Diario La Nacion
Domingo 7 de junio de 1998 

                     Soledad, la que llegó y fue millones

Cada vez que se aproxima una presentación en Buenos Aires, Soledad tiene un sueño 
recurrente. El miedo a los cambios, los fantasmas que rodean al enorme fenómeno se posan
sobre su irresistible ángel (o demonio). En ese sueño se ve en el medio de un teatro 
donde hay sólo 30 personas. Ella tiene un guión en la mano con símbolos y páginas de 
colores que no entiende. Su madre está de espaldas a la gente y los pocos que asisten a 
la función reprueban el espectáculo. Se va corriendo al camarín y sale de vuelta vestida
con su traje habitual, revoleando el poncho para hacer lo de siempre. 
Al confesarlo la chica muestra el miedo a los cambios. A todos los compromisos en los 
que intenta embarcarse para sostener la repercusión que generó su menuda figura. Hasta el
momento, desde las 10 funciones en el Gran Rex que realizó en octubre del año último, la
vieron cerca de un millón de personas. Todo, fruto de esa propuesta visceral que ha 
puesto al folklore en el centro de la escena y en paisajes que siempre fueron ajenos a 
la música nativa. 
En esa especie de agenda interna figura la clara decisión de exportar chacareras y 
zambas a otros territorios. No le va mal. Comenzó por hacer pie en Uruguay, donde 
realizó una exitosa gira por siete ciudades. El punto inicial fue, el 5 de mayo, en 
Montevideo. Había que ver a los 10 mil espectadores, especialmente jóvenes, que llenaron
la tribuna del mítico estadio Centenario, revoleando lo que tenían a mano y compartiendo
códigos con la santafecina de forma inexplicable. Las ventas, también, la acompañan en el 
país vecino. Su primera placa fue triple disco de platino y la segunda llegó al doble 
platino. Inesperado para un mercado chico como el de la otra orilla. 
Luego, a fines de ese mes, saltó a San Pablo, donde su actuación comenzó a despertar 
interés. En julio llegará a la Capital Federal. El 10, 11 y 12 actuará en el teatro Gran 
Rex, y si la covocatoria lo permite, se harán siete funciones más. Y en septiembre la 
espera el estadio Chateau Carreras de Córdoba para empezar a romper nuevas marcas de 
convocatoria. 
Soledad está envuelta en una estructura que se sigue agigantando y de la que todos 
quieren llevarse una tajada. Ella parece tener todo controlado y muestra una actitud de 
veterana arriba y abajo del escenario (hay que escucharla opinar sobre la familia y "las
relaciones superficiales de los chicos de hoy"), pero hay muchos temas que dan vueltas 
sin parar en su cabeza y le producen sueños y pesadillas. 
                                      Como en botica 
La convocatoria de Aníbal Pachano, de los Botton Tap, para la puesta escénica de los 
recitales en el teatro, donde se grabará el disco en vivo que saldrá a fines de año. La 
película ("que retratará parte de mi vida y mostrará los shows más importantes) será 
producida por la gente de Pol-ka y Patagonik, los que hicieron la película de Dibu,y 
otros productores que tienen que ver con representantes de Disney en la Argentina, donde
debutará como virtual actriz. El millón de placas vendidas por sus dos discos "Poncho al
viento" y "La Sole", que marcó un récord para la industria discográfica. El encuentro 
con Emilio Estefan -marido de Gloria-para que le produzca su cuarto disco. La 
incorporación de un repertorio latinoamericano. El envite de tocar en Francia por el 
tema, que representa a la Argentina, "Los sueños de todo el mundo" durante el Mundial.Y 
el posfenómeno Soledad, al que mira de reojo como quien encuentra una segunda sombra que
no es la propia. 
Preocupaciones poco comunes para una chica de 17 años. Pero que son cotidianos para la 
cantante que irrumpió por primera vez en Cosquín, en 1996, y traspasó la barrera del 
anonimato. El instante preciso en el que, gracias a las estrofas de "A Don Ata" y a su 
desefrenada voz, dejó de ser una de las tantas adolescentes que viven en Arequito para 
convertirse en niña-folklórica-prodigio-controvertida, aunque venerada por el público 
del país. "En todo este tiempo pasaron muchas cosas. El folklore ha cambiado de color, 
gracias al público nuevo. Ahora la juventud se acercó. Antes, me incluyo, nos daba 
vergüenza decir que nos gustaba el folklore", cuenta a La Nación la cantante, que tuvo 
que abandonar el colegio para seguir sus planes de conquista. 
Ya se deglutió a Buenos Aires. Ahora se quiere comer al mundo. Por eso se alió a 
Estefan, que será el productor del nuevo disco. La placa sólo saldrá en 1999. Otra vez, 
el futuro se le aparece como una obsesión. "Todavía estamos en la pre-preproducción. 
Porque él no conoce las chacareras y las zambas y tampoco sabe como canto. Le mandamos 
material y él nos envió temas de ritmos centroamericanos, similares a la cueca o el 
takirari, que estamos ensayando. Queremos que haya una fusión entre los ritmos de otros 
países de este continente y el folklore argentino y de otras partes. No faltará algo de 
Zitarrosa, por ejemplo, o algún tango como "Garganta con arena", que estrené en el 
Centenario. Pero se le puede dar una visión internacional, como hizo Alejandro Fernández, 
en México, con los boleros. Es dificil, porque hay que jugarse al doble o nada, y eso me 
puede hacer perder el público de ahora", dice con ingenuidad. 
Caras que no conoce se le acercan para darle consejos. Ella los acepta con una amplia 
sonrisa y una lapicera en la mano, lista para firmar autógrafos. Dice que no quiere que 
la fama se trague su personalidad. "Estoy cansada de que cada vez que llego a un lugar 
haya un mono que me agarra, me mete dentro del hotel y no me deja ver a la gente." O que
su propuesta se entroque en arduas búsquedas musicales. Ella y su familia saben lo que 
costó llegar a este lugar. Por eso juegan sus fichas con cautela y fieles a un mandato 
popular. "Quiero seguir mejorando y creciendo, pero siempre al lado de la gente. Existe 
ese prejuicio de que lo popular no es lo mejor, pero si hay algo que quiero mantener es 
el espíritu de los festivales." 
                              Cantante en movimiento 
En gira, Soledad no para de hablar desde que el avión deja cielo argentino para pasar a 
espacio uruguayo. La maratón sigue con conferencias previsibles, un descanso y el ritual
insustituible de tomarse un té con limón antes de dirigirse a cada concierto. Sus músicos
la miran a lo lejos. Parecen estar pergeñando alguna broma pesada en el tiempo de ocio 
que les queda entre la prueba de sonido y el momento del show. Soledad sigue concentrada
en revolver la cuchara en una taza humeante. El gesto inocente se le borra cuando le 
recuerdan esa ley que aprendió en la primaria: "Todo lo que sube tiene que bajar". 
Pero baraja una respuesta. "Este momento lo estamos aprovechando para sobrellevar el 
futuro. Casi todos los grandes artistas, no digo que yo lo sea, aprovecharon su momento 
de popularidad. No sólo para su carrera, sino económicamente. Eso es lo que ayuda al 
artista a mantenerse tranquilo. Sabemos que esto es como un tobogán: o te vas al fondo o
te mantenés arriba. Pero las cosas van a cambiar. En un tiempo, por ahí, ya no me 
pedirán más notas o tal vez grabemos un disco para una compañía como Sony. Por eso es 
bueno que disfrutemos esto al máximo y con la familia, la única que va a estar siempre.
"Y le echa una mirada a su hermana Natalia, su compañera de cuarto, de ruta y de voces 
para el momento más caliente de los recitales. La única que no se preocupa por el 
revuelo que genera su hermana mayor. Soledad lo dice: "Ella la tiene clara, sale cuando 
quiere, no se tiene que cuidar. Su única meta es terminar la secundaria". 
                                   La familia unita 
El cable a tierra de esta folklorista de fin de siglo sigue siendo el mismo lugar donde 
nació. "Una de las cosas que adoro es poder seguir viviendo en Arequito (Santa Fe), a 
pesar de los viajes. Me ayuda a mantener una forma de ser. Ahora me compré un terrenito 
para quedarme en la zona", confiesa. El clan Pastorutti sigue definiendo los destinos de
la estrella de la familia en la misma casa que la vio crecer. "Estar rodeada por una 
estructura muy sólida, como mis padres y mi hermana Natalia, permite que las decisiones 
se sigan tomando ahí. Todo el mundo cree que la compañía discográfica elige mis temas o 
dice qué es lo que tengo que hacer, y no es así. Lo más lindo es poder decidir y 
equivocarse uno. Sólo interviene gente a la cual le tenemos mucha confianza, como los 
Isella (César y su hijo Fernando) o (Norberto) Bacón, mi representante." 
Ella insiste, ahora instalada en su camarín tras haber dejado extasiado al público 
oriental, que no es la misma que ayer. Pero hay algo que no ha cambió y que es el golpe 
final que utiliza para noquear a sus seguidores: el poncho al viento. "Lo voy a seguir 
revoleando hasta que la gente no me lo pida más", asegura orgullosa. Mucho más desde que
una persona la paró a la salida de un concierto y le contó que lo mismo hacía Juana 
Azurduy cuando se lanzaba a las batallas contra los invasores. 
Hay otra cosa que se mantiene inalterable. Uno de los símbolos de su repertorio y de su 
corta pero meteórica carrera: "A Don Ata", el tema que despertó del letargo a otras 
generaciones que hacía tiempo se habían alejado del folklore es un símbolo en su propia 
historia. Pero a la vez deja al descubierto la contradicción de mantener un estilo, una 
fórmula que no ha hecho otra cosa que dejarle buenos dividendos. 
-Tenés como bandera un tema que homenajea a Yupanqui y nunca hiciste nada de su obra ... 
-Estoy cambiando la visión de mis espectáculos. Y me interesa que haya un mensaje mas 
allá de que la gente delire con otras canciones. Falta que me afiance para poder cantar 
cosas de Atahualpa o Larralde, que tienen mucho valor en sus letras. Pero es difícil. 
Son temas que hay que interpretarlos de una manera especial. Cantarle a Don Ata es algo 
muy grande, es el Gardel del folklore y es exponerse a un arma de doble filo. Mi público
y yo todavía no estamos preparados para eso. Nos falta crecer mucho. 
                      Gabriel Plaza La joven maravilla 
1 millón de personas, aproximadamente, asistió a sus recitales desde octubre último 
hasta hoy. 1996 fue el año clave de su carrera, cuando subió al escenario mayor de 
Cosquín y fue ovacionada. 1 millón de copias vendió con sus dos discos. 3 recitales 
están anunciados para julio y se estima que llegarían a 10. 17 años tiene Soledad. 
100.000 personas la siguieron en su concierto de La Plata, en noviembre último, que fue 
la mayor audiencia de su carrera. 100 recitales brindó, aproximadamente, en su reciente 
gira por el interior, Uruguay y Brasil. 

    Source: geocities.com/lasolehomepage