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Cervecería Romerijo
Localización: Ribera del Marisco, 1. El
Puerto de Santa María
Calificación: Ningún palaústre
Hay algunas marcas comerciales que han sido capaces de ir mucho más allá de su producto, convirtiéndose no ya en paradigma de lo que son, sino en sinónimo. ¿Ejemplos? La famosísima La Casera, infinitamente más nombrada que su genérico gaseosa. Romerijo es un caso parecido. No diga, marisco, diga Romerijo. Y no diga El Puerto de Santa María, diga también Romerijo. ¿Y qué pintan los de You en todo esto? Lea, lea, paciente lector...
Una de las frases que más veces escuchará el viajero es, dependiendo del idioma en que se le pregunte, el ¿de dónde es usted? Obviamente, las más elementales muestras de cortesía nos hacen responder, y además decir la verdad respecto de nuestra procedencia, a no ser que seamos unos caraduras o unos chistosos. Pues bien, durante los cada vez más frecuentes viajes del Güé - Master, el comentario de rigor que suele devolver el interlocutor es, en un 90% el mismo. Algo parecido a: "Mira, donde Romerijo". Seña de identidad.

Igualemente sucede con el resto de colaboradores portuenses de esta página. Y si damos una vuelta más de tuerca, suele suceder lo mismo con los no portuenses que hablan de esta localidad en la desembocadura del Guadalete. Yahveyou puede dar buena explicación de todo esto allá en tierras almerienses, por razones que obviamente no vamos a comentar aquí. La fama de Romerijo es tal que todos los parientes y amigos que visitan estas tierras suelen sugerir a sus portuenses anfitriones aquello de la comida o la cena en Romerijo.
Y obviamente, una reciente visita procedente de la tierra de David Bisbal no pudo ser menos, y la consumición en Romerijo fue poco menos que obligatoria... y obligada (que se lo digan a Yahveyou), ante las reiteradas protestas de los You de la Bahía (Upppps, y ya estamos adelantando parte de nuestra calificación final).. Y así que combinado de marisco y combinado de pescaíto frito, para cumplir con el rito, satisfacer a los visitantes y de paso, recoger material gráfico para ésta la su página, La Taberna de You.
Y ahora el comentario. ¿Es para tanto? Nuestra respuesta, subjetiva y personal, basada en la experiencia como cualquier otra opinión, es NO.

Ya saben los pacientes visitantes de esta Güé cuál es nuestra ideología tabernera. La tradición y el encanto local. Algo que ha perdido Romerijo. Esta empresa nació hace ya más de 50 años y comenzó siendo un negocio modesto. Sin embargo, creció, creció y creció... hasta el punto que la calle donde se localiza pasó de llamarse Vergel del Conde a Ribera del Marisco, lo que da buena cuenta de la importancia de esta empresa hostelera en el entramado social portuense.

Al igual que pasa con el Rstaurante El Faro, Romerijo ha perdido solera y tradición. No es lo mismo la producción para dos que para doscientos. No es lo mismo. No es lo mismo comer en un lugar recogido que pelearse con tres o cuatro grupos de guiris por una mesa. No es lo mismo. No es lo mismo limpiarse la mano en la otra manga de la camisa que hacerlo en unas bolsitas perfumadas. No es lo mismo. No es lo mismo comer sin vergüenza y entre amigos y parroquianos estas criaturas marinas que hacerlo en un lugar rebosante de gente donde todos pueden mirarte. No es lo mismo. No es lo mismo el trato personal con el regente o tabernero que la cortesía rápida e impersonal con camareros que tienen que servir a sopotocientas mesas. No es lo mismo.

No es lo mismo comer que consumir. Consumir es un verbo industrial, que lleva nuestro pensamiento hacia piscifactorías y freidoras inmensas de cien litros de aceite. Comer es una de las más elevadas manifestaciones de los sentidos, que va mucho más allá del sentido del gusto. Comer es también olfato, olfato que se pierde entre esta pléyade de clientes, y olfato que se pierde en el camino de la olla grande, junto con las otras gambas que completan los 50 kilos de cocción. Comer es también tacto. Tacto que se manifiesta en los dedos pringosos de una comida desenfadada, no en una limitación gestual. Comer es también oído. Oído de la buena conversación y no un runrún procedente de trescientas fuentes individuales, que hace imposible una comunicación normal con los compañeros de mesa. Comer es también vista. Vista de un local agradable y apacible, y no de un frenesí de consumidores de productos marinos.

Y sobre todo, comer es también sobremesa. Sobremesa de copita, café, puro y tertulia. Y no sobremesa frente a una famélica familia que espera paciente (mejor impaciente) a que acabes de comer para cederle la mesa y dar así el relevo de este frenesí marisquero y de fritos.

Por todo lo anterior, por faltar a los más básicos principios You respecto a las Leyes del Comercio. Y por carecer de vinos de la tierra de barril, respecto al Bebercio, no nos queda más remedio que calificar negativamente a Romerijo y multarlo con el casco de minero.

Esta sanción podrá ser retirada en cualquier momento en el caso que Romerijo abriera un local más reducido, donde se pueda comer sin la espada de Damocles de quien espera mesa sobre nuestras cabezas. Donde se pueda disfrutar de una tranquila sobremesa, donde la relación con el camarero, intermediario imprescindible entre el cliente y la Casa, sea personal y no aséptica, incolora, inodora e insípida. Y de paso donde el frito sea mejor y el marisco no tan pasado, que todo hay que decirlo, sitios mejores también los hay, qué caray...

En El Puerto de Santa María. Octubre de 2003.
Lo mejón: Comer entre semana en temporada baja. Aún así... sigue estando lleno.

Lo peón: Tanto agobio me está estresandoooooooo