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Bar 1ª de Labra
Localización: Antonio López. Cádiz.
Calificación: Tres palaustres
Para finalizar el año como You manda, la Taberna se desplaza este mes de diciembre a la capital gaditana. Allí, muy cerquita de la Plaza de España, donde un solemne monumento recuerda cómo Cádiz fue cuna de las libertades en España, se yergue semioculto el Bar 1ª de Labra. Tras sus muros encontramos boquiabiertos cómo el tiempo se ha detenido en este particular monumento de las libertades tabernarias y bareras. Y es que todo el sabor añejo de la más tradicional casa de comidas se conserva entre sus paredes, recuerdo de un tiempo pasado en el que la sabiduría popular se manifestaba a la hora de comer para compartir vivencias entre compañeros trabajadores.
1ª de Labra, nuestra oferta de diciembre que usted no debe rechazar...
Azulejos blancos imperceptibles se dejan entrever en la piedra porosa de la calle Antonio López. "Primera de Labra" reza la inscripción que mira a la Plaza de España.

Desde Argüelles ya se percibe el olor a pescaíto frito que desde la cocina de 1ª de Labra atrae a los gaditanos como ya hiciera otrora un flautista en una ciudad encantada. "El cocinero de Gadir" se llama la fábula. Amansados por este ambiente, el boquerón devanea perezoso de plato en plato, mostrando sus frescas curvas al hambriento sátiro gastrónomo.

Y es que a través de ese rústico ventanuco que comunica la cocina con la barra desaparecen los deseos para materializarse en sublimes realidades. Toda la filosofía de una barra enladrillada se manifiesta a través de un hueco en la pared: trasvase de manjar del perol al plato elíptico.

Cuando se entra por vez primera en esta otra "Primera de Labra" se obtienen conclusiones verdaderas de autenticidad güichera. Allá esquinado se ve un televisor último modelo al que nadie presta atención. Secuestrados por la sensación de haber penetrado en una auténtica casa de comidas de esas de las que pocas quedan por los caminos del Señor, el visitante primerizo se ve envuelto por un halo de humo que surge de la cocina, satura el sentido olfativo y motiva al del gusto para acudir a la barra, dejar pasar nuestra mano y percibir los años de solera, mientras el oído percibe conversaciones para todos los gustos.
Su loza amarillenta y cubertería doblada adereza con sabiduría el picante del menudo casero. Los domingos de chirimiri y calabobos gaditano en reunión y recogimiento familiar de un lugar incalificable, variopinta regencia y variedad selecta: tapas, raciones o menú del día.

Postres rebosantes de nata montada Día, abundante y alocada, sin orden ni concierto, oxte ni moxte, ton ni son; mescolanza eterna con el gel dorado de caramelo líquido.
Las curaciones de Cristo no son milagro suficiente frente a la curación del queso de 1ª de Labra, exquisito manjar que combina excelentemente con el embutido y el vino terrenal, ni judaico ni hebraizante, sino gentil y jerezano.

Pescaíto frito con sabor a Cádiz, permanente trasiego de parroquianos y visitantes esporádicos. La magnificencia de la tasca deja absortos a los guiris, que asombrados por esta manifestación de la cultura popular, dudan en el umbral de la puerta si penetrar o no en este recinto y asistir a la liturgia gaditana de la taberna andaluza.

Ambientado por los omnipresentes humos de la cocina, no necesita de chimenea para calentar al caminante de las tardes de invierno. Haga una parada y compruebe la verdad de estas líneas.
Lo mejón: La simbología de un tiempo pasado, la taberna y el pecado original...

Lo peón: La proximidad de un Telepizza que nos expulsa del jardín del Edén tabernario.