos", o "la Sole, nuestro patrimonio nacional", hasta algunas más poéticas como "son las flores del país siempre presente". Entre la firma de quienes los escriben también figura como dato obligatorio la procedencia. Así se encuentra gente de Buenos Aires, Concordia, Necochea, Rosario, La Pampa, Córdoba, Concepción del Uruguay y la lista puede ser interminable porque además del tapial, todo el sector de la vereda y la calle que pertenece a la casa también fue pintado. Cuando el sol comienza a caer se puede ver un éxodo de la gente hacia la prolija plaza de Arequito y en sus bancos comienzan a ubicarse jóvenes y viejos. Entre estos últimos se encuentran Bartolomé Tolo Simunovich, hijo de inmigrantes y propietario de una tienda; Antonio Ferrinni, que hace 55 años es encargado del teatro Rosinni donde Soledad actuó luego de consagrarse en Cosquín, y Carlos Domingo Muzzolón, padre de Marisa, que era secretaria del colegio donde Soledad estudiaba. Entre sus recuerdos Marisa cuenta lo buena alumna que fue "la Sole", quien un día le prometió terminar sus estudios. Con una despreocupada alegría Tolo, Antonio y Carlos muestran la gran satisfacción que les produce el éxito de Soledad. "Es glorioso, es bárbaro, no se habla de otra cosa acá, incluso no vayas a hablar mal de ella porque te vamos a reventar a patadas", dicen entre carcajadas. Mientras discuten sobre si sería conveniente que Soledad tenga novio, Antonio cuenta que en el festival del año pasado, cuando ella salió a cantar en la plaza Próspero Molina, todos comenzaron a revolear lo que tenían a mano, "pero yo tuve tanta mala suerte, que el tipo que estaba atrás de mí empezó a sacudir una campera que tenía algo pesado en los bolsillos". Y remata: "Me tuve que parar en la butaca para que no me reventara las orejas". Marisa recuerda un hecho muy peculiar: "Un día llamaron a mi casa por teléfono y cuando atendí era alguien que, según explicó, tomó la guía, buscó Arequito y al azar eligió mi número." El llamado era para pedir que le enviaran por correo una ramita del árbol y un puñado de tierra de la casa de los Pastorutti. Si bien los adolescentes coinciden en que "en Arequito no se escucha tanto a Soledad en los boliches como ocurre en otros lugares", se puede llegar a oír un par de sus temas los fines de semana en Sinatra, un pub bailable que junta la mayor cantidad de gente. Lugar al que asiste Soledad cuando está en su pueblo, para distraerse luego de las actuaciones, junto a Jorge, Cecilia, Carolina, María Soledad, Alejandro y Virginia, sus amigos. En Sinatra se concentra la movida nocturna de toda la zona. Hasta allí llegan chicos de los pueblos vecinos para disfrutar de noches con eventos especiales, como un espectáculo con batucadas que actúan para conmemorar el carnaval. La cumbia es uno de los géneros que más se escuchan. No obstante, Alejandro Sanz y Luis Miguel continúan acaparando los oídos de las adolescentes, y entre los los varones se imponen grupos como La Renga, Los Redonditos de Ricota y Los Pericos. También coexisten entre ellos los géneros pop y folclórico. Igualmente, en Arequito, el sentimiento popular se impone. Si en el televisor aparece la niña mimada, sólo se mira eso. Y más en verano, cuando las noches son propicias para cenar en la vereda reunidos frente a la tevé para ver a Soledad actuando en un festival. Allí, el pueblo y su artista vuelven a estar en perfecta comunión.