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Bar Casa Joaquín.
"La boutique del caracol"
Calificación: dos palaustres y medio
Localización: Calle Cruces, El Puerto de Santa María
Para comenzar este año la Taberna de You hace gala de su proverbial capacidad de previsión y se desplaza a uno de los bares del Puerto de Santa María donde esas entrañables criaturitas de la creación llamadas caracoles cobran un color especial en la ya tan próxima temporada de su consumo.
La "Boutique de los caracoles" presenta su colección primavera - verano 2005 en exclusiva en ésta página. No esperen diseños extravagantes de John Galliano ni casuchas de carbonato de calcio con corazones a lo Ágata Ruiz de la Prada.
Pasen y vean. Esto sí que es una boutique y no las de Armani...
¡Tenemos todas las tallas, desde la S hasta la XXL!
Los caracoles guisados y especiados. Un diseño que nunca pasa de moda...
El explorador güichero más avezado no encontrará ninguna extravagancia culinaria, únicamente cocina tradicional. Lógicamente la especialidad de la casa es aquella que da nombre a este santísimo lugar: esa fantástica especie de moluscos gasterópodos que suele buscar la tierna hoja verde al amparo del río rumoroso tras las lluvias primaverales: los caracoles hacen su aparicion triunfal en nuestras tascas todos los años allá por el mes de mayo; su estancia será lamentablemente breve, pero intensa.
Vean a nuestros enviados especiales en plena faena
Y una vez adentrados en estos maravillosos lugares, la liturgia de su consumo se hará una vez más realidad, produciéndose el milagro de la multiplicación de los vasos de gasterópodos que todo consumidor, desde el más timorato primerizo hasta el más experto de los veteranos, realizará con el mayor de los apetitos y profusión de exclamaciones gozosas y actitudes que en otros lugares podría parecer poco decorosas. Maravillosas filas de cinco, seis y hasta siete vasos por cabeza son frecuentísimas en la barra de Casa Joaquín..

Por supuesto,  el consumo de los caracoles debe ir necesariamente acompañado de una exhibición de habilidades lingüísticas. No nos referimos en esta ocasión a un alarde en el conocimiento de nuestro idioma (si bien los comentarios durante su consumo abundan en hipérboles y formidables metáforas), sino a la destreza que debe adquirirse en el uso de ese músculo del cuerpo humano parcialmente cubierto por las papilas gustativas para extraer la parte comestible del gasterópodo de su particular casa construida con carbonato cálcico.

Si no se ve usted capacitado para aguantar el ritmo infernal de consumo y rapidez palato-lingual de sus compañeros de éxtasis gastronómico, no se preocupe. Siempre podrá utilizar un típico mondadientes para hurgar en las profundidades de la casucha y extraer el huidizo caracol. Existe también otra posibilidad, que consiste en consumir el caracol con su propia cáscara, si bien nos vemos en la obligación de declararla como no demasiado recomendable, a no ser que a usted le gusten las emociones fuertes y los lavados de estómago. No se olvide en caso alguno de apurar el líquido en el que están cocinados: auténtica ambrosía olimpiaca digna de los dioses. Rebañada con pan o apurada de un sorbo: el consumo de la tapa de caracoles no se concibe sin el necesario estrambote del caldo.

¿Es posible consumir otras típicas manifestaciones gastronómicas en este establecimiento? Haylas, haylas, y a fe nuestra que todas ellas con muy buen aspecto. El pescado frito sorprende por su sequedad oleícola y las elevadas dimensiones que pueden llegar a presentar estas criaturas marinas. Los guisos también son bastante aceptables, desde la carne con tomate hasta nuestro queridísimo menudo, si bien éste no se destaca por su abundante pique…una variedad suave y asequible hasta para aquellos que adquieren Hemoal en farmacias.

Casa Joaquín, “la Boutique de los Caracoles”. Un establecimiento familiar, aislado del mundanal ruido del centro portuense, ideal para hallar refugio monacal y consagrar un par de horitas a la liturgia caracolera. Nuestra recomendación del mes de enero, un lugar que muy pronto volveremos a frecuentar…
Lo mejón: los caracoles, por supuesto...

Lo peón: la brevedad de la temporada de su consumo y la interminable espera durante los muchos meses de transición